Control constitucional



Control constitucional

*PURA ESTRATEGIA*

A raíz de lo que se “cocina” en la Convención Constituyente, es bueno recordar que una de las tentaciones más frecuentes consiste en convencernos de que el mal, cualquier mal, es inevitable y, por lo tanto, debemos acostumbrarnos a él y aceptarlo. Una vez que nos tragamos ese engaño, no tardamos en convencernos también de que ese mal, en realidad, no es tan malo.

Preocupa la forma en que hoy se “venden” ideas que son pésimas, que son propias de los años 60 y 70, que de concretarse harán muchísimo daño a Chile. Preocupa que, ante el acomodo de algunos, otros terminen encontrando moderado cualquier cosa intermedia. Total, dirán: “dejémoslos que logren algo”. Que, por ejemplo, en la expropiación de todos los derechos de agua, para zanjar el tema, finalmente establezcan que solo serán algunos los cambios, y los “buenistas” de siempre, buscando un mal menor, terminen votando a favor. Así lo harán con todas las barbaridades que han propuesto. Ahí está la estrategia: radicalizar para luego atenuar, llegando a la real Constitución que buscaban. En lo que están hoy hay mucho de cazurrería.

Baltasar García nos decía: “nunca se le ha de abrir la puerta al mal menor, que siempre vendrán tras de él muchos más y mayores”. Si no lo sabremos que, por evitar la confrontación, o por pasar “piola”, o por un “buenismo” estúpido, o por cobardía política, muchos entregaron Chile a su mejor suerte, afectando su institucionalidad, otrora principal activo del país; y también muchos desdibujaron con el tiempo, lentamente, el sistema de libre mercado, por lejos el que más beneficios le ha traído a Chile, afectando el crecimiento y con ello las oportunidades de miles de chilenos.

Mal que nos pese, la izquierda radical ha sido del todo honesta porque desde un principio fueron transparentes en lo que buscaban, incluso antes de que votáramos “Apruebo” o “Rechazo”. Por eso molesta que hoy muchos se hagan los sorprendidos. Nunca pareció razonable que personas supuestamente informadas y con niveles mínimos de educación y cultura votaran “Apruebo”. Incluyo aquí a personajes como Piñera y los cuatro candidatos a primarias presidenciales de la “centro derecha”, hoy dos de ellos fuera del país, tranquilos y libres de polvo y paja.

Me pregunto: ¿alguien ha escuchado a Felipe Kast en estos días? El mismo que levantaba a los cuatro vientos la genialidad del Acuerdo por la Paz. ¡Qué manera de pecar de ingenuo!

Nicolás Kipreos Almallotis

 

Financial Times dedica columna a Boric: “Será necesario que controle las payasadas de la Convención”

El medio especializado británico afirmó que el mandatario electo “tiene una rara oportunidad de demostrar que Chile puede nuevamente marcar tendencias a nivel mundial”.

na columna del medio británico Financial Times enfatizó el especial interés que genera la asunción a la Presidencia de Chile el ex diputado Gabriel Boric, afirmando que posee una oportunidad de reposicionar al país en la escena internacional, pero que deberá controlar “las payasadas” de la Convención Constitucional.

El texto, firmado por el Consejo Editorial del mencionado medio, hace un recorrido de la historia económica del país, apuntando que durante la dictadura de Augusto Pinochet, se realizó una apertura al comercio mundial, privatización de empresas estatales y el actual modelo de pensiones.

Ya con el retorno a la democracia, se le apuntó a Chile de convertirse en una de las naciones más favorables para inversores y una de las economías de más rápido crecimiento, aunque afectada por una desigualdad alta.

De cara a este viernes 11 de marzo, apuntaron que se trata de una “ruptura total” del nuevo Presidente con su antecesor, Sebastián Piñera.

La esperanza es que Chile pueda reinventarse para brindar niveles europeos de bienestar y justicia social, mientras preserva el crecimiento económico y la inversión para pagarlo”, afirman, reconociendo que los riesgos son los niveles de crecimiento europeo y la deuda

Entre los desafíos que destacan está el que “la economía corre el riesgo de estancarse a medida que se retira el estímulo pandémico. Los precios récord del principal producto de exportación de Chile, el cobre, están más que compensados por los precios más altos de la energía“.

