China y su “Destino Manifiesto”

Por Roberto Hernández Maturana

 

La geopolítica  es la ciencia que se ocupa del estudio de la causalidad espacial de los sucesos políticos y de los próximos o futuros efectos de los mismos, ella se nutre especialmente de otras disciplinas de envergadura tales como la historia, las relaciones internacionales, la geografía política, la ciencia política, sociología y antropología. Realiza el estudio del medio ambiente, de acuerdo a sus características económicas, culturales y recursos de un estado y constituye un método para entender los efectos de la geografía (humana y física) sobre la política internacional y las relaciones internacionales y la política exterior de los estados permitiéndonos comprender, explicar y predecir el comportamiento político internacional a través de variables geográficas, centrando el poder político en relación con el espacio geográfico.

 

La geopolítica tan denostada después de la segunda guerra mundial por considerársela una “ciencia nazi” para justificar la búsqueda de expansión de la nación alemana, y en Chile con la llegada de la democracia a fines de los 80 por considerársela una “falsa ciencia de la dictadura”, vuelve hoy a demostrar su carácter de ciencia al evidenciar su vigencia ante los sucesos que nos presenta el escenario mundial.

Así, la semana pasada, los líderes de la Unión Europea y de China se reunieron en una cumbre en Beijing para dar su bendición al proyecto en marcha que une a Europa y China mediante carreteras, ferrocarriles, y tecnología, reeditando en nuestra época el mundo que de alguna forma buscaron implementar en el pasado, hombres como Marco Polo o Cristobal Colón.

China se ha embarcado en ambiciosos proyectos para unir el comercio europeo y este asiático mediante el desarrollo de una poderosa infraestructura para unir la inmensa y poco desarrollada territorio que integra hoy Eurasia, término que define la zona geográfica o continente que comprende Europa y Asia unidas. En este sentido puede considerarse el continente más grande del mundo, un supercontinente, pues Europa y Asia forman en realidad una sola masa continental.

 

La existencia de una Eurasia unida, sería trascendental en el surgimiento de un nuevo orden mundial que está tomando forma y que la miopía norteamericana, especialmente del gobierno de Donald Trump no ha sido capaz de ver

La importancia y trascendencia de Eurasia en realidad no es nueva;ya a fines del siglo 19, uno de los padres de la geopolítica Halford John Mackinder  (1861 – 1947) planteaba la existencia de un gran continente «la Isla Mundo» dividida en 6 regiones Europa Costera (Oeste y Centro Europa), Asia Costera (India, China, Sudeste Asiático, Corea y Este de Siberia), Arabia (Península Arábiga), el Sahara (Norte de África) el Sud-Centro del Mundo (Sudáfrica)) y el más importante el Centro del Mundo o «Heartland» (Eurasia) lo que denominó el Pivote del Mundo en su ensayo de 1904. «Quién controle Europa del Este dominará el Pivote del Mundo quien controle el Pivote del Mundo dominará la Isla Mundo quien domine la Isla Mundo dominará el mundo».

Hoy pareciera que los conceptos geopolíticos de, Asia Central, del Este y del Sur tienen cada vez menos significado  y la globalización, la tecnología y la geografía está llevando a Eurasia, el supercontinente a significar algo mucho más que aquellos  antiguos conceptos de los estados nación que integran la región.

China tiene claro que es el comercio y no la guerra la que le abrirá las puertas para expandir su poder y ante el autocentrismo norteamericano implementa todo su potencial para restituir el antiguo concepto de la antigua “ruta de la seda” que le servirá para el desarrollo de un neocolonialismo. Cabe hacer presente aquí que otros viejos imperios como Rusia con la implementación de la “Unión Económica Euroasiática” intentan también jugar un papel relevante en este “nuevo orden mundial.

Robert Kaplan, periodista y estudioso de las formas con que la geografía configura el destino del hombre y su entorno, plantea en su libro, “El retorno del mundo de Marco Polo” que la nueva conectividad de Eurasia en carreteras, ferrocarriles, gasoductos y cables de fibra óptica implica que las antiguas categorizaciones regionales de, digamos, Asia Central, del Este y del Sur tienen cada vez menos significado como conceptos geopolíticos. Agrega que la importancia de los estado nación en esa zona del mundoes cada vez menor y que es  supercontinente euroasiático gracias a la interacción de la globalización, la tecnología y la geografía está llegando a “convertirse… en una unidad fluida y comprensible. Eurasia simplemente tiene un significado en la forma en que no solía tenerlo”. La conectividad, dice Kaplan, “ha forjado un mundo más claustrofóbico y ferozmente disputado”. La revolución de las comunicaciones niega a los imperios una ventaja inequívoca. En un nivel, permite que las soberanías se multipliquen, a medida que prosperan las ciudades-estado, piense en Singapur o Dubái. Cuando la globalización debilita la religión y la cultura, estas se reinventan “en forma más severa, monocromática e ideológica”, no tanto por el choque de civilizaciones como el choque de las reconstruidas artificialmente.

 

Estados Unidos de América fundamentó su expansión en la doctrina del “Destino Manifiesto”, que expresaba la creencia en que Norteamérica era una nación destinada a expandirse desde las costas del océano Atlántico hasta el Pacífico. Ella  fue usada ampliamente por políticos y gobernantes del imperio para justificar sus adquisiciones territoriales, manifestando que la expansión no solo era buena, sino también obvia (manifiesta) y certera (destino). China parece hoy tener claro cual es su “Destino Manifiesto”, no solo en Eurasia, sino también en el mundo, el gigante asiático ha invertido 46 mil millones de dólares en carreteras, ferrocarriles y un puerto para conectar sus tierras centrales con el Océano Índico a través de Pakistá, lo que podría generar suficiente crecimiento local para calmar las insurgencias de larga data a lo largo de las fronteras de Pakistán…., un Destino Manifiesto al que hoy Norteamérica parece haber renunciado…, y no solo en Eurasia… en el mundo

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