Altamirano



Altamirano

Por Roberto Hernández Maturana

Este domingo se confirmó el fallecimiento a los 96 años de Carlos Altamirano, ex senador y ex secretario general del Partido Socialista, quien cumpliera un importante rol durante el Gobierno de la Unidad Popular en los años 70.

De profesión abogado, fue Secretario General del Partido Socialista de Chile entre 1971 y 1979, además de diputado (1961-1965) y senador de la república (1965-1973).

Altamirano participó activamente con su partido Socialista en el Gobierno de Salvador Allende con el ala más radical de la colectividad, lo que significó, que muchos lo sindicaran como uno de los responsables de precipitar la caída de Allende, siendo criticado ácidamente por  haber contribuido a polarizar con sus discursos incendiarios el ambiente político durante el gobierno de la Unidad Popular.

Gran amigo y camarada de Salvador Allende, Altamirano es recordado por su discurso el día 9 de septiembre de 1973 en el Estadio Chile (actual Estadio Víctor Jara), donde llamaba a armarse a sus partidarios y a preparase para luchar con «la fuerza invencible del pueblo», por lo que hay quienes desde su propio partido le atribuyen una irresponsabilidad política durante la Unidad Popular

Al respecto dijo en un libro de entrevistas publicado por la periodista Patricia Politzer en 1990: “Mientras yo sea el gran culpable del fracaso de Allende, todos los demás pueden dormir tranquilos”.

Tras la intervención militar  se convirtió en uno de los dirigentes políticos más buscados, pero logró huir de manera clandestina del país.

Años más tarde, desde el exilio, fue uno de los artífices de la “renovación socialista”, pero con el retorno de la democracia evitó volver a ocupar cualquier posición de primera línea.

Para el Partido Socialista, la concreción de la Revolución cubana y la posterior alianza entre Cuba y la Unión Soviética marcó un cambio de rumbo en la izquierda latinoamericana y en el propio Partido Socialista. Tras la alianza soviético-cubana, el Partido Socialista pudo congeniar con el PC dado que este último oficialmente podía brindar apoyo al gobierno de Castro.

En 1965, Altamirano es electo senador por Santiago, perfilándose ya como un dirigente importante del PS, que ese año fijó su ideología oficial como marxista-leninista durante un congreso en Linares. Dos años más tarde en 1967 en el congreso del partido Socialista efectuado en Chillán, en el que Altamiranos participó activamente, los socialistas chilenos decidieron allí que solo el marxismo sería la ideología rectora de sus principios.

En 1969, participó activamente en la fundación de la Unidad Popular, coalición que reemplaza al Frente de Acción Popular (FRAP), y estaría formada principalmente por su partido, el PC y el Partido Radical, que conseguirían la adhesión de otros partidos medianos y escindidos. Esta coalición sería la que llevaría en las elecciones de 1970 a la izquierda chilena a alcanzar la presidencia con su candidato Salvador Allende en su cuarto intento. Sin embargo es necesario recordar que  Allende, al no poder alcanzar la mayoría requerida por la Constitución de 1925 en las elecciones, con sólo un 36,6% (menos de un tercio de los votos), seguido del representante del Partido Nacional, Jorge Alessandri (35,3%), y Radomiro Tomic (15,4%) del Partido Demócrata Cristiano, obligó a la ratificación de su elección por el Congreso Pleno, conforme lo establecía la Constitución, después que Allende se comprometiera con la Democracia Cristiana mediante la firma de un estatuto de garantías, a respetar la Constitución, lo que con el tiempo no cumplió, pero que entonces le sirvió para ser ratificado por el pleno del Congreso Nacional de Chile, el 24 de octubre de 1970.

​En enero de 1971, tras el XXIII Congreso del Partido Socialista celebrado en La Serena, Altamirano fue elegido de manera unánime como Secretario General del partido junto a Adonis Sepúlveda, quien obtuvo el cargo de subsecretario. En este congreso el partido se comprometió a colaborar y obedecer el programa de gobierno del «Compañero Presidente», como denominaban a Allende.