“El mayor riesgo de todos es el resultado impredecible de la asamblea constituyente”, agregaron, puntualizando que entre las propuestas discutidas, mas no aprobadas, se incluye la creación de 11 sistemas distintos de justicia para diferentes grupos indígenas, la abolición de la separación de poderes burguesa y la nacionalización de la minería.

“Boric tiene una rara oportunidad de demostrar que Chile puede nuevamente marcar tendencias a nivel mundial, esta vez mediante de la creación de una sociedad más justa y ecológica, al mismo tiempo que preserva el crecimiento y la inversión privada (…) pero será necesario que Boric controle las payasadas de la asamblea constituyente“, agregaron en el escrito.

 

Usar el Derecho

Gonzalo Rojas S. | Sección: Política

En tres planos se va a dar la disputa jurídico-política en los próximos meses.

En primer lugar, con relación al comportamiento de la mayoría de las izquierdas en la Convención Constitucional. Todos los esfuerzos deben centrarse en el estudio de los recursos que puedan permitir la declaración de nulidad de su actuación y de sus acuerdos, en virtud de su ilegitimidad de origen y de su ilegitimidad de ejercicio.

Ya se viene trabajando en esa línea y corresponderá a connotados juristas dar sus opiniones más especializadas para redactar un recurso que finalmente resulte contundente y eficaz. Por supuesto, el momento de presentación de ese recurso debe también discutirse y acordarse.

A continuación, hay que trabajar en la formulación de todos los argumentos necesarios para conseguir la mayoría para el Rechazo. Por supuesto, se debe mostrar a los diversos segmentos de la población la gravedad -la ilegitimidad-  de buena parte de lo que llegue a aprobarse, porque pretende deshacer el ser nacional y terminar con la unidad de la Patria. A muchos les hará sentido una argumentación más jurídico-histórica; para otros, las razones de naturaleza socio-económica serán más importantes.

Finalmente -y también hay diversas iniciativas en marcha al respecto- debe estar muy claro cómo debe procederse una vez que se vislumbre una posibilidad concreta de triunfo para el Rechazo. No resulta lógico pensar que bastaría derrotar al proyecto de la Convención, sino que es imprescindible saber proponer un plan diferente para la evolución constitucional posterior. Y ese plan, con todos los matices que puedan pensarse, debe estar dirigido a que el Congreso recupere sus facultades constituyentes. Ahí, una vez producido el triunfo del Rechazo, debe centrarse la discusión constitucional.

Como la izquierda desprecia el Derecho y lo manipula, pareciera estar en total desprestigio. Pero no es así: el Derecho sigue siendo un gran instrumento de la defensa de Chile.

 

Aborto y objeción de conciencia

Gonzalo Ibáñez S.M. | Sección: PolíticaVida

Como es bien sabido, la ley que autoriza el aborto en tres causales contempla la posibilidad de que los médicos especialistas involucrados (ginecólogos) puedan invocar una objeción de conciencia para evitar ser llamados a practicarlo. De hecho, una importante mayoría de entre ellos ha declarado ser objetor de conciencia con lo cual la práctica de ese crimen se ha visto en alguna medida entrabada. Ello hasta el punto, en todo caso, de que en la Convención Constitucional se está sosteniendo la conveniencia de poner término a ese derecho de los médicos y de aprobar una legalización del aborto prácticamente libre. Lo cual ha encendido las alarmas. Por eso, conviene destinar algún tiempo para analizar la realidad de la conciencia, de cuál sea su función y de su papel en este problema que significa la práctica del aborto.

Desde luego, hemos de decir que la objeción de conciencia no es un recurso que pueda esgrimirse de cualquier manera como, por ejemplo, para dar paso a la comisión de delitos. La conciencia no se justifica a sí misma y, por lo mismo, no basta que alguien sostenga que toma una decisión porque su conciencia se lo aconseja, para que todos los demás tengamos que aceptarlo sin chistar.

La conciencia es, de hecho, nuestra inteligencia aplicada a una determinada acción u omisión. Sobre la base de que la bondad o maldad de esa decisión no quedan entregadas a la voluntad del sujeto, a ella, como inteligencia, le corresponde conocer cuán ordenada puede ser a nuestro fin -el bien común- una concreta decisión y le corresponde entonces dar razones acerca de por qué sea conveniente adoptarla o rechazarla.  Por ejemplo, un constructor de puentes, si su obra se desmorona, no puede asilarse en su conciencia para justificar no haber sido fiel a las reglas que la ciencia de la construcción enseña para estos efectos. El, por su profesión, conocía o debía conocer esas reglas y eso manda en su conciencia.

