A 50 AÑOS



A 50 AÑOS

Vea este interesante reportaje de lo que sucedió en Chile:

Los 22 días que sacudieron a Chile – La Tercera 02 09

 

 

11 de septiembre: Por la razón o la fuerza

Los resultados del gobierno de Allende los conocemos: destrucción del aparato productivo, inflación galopante, desabastecimiento de alimentos y de bienes de consumo en general, enfrentamientos entre chilenos y dependencia de la órbita soviética.

por Andrés Montero

Cuando nos acercamos a un nuevo aniversario del pronunciamiento militar, mucho se discute acerca de la legitimidad del mismo. Quienes vivimos los dramáticos años de la segunda mitad de la década del 60 y la primera mitad de la del 70, nos es fácil explicar lo acontecido.

En mi opinión y habiendo sido testigo presencial de la usurpación de la propiedad privada por parte del Estado de Chile, a través de la maldita Reforma Agraria, todo lo que vino después era esperable. En efecto, la ley 16.640 de 1967, cuyo gestor principal fue Patricio Aylwin y sus ejecutores Jacques Chonchol y Rafael Moreno, con la total complicidad de Eduardo Frei Montalva, fue el punto de partida del caos y la anarquía en Chile. La Reforma Agraria permitió toda clase de irregularidades y el desembarco del odio en el campo chileno. El odio de clases se exacerbó y la aceleración del proceso con expropiaciones sin indemnizaciones, llevó a un clima de confrontación que más tarde no se pudo controlar.

Algunos pretenden hoy, con una supuesta intención unitaria, reescribir la historia, culpando sólo a Allende de los efectos de la Reforma Agraria. Es efectivo que tras la llegada de la Unidad Popular al poder, la usurpación de tierras por parte del Estado fue descarada, la que se extendió a empresas industriales de distintos tamaños. Los resultados del gobierno de Allende los conocemos: destrucción del aparato productivo, inflación galopante, desabastecimiento de alimentos y de bienes de consumo en general, enfrentamientos entre chilenos y dependencia de la órbita soviética.

A los niños de este gobierno se les debe explicar que el tirano Fidel Castro estuvo casi un mes en Chile, constatando “in situ” los avances del proceso revolucionario chileno. Allende, hoy receptor de homenajes, no solo traicionó al pueblo con promesas falsas e irrealizables, sino también fue un mal ejemplo de ser humano en lo privado. Distintas casas con distintas “parejas”, mucho alcohol y su grupo de amigos personales GAP, que lo protegían al margen de toda legalidad. Nunca supimos con qué recursos compró su casa de Tomas Moro, más la de El Cañaveral en El Arrayán, además de la original casa de Guardia Vieja.

Con el sistema democrático actual, es difícil que Allende hubiese sido Presidente, toda vez que sólo sacó 36% de los votos y pudo llegar al poder por culpa de la Democracia Cristiana, partido terminal y gran responsable de los problemas que ha tenido Chile, primero por la Reforma Agraria y después por su apoyo a Allende.

Debemos recordar que los jóvenes durante la UP teníamos pocas clases y debíamos ir a hacer colas para comprar pan. Recordemos el verso: ¡No hay carne huevón, no hay pollo huevón, que chucha es lo que pasa huevón¡ Recuerdo al ministro Pedro Vuskovic, ministro de Economía, a quien le llamábamos “Vuskobistec”. Fuimos grandes consumidores de chancho chino, el cual se vendía enlatado. Por supuesto que el gobierno en vez de corregir sus políticas erradas, le echaba la culpa a los “momios acaparadores”.

El ambiente interno se tornó insoportable y Allende no cambiaba el rumbo, muy por el contrario, al igual que el joven Boric hoy, extremaba sus medidas por presión del PC. Chile se transformaba en campeón del mundo de inflación, mientras los paros y marchas se instalaban en fábricas, colegios y calles.

Allende pretendió implementar la ENU, Escuela Nacional Unificada, experimento soviético cuyo objetivo era lavar el cerebro a los jóvenes. La Iglesia Católica, por su parte, infiltrada por jesuitas de izquierda también hizo su trabajo justificando acciones “sociales” del gobierno marxista. Desesperado por no poder controlar s sus afiebradas huestes, recurre a las FF.AA. nombrando ministros, con lo que las politizó a su antojo. Recibió innumerables advertencias del Poder Legislativo y del Poder Judicial, por su permanente incumplimiento de normas constitucionales.

El pueblo de Chile de manera mayoritaria (incluyendo los arrepentidos DC) imploraron a las Fuerzas Armadas que intervinieran para salvar a Chile. El 11 de septiembre era esperado y gracias a Dios llegó. Chile se liberó de un sistema dictatorial en ciernes y tras un gobierno duro, pero eficaz, se recuperaron la democracia y la convivencia entre los chilenos.

Los campos y las fábricas volvieron a sus dueños -aunque parcialmente- el país se abrió al mundo, se liberalizó la economía y los jóvenes volvimos a estudiar y el pueblo a trabajar. A pesar de la oposición mundial, los ataques de sindicatos de izquierda en todo el mundo y unos gobiernos europeos socialistas, Chile salió adelante. El gobierno militar defendió nuestro territorio, frente a una Argentina expansionista y se recuperó el amor a Chile, a sus símbolos y a su historia.

Las FF.AA. nunca quisieron intervenir, ni menos hacerse cargo de los errores de políticos marxistas irresponsables. La razón final que explica su intervención no es otra que su amor a Chile y su certeza de que si Allende seguía en el poder, la guerra civil era inminente y hoy no estaríamos hablando de 2.000 víctimas, sino de centenares de miles.

Pretender que la intervención de las FF.AA. iba a ser quirúrgica y sin costos de vidas es no entender nada de nada. De la misma forma, es evidente que la crisis de Cuba, Venezuela y Nicaragua no se solucionará jamás con fórmulas tipo OEA o Naciones Unidas, quienes han sido incapaces de lograr acuerdos en alguna parte.

La fuerza fue el último recurso el 11 de septiembre, pues la razón no ha sido una compañera de la izquierda en Chile, ni en algún país. A pesar de todo lo sucedido en los últimos 60 años, el gobierno actual insiste en las mismas fórmulas de Allende y su pandilla.

Boric vive en Saturno y su personalidad ensimismada y engreída, le hacen cometer errores todos los días, lo que nos lleva a preocuparnos de lo que le espera a Chile, en los algo más de dos años que le queda en el poder a estos jóvenes que no entienden por la razón. La posta que dice haber tomado Boric, tras la partida de Teillier, no hace más que concluir que se está repitiendo la historia del 73, la que 50 años después, transita en medio de traición y cárcel para aquellos que salvaron a Chile y, monumentos, homenajes y duelo para los culpables de la tragedia que aún está viva.