ACTUALIDAD DEL PADRE HASBÚN

 Por Humberto Julio Reyes

            Revisando antiguos números de la revista UNOFAR me encuentro con un artículo que escribiera el Padre Raúl Hasbún en el Diario Financiero el 2 de junio de 2006 y que fuera reproducido en la publicación semestral de la Unión de Oficiales en Retiro de la Defensa Nacional.

            Bajo el título “Lumpen” describe la situación que hace más de dieciséis años vivíamos en “la copia feliz del edén” como resultado del concertado vandalismo.

            Sorprende leer una descripción que corresponde exactamente a lo que seguimos sufriendo periódicamente, aunque ya pareciera formar parte de la normalidad de nuestra Patria, cada vez que grupos violentistas impunemente deciden hacer uso de su derecho a “manifestarse” y. de paso, destruir todo aquello que les venga en gana, desde simple señalética a bienes de privados indefensos. A veces también agregan el saqueo para que la manifestación sea más provechosa.

            En cada oportunidad frases para el bronce expresan, ahora, apoyo a las fuerzas de orden.

Pero no es lo que vemos posteriormente en las actuaciones de fiscales y jueces de garantía que, con severidad digna de mejor causa, piden o asignan duras penas a quienes han debido protegernos del vandalismo desatado.

Tenía razón el Padre Hasbún, para los encargados de perseguir a los delincuentes pareciera que el lumpen lo componen quienes tratan de imponer el orden y no quienes intentan subvertirlo.

Me detengo en un detalle a menudo pasado por alto en los comentarios de quienes hacen gárgaras con el respeto a los derechos humanos de quienes nada respetan.

Me refiero a las heridas causadas por las fuerzas de orden al tratar de imponerlo.

¿Porqué entre los manifestantes, pacíficos o no tanto, existen heridos por trauma ocular, sea por perdigones o bombas lacrimógenas?

¿Porqué a veces el chorro de una manguera produce una caída con serias lesiones?

Muy simple a mi entender: por haberse reemplazado las armas de fuego de dotación en las fuerzas de orden por otras que se supone no son letales pero que, al ser de menor precisión, igual pueden causar severos daños a aquel que no se deja impresionar por la sola presencia de la policía y que está convencido que todo le está permitido en su afán destructivo.

De no usarse estos inefectivos e imprecisos medios alternativos quizás dos disparos al aire impondrían en algunos casos el orden indispensable para poder desarrollar en paz nuestra vida diaria sin descartar por supuesto el uso legítimo de las armas cuando ello sea necesario.

Vuelvo a la columna del Padre Hasbún donde nada falta cuando describe el infierno en que ya vivían los afectados por el vandalismo.

Bienes y emprendimientos arruinados, permanente inseguridad, ausencia de quienes debieran resguardarlos al parecer por falta de recursos suficientes o inhibidos de intentar imponer el orden ante lo que presumen les espera en tribunales.

¿Cuándo empezó el caos?

Propongo que el primer paso fue la aplaudida reforma procesal penal que consagró un garantismo hacia las eventuales víctimas de los abusos policiales o de “agentes del Estado” que desterrara la posibilidad de repetición de los excesos de la “oprobiosa dictadura”.

De la mano de ella una permanente y sistemática demonización de la represión del extremismo que se efectuara durante el Gobierno Militar y que se mantiene transcurrido medio siglo en diversos medios, canales de televisión en particular, que pareciera carecen absolutamente de un mínimo de objetividad al presentar sus contenidos.

El poder judicial aporta por su parte imponiendo duras sentencias por delitos cometidos antes de 1990, bajo un antiguo sistema penal, sin que exista un sólo Ministro de Fuero que investigue la delincuencia que hoy nos ha llevado a niveles históricos y desconocidos de inseguridad que debieran avergonzar a las autoridades responsables.

A lo anterior se agrega toda aquella autoridad que relativiza la violencia salvo cuando se trata de condenar a quien, por mandato constitucional o legal, debe reprimirla.

¿Se habrá enterado el Padre Hasbún de lo sucedido el funesto 18 de octubre, que muchos celebran, o habrá llorado al comprobar que sus peores vaticinios quedaron cortos ante tanta ignominia?

 

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