POLÍTICA Y GOBIERNO:



POLÍTICA Y GOBIERNO:

¿Incompetencia o intencionalidad?

En las dos últimas semanas, a los errores del Gobierno en las cuentas de la luz, prueba Simce y en catalogar al FES como activo, se les suma el rechazo a casi todas las partidas de la ley de presupuesto 2026. ¿Incompetencia o Intencionalidad?

por Jaime Jankelevich1 noviembre, 2025

Si recordamos que el Gobierno pretendía refundar Chile y para eso esperaba que se aprobara el mamarracho para ejecutar  su programa, donde se planteaba terminar con el modelo, con el extractivismo  y hacer del Estado el controlador de toda la actividad económica del país, surge la duda si los graves errores de las últimas dos semanas obedecen sólo a una absoluta incompetencia o detrás de ellos hay una intencionalidad de dejarle problemas al próximo gobierno a fin de que no sea exitoso y eso les facilite el volver al poder en cuatro años más.

Partiendo por el FES, el gobierno lo consideraba un activo financiero y la razón para ello es que con esa definición no se afectaría el balance estructural ni la deuda pública al considerarse contablemente bajo la línea. Pero, tal como lo advirtió el CFA y lo refrendó la CGR esta semana, el mecanismo propuesto por Hacienda no es realmente un activo financiero por la incertidumbre en la recuperación de los fondos -los que dependen de los ingresos futuros de los egresados- sino que se debe considerar como gasto fiscal y contabilizarse sobre la línea, con lo cual sí tiene implicancias en el balance fiscal estructural y en la deuda pública. De acuerdo con Acción Educar, el proyecto FES le saldría casi US$1.000 MM más caro al Tesoro Público, acotando además que se trataría sin duda de un impuesto.

Lo que hay detrás de todo el tema FES es que el gobierno quiere el control de las universidades privadas lo que para muchas de ellas sería el fin de su existencia porque el Estado les fijaría el costo de las carreras. Por algo les exigió que se le entregara el sueldo de todos los docentes que laboran en ellas y no sería de extrañar que quieran terminar con el sistema privado de educación universitaria, así como prohibieron la fundación de nuevos colegios subvencionados.

Pero más grave aún, es lo ocurrido con la Ley de Presupuestos 2026. El 28 y 29 de este mes, sesionó la Comisión Mixta Especial de Presupuesto, instancia que rechazó casi todas las partidas presupuestarias; entre ellas las de Transporte, Ministerio Público, Defensa, Seguridad, Deportes, Culturas, Mujer, Minería, Salud, Trabajo, Agricultura, Interior, Gobiernos Regionales, Relaciones Exteriores, Justicia, Medio Ambiente, Energía, Obras Públicas, Economía, Desarrollo Social, Vivienda, Educación, Hacienda y el Tesoro Público.

Esto se debió a la falta de información sobre los gastos comprometidos para el próximo año, particularmente en materia de remuneraciones del sector público que el Ministro Grau no estuvo dispuesto a entregar, pero además porque las proyecciones de ingresos del Gobierno descansan sobre supuestos optimistas y con alto grado de incertidumbre, lo que ha sido habitual en las estimaciones de la Dipres, que han impedido el cumplimiento de las metas fiscales cada año.

A todo esto, el sector privado se reunió el miércoles pasado para afrontar la preocupación que sectores como minería, forestal, construcción, pesca y acuicultura tienen respecto de la aplicación de la ley de Servicio de Biodiversidad y áreas Protegidas, pues consideran que podría congelar la actividad económica, ya que las restricciones podrían prohibir desde remover tierra hasta realizar acciones en 3,9 MM de hectáreas que equivalen a prácticamente el 5% del territorio nacional, pese a contar con los permisos y las resoluciones de calificación ambiental.

Junto a todos estos problemas, se añade una permisología ideológica que tiene paralizados US$100,000MM de inversión en diversos proyectos, entre otros Dominga y logró que US$110.000MM de inversión chilena se fuera del país para no volver.

Todo este cuadro más otros errores, graves errores, como el de las cuentas de luz y el Simce, permite cuestionar si el gobierno es realmente incompetente o lo que hay detrás es intencionalidad para que el próximo gobierno no tenga éxito y eso les facilite volver al poder en 2030. El tiempo nos dará la respuesta.

