Cómo fabricar cesantes



Cómo fabricar cesantes

“El propio presidente del Banco Central advirtió hace un mes que, si el desempleo llega al 10% y la inflación pasa la barrera del 6%, Chile podría volver a los índices de desigualdad de los 90”.

Joaquín García-HuidobroLa Dirección del Trabajo informa que en diciembre ha habido 90 mil despidos por necesidades de la empresa. Esa cifra debiera asustar a cualquier chileno. Por otra parte, la actividad económica se contrajo un 3,3% en noviembre. No parece el escenario más apropiado para financiar la agenda social que se ha puesto en marcha. Además, el propio presidente del Banco Central advirtió hace un mes que, si el desempleo llega al 10% y la inflación pasa la barrera del 6%, Chile podría volver a los índices de desigualdad de los 90. Esto no lo dijo un Chicago Boy, sino alguien de sensibilidad socialista. Paradójico resultado de un estallido social que buscaba mayor igualdad.

Estas cifras no son casualidad. Y en estos tiempos en que uno encuentra en internet instrucciones para fabricar cualquier cosa, incluidas las bombas molotov, no estaría de más repasar cuáles son las condiciones ideales para producir el flagelo de la cesantía. En palabras más fuertes: ¿cómo se hace para fabricar un cesante?

Hay distintas formas de hacerlo, pero la más adecuada, en el caso chileno, puede resumirse en siete pasos.

Lo primero, obviamente, es asustar a los empresarios y, en lo posible, asfixiar a las pymes. Para eso, nada mejor que crear un clima de incertidumbre. Una manera sencilla es multiplicar las marchas a cualquier hora y donde a uno se le ocurra, y tratar de que en ellas se expresen todas las demandas posibles.

Segundo, pedir muchas cosas, aquí y ahora. Poner cada vez más presión al Gobierno; olvidar que los recursos son limitados y, sobre todo, evitar absolutamente el verbo “priorizar”. Por eso, no hay que mencionar a los chilenos más pobres, ni mucho menos a la primera infancia. Este movimiento no puede apartarse ni un ápice de la lógica de una revolución burguesa. Así, los tags, las gratuidades universitarias o el “más sexo y menos pacos” son más relevantes que las salas cunas y los campamentos. Si alguien propone mantener controlada la disciplina fiscal, precavernos de la plaga de la inflación o atender al crecimiento, habrá que acusarlo de “economicista”.

Tercero, para financiar todos estos gastos hay que proponer que se incremente la deuda pública. Las cuentas deberán pagarlas los chilenos del futuro, no nosotros. Lo nuestro es gastar. Además, por nuestro déficit poblacional, esas generaciones serán comparativamente más reducidas y vivirán en un Chile que tendrá durante bastantes años un crecimiento económico débil. Esto favorecerá que haya poca inversión, insuficiente desarrollo y, por ende, que se mantengan altas tasas de desempleo.

Cuarto, sacar conclusiones falsas a partir de premisas verdaderas. De esta manera, si por fin escuchamos al viejo Aristóteles y nos convencemos de que efectivamente la igualdad es un problema político, concluyamos de allí que resulta muy malo que exista gente adinerada y que esos grandes capitales no pueden contribuir al bien común. Se celebra a los románticos emprendedores, pero si tienen éxito y se transforman en empresarios, se procede a detestarlos.

Quinto, los partidarios de una nueva Constitución han de insistir en la idea de que será una hoja en blanco; estimular los movimientos sociales y las funas, y en definitiva, conseguir que ese proceso se realice en condiciones muy inciertas y que esté marcado por el asambleísmo.

Sexto, y muy importante. Los parlamentarios de derecha deben sentirse orgullosos cada vez que el Frente Amplio o Camila celebren sus actos y declaraciones. De modo muy particular, tienen que preocuparse de que les digan que “son distintos” al resto de su sector, que con ellos “se puede conversar”. En suma, que son una persona única, que ha recibido el maravilloso don de interpretar las pulsiones sociales, una cualidad que hasta ahora solo tenían los frenteamplistas y el PC.

Séptimo, renegar de todo lo que ha hecho la centroderecha en el pasado. Atendido que eso no es suficiente, repudiar también la herencia de la extinta Concertación, como ya sucede con gran parte de sus próceres más destacados.

Podríamos incluir más elementos en esta receta prodesempleo, pero estos siete pasos son suficientes para fabricar un cesante o mantener en su dolorosa situación a quienes han tenido la desgracia de perder su trabajo.

Hasta ahora, se le podía reprochar a la derecha el quedarse en las variables macroeconómicas y desatender a las personas concretas. El escenario actual es exactamente el inverso. En nombre de una dignidad abstracta, muchos piensan que la cesantía es un costo que vale la pena pagar por un futuro mejor. Se trata de una ilusión peligrosa.

Podemos estar en desacuerdo en numerosas materias, pero al menos deberíamos reconocer una: pocas situaciones hay más terribles que no tener trabajo. Si lo tenemos en cuenta, habremos encontrado un punto que nos una en estos tiempos de división.