En este contexto ¿puede una persona esgrimir el dictamen de su conciencia para evitar ser llamado a practicar un aborto? La validez de la respuesta va a depender, por lo que hemos dicho, no de la voluntad de esa persona sino, en definitiva, de lo que la inteligencia enseña acerca de ese ser que se gesta en el vientre de una mujer y de todas las otras realidades que rodean esa situación. Es en este momento que corresponde dar paso no tanto a lo que nos puedan decir o sostener, por ejemplo, las religiones, sino derechamente a lo que nos diga la biología o ciencia de la vida. Es ella la que nos enseña la realidad principal que debe, en este caso, presidir el juicio de la conciencia: que ese ser es un ser humano a carta cabal, inocente e indefenso, por lo que si un médico procede a quitarle la vida no hace sino cometer un asesinato. Lo que está entonces detrás de su decisión de abstenerse de cometerlo no es una conciencia que especula en el vacío, sino la evidencia del crimen que se quiere cometer a través de sus manos. Esto es lo que da sustento a la posición de esos médicos objetores de conciencia. Ellos simplemente dicen Sí a la vida.

Es cierto que muchas veces se presentan circunstancias dolorosas en torno a la decisión de respetar la vida del que está por nacer. Un embarazo, que habitualmente trae tanta alegría, puede convertirse en motivo de honda preocupación e, incluso, desesperación para una madre que carece de los recursos para sostener después una crianza; que puede haber sido abandonada y que no cuenta con los apoyos familiares tan importantes en estos casos. Pero, claramente no es la muerte de la criatura el camino de solución, sino, desde luego, advertir cómo el éxito o fracaso de un embarazo no es algo que pueda dejar indiferente a la comunidad. Es en el momento mismo del nacimiento de sus nuevos miembros que esa comunidad se juega su suerte, por lo que, sobre todo, debe estar atenta para prestar toda su colaboración y así asegurar el éxito de ese embarazo y de ese nacimiento. Cuando, por el contrario, esa comunidad legaliza el crimen y, aún más, lo incentiva, es su propia existencia la que está poniendo en juego.

No son los médicos objetores de conciencia los que, por lo tanto, deben cambiar, sino la legislación que autoriza e impulsa la práctica de ese crimen. De acuerdo a lo que hemos dicho, no pueden asilarse en su conciencia quienes promueven ese crimen y quieren hacer de él un acto legal. El crimen -quitar a otro la vida sin que intervenga una razón de legítima defensa- viene siempre condenado por la conciencia porque es un acto malo de suyo. De hecho, si queremos encontrar una fecha en la cual comienza el desmoronamiento de nuestra república es esa, la de la ley que autoriza el aborto. Al lado de matar un niño en el vientre de su madre, es casi intrascendente incendiar centros comerciales, saquear supermercados, quemar iglesias o tomarse calles y autopistas. Es de esto de lo cual en Chile debemos tomar verdadera conciencia y agradecer a esos médicos su valentía para no dejarse arrastrar a la comisión de un crimen abominable. Y, de una vez por todas, no hacer del derecho a la vida una vana palabrería, hueca de sentido, aplicable en algunos casos y en otros no. Terminando con la hipocresía en esta materia podremos, por fin, comenzar la reconstrucción de nuestra patria.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio de Valparaíso, el miércoles 2 de marzo de 2022.

 

De la borrachera al delirio

Juan Pablo Zúñiga H. | Sección: PolíticaSociedad

Se volvieron locos”, “Chile está desquiciado”, “¿será que la pandemia generó un daño mental a las personas?”, “¿qué clase de maldición cayó sobre Chile?”. Todos hemos escuchado estas frases en los últimos tres años. Son frases alegóricas, pero que algo de verdad tienen. Lo que no explican, y lo que pocos parecen advertir, es que el país decidió optar por el suicidio.