Altamirano en más de una ocasión señaló que «el conflicto armado sería inevitable» constantes llamados a armarse, insistiendo en su lema de «avanzar sin transar», pese al desastroso gobierno de la Unidad Popular, apoyando activamente las expropiaciones, y la catastrófica política económica del gobierno que tenía al país sumido en una crisis semejante a la que hoy vive Venezuela, y que se traducía en una inflación desatada, enfrentamientos en ciudades y campos, racionamiento de alimentos, combustibles y servicios con una escasez galopante y una violencia creciente que amenazaba con una guerra civil.

Altamirano participó también activamente en el proceso de acercamiento a los países de la órbita socialista, visitó Corea del Norte, donde se reunió con Kim Il-sung, máximo dirigente de ese país y abuelo de Kim Yong Un, el actual dictador en ese país.​ Aunque según manifestó Altamirano, no recibieron el apoyo que requirieron a Kim para su “vía chilena al socialismo.”​ También participó activamente en los acercamientos con el líder de la entonces Unión Soviética Leonid Brézhnev, donde requirió junto a Salvador Allende el apoyo de dicho país al que denominaron el “hermano mayor”.

Para las elecciones parlamentarias de 1973,  Altamirano fue reelecto por Santiago, en unas elecciones altamente cuestionadas en todo el país por la Confederación Democrática CODE, el bloque político opositor a Allende

Así las cosas, el 9 de septiembre de 1973, y con un país en crisis y altamente polarizado, Altamirano pronunciaría un célebre discurso junto a Miguel Enríquez del MIR y Oscar Garretón del MAPU, en el Estadio Chile. Allí llamó abiertamente a la sedición del personal subalterno de la armada, lo que fue calificado por la oposición como una «incitación a la violencia, un llamado a la división de las FF.AA y  la consiguiente Guerra civil»​

Ante la crisis generalizada y con el apoyo y clamor de gran parte de la ciudadanía y la totalidad de los partidos de la entonces oposición de derecha y la democracia Cristiana, se produjo la intervención militar que sacó a Allende y a la Unidad popular del poder, por lo que numerosos líderes del conglomerado de izquierda pasaron a la clandestinidad o huyeron del país. Altamirano huyó a Argentina permaneciendo tres días en la embajada de la ahora desaparecida República Democrática Alemana gobernada por el dictador Erich Hoennecker, para después viajar a Cuba y aparecer en La Habana el 1 de enero de 1974, donde fue recibido por Fidel Castro, para posteriormente radicarse definitivamente en Berlín del este, siendo allí altamente vigilado y protegido por la Stasi.

Posteriormente se radicó en Francia, volviendo a Chile en 1993, no participando más en la política contingente ni en cargos públicos, manteniéndose desde entonces en un segundo plano.

En una entrevista de hace menos de un año con el diario La tercera decía que no tenía miedo a la muerte. “y que no le importaba lo que hablaran de él después de que partiera.

Carlos Altamirano es uno de los últimos políticos de su generación que llevaron al país a una situación que se hizo insostenible a tal grado, que provocó una división que subsiste entre los chilenos hasta nuestros días, en la que aún se mantiene procesados y encarcelados sólo a ex uniformados que entonces eran jóvenes subalternos y que cumpliendo órdenes superiores intervinieron en la crisis de 1973 para evitar una guerra civil.

Los responsables políticos de uno y otro sector, los responsables de la violencia y el terrorismo de uno y otro sector, permanecen en libertad o han fallecido pacíficamente en sus hogares.

Hoy nuevas voces que han olvidado, o desconocen la historia, proclaman nuevamente la violencia como instrumento de la política, olvidando que quienes desconocen su historia, se condenan a repetirla y quienes la sufrirán serán sus hijos o sus nietos.