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Jaime Jankelevich

Bioquímico y consultor Más de Jaime Jankelevich

 

 

 

La verdad económica: 

 

Empezando la reconstrucción

Por Juan Pablo Zúñiga Hertz

Ya corría el año 2022 cuando era posible advertir que el péndulo del estado mental de las sociedades occidentales ya estaba empezando a venir de vuelta. Síntoma claro de ello en nuestro país es que las candidaturas más fuertes no son precisamente las que optan por el continuismo progresista. Sin ir más lejos, la segunda vuelta boliviana sin candidatos de izquierda y la reciente victoria de “La Libertad Avanza” de Milei, muestran el resultado del fastidio general hacia las izquierdas en todas sus formas y sabores.

En los EE.UU. se ve exactamente lo mismo. Personas que abiertamente no votaron por el presidente Trump y que ofrecían una oposición a ultranza, hoy en día están empezando a reconocer que tan equivocado no está el presidente, independiente que su estilo personal no sea de su gusto.

Lo mismo estamos viendo en Chile. Las caricaturas elitistas con las que pintaban a José Antonio Kast en las elecciones pasadas, ya no funcionan y, por lo demás, no les interesan a los ciudadanos que están más interesados en soluciones y en que nos demos el gran gustazo como país de sacar de una buena vez a esta patota de pelafustanes.

Como hemos venido advirtiendo, tenemos que ser pacientes. Una cosa es arrancar el tumor, y otra muy diferente es recuperar el estado de salud. El 16 de noviembre tenemos la alternativa real de que cada chileno tome en su mano el bisturí electoral que nos permita extirpar este cáncer que nos aqueja. Esta cirugía es el comienzo de una terapia intensiva que nos permita recuperar la salud como nación para luego comenzar a reconstruir.

Por ello, ganar es el primer paso. El segundo será en marzo de 2026 hacer una evaluación de los daños catastróficos que hizo el cáncer progresista. Lo tercero será tomar las drásticas medidas que todos sabemos que van a venir. Recién lo cuarto será reconstruir. Y esa tarea nos llama a todos.

No es necesario ser políticos o estar en cargos estratégicos como para cambiar el curso de una nación. Los grandes cambios comienzan con pies de palomas. Como tal, nos cabe a todos poner de nuestra parte para reestructurar y recuperar nuestro país.

 

 

 

Las ironías del legado

Por Leonidas Montes

Hace mucho tiempo que los vientos no soplaban tan fuerte para la derecha. Rememorando el primer año de este gobierno, quién hubiera imaginado que terminaría con una candidata del PC promoviendo la seguridad, el crecimiento económico y el empleo. En esta campaña los discursos sobre los derechos humanos, el feminismo o la desigualdad se han evaporado. Y la bandera mapuche solo flameó un segundo en la franja del profe Artés.

La administración de Boric ha logrado hacer posible lo imposible. Si comparamos la reciente encuesta CEP con la de diciembre de 2019, en medio del estallido social, hay cambios siderales. El desplome de las instituciones, alimentado y atizado por la izquierda, fue brutal. La confianza en Carabineros se desplomó a un 17%. Hoy es un 56%. La de las FF.AA. apenas alcanzaba un 24%. Ahora es 53%. Las redes sociales se alzaban con un 28%. Hoy bajaron a 13%, mientras las radios subieron de 29 a 43%, los diarios de 11 a 29% y las empresas privadas de 7 a 27%. Y en esa aciaga encuesta de 2019, Piñera era castigado con un 82% de desaprobación. Pero al final, con estallido social y covid a cuestas, logró cerrar su gobierno con una desaprobación promedio de 60%. Es la misma cifra que ostentará Boric. Vaya ironía.

El mejor augurio de la última encuesta CEP son las expectativas económicas. Al preguntar por “la situación económica del país” durante todo el gobierno de Boric, un promedio del 55% percibió que era “mala o muy mala” y un 32% que empeoraría en el año siguiente. En ambas preguntas este gobierno tiene el récord desde el regreso a la democracia. Sin embargo, cuando comienza a despedirse de La Moneda, aparece un renovado optimismo. Los que piensan que la situación es “mala o muy mala” bajan a 48%, y respecto a los próximos 12 meses, ese pesimismo disminuye a solo un 15%. Hay mayor confianza en el rumbo de la economía del país.

En este nuevo contexto, donde el empleo reaparece como una de las tres mayores preocupaciones de la ciudadanía, la última encuesta CEP arrojó un importante aumento de quienes se cuadran con la derecha. Esa identificación salta de un 12% al comienzo del gobierno del Frente Amplio a un 24% a su cierre. Históricamente es la más alta, seguida solo por un 21% a mediados del primer año del gobierno de Piñera, en medio de la exitosa reconstrucción después del terremoto del 2010.