Chile, tierra de poetas”. Así era llamada nuestra tierra hace algunos años por turistas que venían encantados a conocer nuestro país. La verdad de las cosas es que esa frase debería ser reformulada y rezar “Chile, tierra de experimentadores”. Algunos experimentos -como el milagro económico de los 1980- han funcionado, otros -como los experimentos socialistas- han sido un fracaso. Está bien, la prueba y el error son parte de las reglas del juego del trabajo experimental, lo mismo que eliminar las estrategias fracasadas y potenciar las exitosas. Lamentablemente, nuestra sociedad tiene la vocación de aquel personaje de historietas infantiles Giro sin Tornillo y persiste, obstinadamente, en hacer funcionar experimentos que destruyeron nuestra sociedad en otras oportunidades y que hoy amenazan con llevarnos a un pozo del cual será imposible salir.

¿Qué es lo que lleva a nuestro país a insistir en la fórmula del fracaso? A estas alturas, a mi juicio, ello es promovido por el delirio y la locura que le siguen a la borrachera a la cual se lanzara premeditadamente. La Revolución de Octubre del 2019 fue la gran fiesta de los enrabiados con la cual se dio inicio al plan montado por la extrema izquierda chilena para hacerse del poder de una vez y para siempre. Sí, para siempre. En ella se vieron los frutos de años de trabajo de las izquierdas en su proceso de transformar la consciencia de cientos de miles de chilenos. En esta fiesta, le dieron sentido a la vida de una generación entera que se sentía perdida en la frivolidad y repartieron a rienda suelta la “chupilca revolucionaria” -mezcla de populismo, rabias, frustraciones y un toque de panfletería marxista perfectamente re-acondicionada a los nuevos tiempos, para que sepa dulce al paladar del incauto-. Con este brebaje se les convenció de la necesidad de cambiarlo todo y de que ellos serían los protagonistas.

La fiesta pasó y dejó en su camino lo que acostumbra una desenfrenada jarana: una estela de destrucción, cofres vacíos y comensales presos de una borrachera “de aquellas”. En el caso del alcohol, es conocido su efecto de euforia, seguido por la depresión y hasta la aversión. En el caso del gran carnaval montado por las izquierdas, la destrucción material es evidente para todos, el déficit fiscal se hará notar dentro de poco y los comensales, luego de la borrachera, pasaron al delirio, que, por definición, implica una perturbación de la razón. Es por ello por lo que -no importa cuántas razones y poderosos argumentos se le entregue a quienes hoy están dispuestos a aprobar la nueva constitución (ya algunos llaman de “mamarracho”)- muchos no están dispuestos ni a escuchar, ni a dar su brazo a torcer. Peor aún, siguiendo el estricto significado de “delirio” (fruto del estado alterado de la razón) creen piamente que un gran futuro nos espera.

Los que aún gozamos de razón, nos espantábamos -pero no nos sorprendíamos- con las delirantes propuestas venidas de la CC al tiempo que la coalición de extrema izquierda del nuevo gobierno, junto con sus ciegos adherentes, les avivaban la cueca. Ironizábamos con la analogía de la retroexcavadora sin imaginar que llegaríamos al punto en que nos encontramos hoy. De aprobarse la propuesta constitucional, nuestro país será completamente despedazado en lo territorial; el alma nacional será aniquilada y reemplazada por una pléyade de naciones, al tiempo que crecerá el aparato público a proporciones obscenas. ¿El resultado? Un país sin carácter nacional, sin soberanía ni integridad territorial, con movimientos “nacionalistas” e indigenistas dispuestos a profundizar conflictos armados civiles ya existentes, un aparato público -como ya se vislumbra en el nuevo gobierno- al servicio de operadores políticos de izquierda, fuga total de capitales, y, como consecuencia, el aumento de la deuda internacional y el pueblo en la miseria. Es decir, la fórmula perfecta para el fracaso.

¿Cómo fue que llegamos a esto? Los historiadores se encargarán de decirlo. Por ahora, sólo me atrevo a señalar que llegamos a este punto producto de la secuencia lógica de eventos que ya se gestaban hace una década y que desencadenaron la borrachera revolucionaria, el delirio, la locura y, de ésta, al suicidio nacional.

Aún tenemos Patria ciudadanos” nos recuerda Manuel Rodríguez. Mientras aún haya chilenos sensatos -y créame que son cada día más- que se atrevan a defender nuestra República, aún tendremos viva la esperanza de la última alternativa que nos queda: el plebiscito de salida. Si nos farreamos esta oportunidad preciosa, me temo que ya no tendremos un futuro esplendor en nuestra copia feliz del Edén.