Todo esto tiene un efecto electoral. Al preguntar si “en las elecciones parlamentarias votaría por alguien de derecha”, un 42% responde que sí. En cambio, solo un 28% lo haría por un candidato de izquierda. Y en las presidenciales se repite el fenómeno; un 28% optaría por un representante de derecha y solo un 15% por uno de izquierda. De hecho, un 25% ya tiene decidido votar por Kast, un 24% por Jara y un 13% por Matthei. Ahora bien, todavía hay aproximadamente un 20% de los votantes que aún no decide su voto. Su perfil es clave. Ya sabemos que la volatilidad es una realidad que hoy campea.

Para estas elecciones hay mayor interés y preocupación por la política. La identificación con partidos políticos es la más alta desde el primer gobierno de Bachelet, alcanzando un 42% (en diciembre de 2019 era solo un 14%). El 85% declara que irá a votar. La mayoría dice que lee noticias y conversa con amigos y familiares sobre política. Esta efervescencia, habitual en períodos electorales, es más intensa en esta contienda. Parece que hay mucho en juego.

Pero también hay señales de alerta. Solo un 47% cree que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno” y un 23% que “en algunas circunstancias, un régimen autoritario puede ser preferible”. El germen autoritario está latente. Será tarea del próximo gobierno recuperar la confianza. No podemos olvidar que el poder sin responsabilidad solo es vanidad. Y de eso ya hemos tenido demasiado.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el jueves 30 de octubre de 2025.

 

Tensa calma

Por José Tomás Hargous Fuentes

Con la veda de las encuestas a partir del sábado recién pasado se cierra otro hito en esta campaña presidencial y quedan cada vez menos días para la primera vuelta. De creerle a las encuestas que han entrado en reposo, Jeannette Jara, la candidata del Partido Comunista (PC), está consolidada en un primer lugar, a una distancia importante de José Antonio Kast, quien se ha estabilizado en el segundo lugar.

Prácticamente todos los estudios de opinión pública –si consideramos las encuestas semanales, así como la última Encuesta CEP– coinciden en que el balotaje será entre el postulante de La Fuerza del Cambio y la candidata comunista y relevo de este gobierno fracasado. Si usted es de los que creía que había alguna esperanza de que Evelyn Matthei se sumara a esa pelea, lamento informarle que ninguna encuesta lo muestra como estadísticamente posible, y la candidata de Chile Vamos hace mucho que entregó los dos primeros lugares a punta de una campaña profundamente amateur.

Donde hay más movimiento es a partir del tercer lugar, mostrando un empate técnico entre Evelyn Matthei –que luego de un repunte ha vuelto a la irregularidad– y Johannes Kaiser –consistentemente al alza–, a los que en algunos estudios se agrega a Franco Parisi –estable en su quinto lugar pero a escasa distancia de Kaiser y Matthei–. Es en esta parte de la tabla donde está realmente interesante la disputa, y no sería sorprendente que Kaiser alcance el tercer lugar, en desmedro de Matthei, repitiendo el papelón de Sichel.

Si bien pareciera que la suerte está echada, en dos semanas pueden pasar muchas cosas. Aunque en esta ocasión la derecha tenga opciones distintas, deben tomar nota de las últimas elecciones. Por eso, es clave que los partidos de Chile Vamos, junto con su candidata, definan con claridad si apoyarán a José Antonio Kast en el más probable balotaje. A la fecha sólo la Unión Demócrata Independiente (UDI) ha dicho explícitamente que lo hará, si no consideramos a dirigentes específicos de Renovación Nacional (RN) o que la declaración del Presidente de Evópoli del “dolor de guata” sea interpretable como un apoyo entusiasta. No es indiferente que esta definición se tome antes de los resultados del 16 de noviembre.

Cuatro años después, y luego del estallido, los procesos constitucionales y el gobierno de Gabriel Boric, es de esperar que Chile Vamos haya aprendido su error en 2021: no es viable estirar ese chicle más de la cuenta, exigiendo condiciones irrisorias, como hiciera Sebastián Sichel, o prefiriendo la abstención entre socialismo y libertad, como optó Ignacio Briones, poniendo así en peligro la elección tal como hace cuatro años. Muy distinto fue el escenario en 2017, cuando José Antonio Kast apoyó sin condiciones a Sebastián Piñera, porque comprendía que “el adversario está al frente y no al lado”, cosa que en Chile Vamos acostumbran a olvidar. ¿Están dispuestos en Chile Vamos a garantizar el triunfo de José Antonio Kast? El tiempo corre.