Derechos Humanos en Chile



Derechos Humanos en Chile

Finalmente se retiró Brito, cuyo legado real será el de haber sido parte importante de la ilegítima y perversa maquinaria organizada para perseguir y condenar política y prevaricadoramente a militares y policias por DDHH, pero aun continúan en la segunda sala ministros cómplices de la injusticia neo marxista.

Para los abogados y organizaciones ligadas a la defensa de los derechos humanos este miércoles 15 de noviembre comienzó a cerrarse uno de los capítulos más negros en la historia judicial. Y es que será el último día como titular de la sala penal del ministro Haroldo Brito Cruz, ya que hoy jueves 16- cumplió 75 años, es decir la mayoría de edad para obrar como juez de la República. En los pasillos del Palacio de Tribunales algunos replican que “es el fin de una era” y es que el rol que jugó el magistrado -ligado a la masonería- fue de odio y venganza.

El retiro del juez que inspiró a los “garantistas”

En los tribunales de garantía, al instalarse la Reforma Procesal Penal en Chile hubo una fuerte corriente de magistrados que conformaron un grupo denominado “jurisdicción y democracia”. Se trataba principalmente de jueces dedicados a aplicar el derecho penal que tenían en común ser críticos del rol del Poder Judicial en el Gobierno Militar, cuando si se aplicaba la verdadera JUSTICIA y que vieron en jueces del antiguo sistema, como Haroldo Brito, Milton Juica, Jorge Dahm y Carlos Cerda, entre otros, a inspiradores de cómo la justicia debía intervenir para proteger los derechos humanos de todos los ciudadanos, incluso -muchas veces- de aquellos que cometían delitos y que en la actualidad tenían a todo el poder del Estado (Fiscalía y policías) en su contra.

El resultado hoy salta a la vista, asaltos por doquier, secuestros, mafias organizadas que delinquen en todos los campos, etc., mientras siguen persiguiendo a los militares que liberaron a Chile de la dictadura marxista y que a pesar de la edad y enfermedades que tienen, los mantienen en los Campos de Exterminio de Punta Pauco, Colina 1 y otros.

 

 

 

Derechos Humanos, El Origen

Freddy Blanc Sperberg
Consejero Nacional PRCh

Doy gracias a Dios por haberme premiado con tan grandes amigos, atentos y generosos y con la capacidad de querer aportar, con sus conocimientos y experiencias, a generar uno de los más grandes valores de la sociedad, su cultura.

La cultura en realidad ha resultado bastante esquiva para las nuevas generaciones, dado que los programas de estudio están basados más bien en ideología que en filosofía. La filosofía es la cuna del pensamiento crítico, desarrollando la capacidad de análisis que cada uno de nosotros requerimos para transitar por la nuestra sociedad siendo un real aporte.

Con la debida autorización de don Mario Ríos Santander, me permito reproducir y comentar partes importantes de un texto de su autoría, que me hizo llegar, pues lo consideré de tan relevante trascendencia, dados los aciagos tiempos que vivimos, que estimé de un egoísmo inaceptable no difundir y comentar su contenido.

Contrario a lo que muchos creen, ya son 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) por la Asamblea General ONU.

No son, y nunca lo fueron, nacidos, redactados ni ejercidos desde el marxismo y su vía de reducción utilitaria y apropiadora, propia del falaz constructo de las Izquierdas, muy especialmente dentro de Iberoamérica.

Concluida la guerra en Europa luego de la WWII, el día 26 Junio de 1945, en San Francisco (USA) se firmó la Carta de la ONU, entrando en vigor el 24 de Octubre de ese mismo año, cuyo fin era preservar la paz y seguridad y estableciendo un orden internacional nuevo, con respeto y cooperación entre los Estados, para mejor proteger a la convivencia civilizada y a las personas.

Se creó así un Sistema con la organización de Naciones Unidas propiamente tal y con agencias especializadas. Ante la barbarie vivida, y los millones de muertos y heridos, de viudas, huérfanos y lisiados de las WWI y WWII, se creó también una Comisión para redactar y proponer un Acuerdo fundamental sobre Derechos Humanos, Comisión que fue presidida por Eleanor Roosevelt, viuda del recientemente fallecido ex-Presidente norteamericano Franklin Délano Roosevelt, junto a 8 miembros más que fueron China, como una República previa al triunfo marxista de la revolución Maoísta, del Reino Unido, de Francia, de Estados Unidos de América, de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, de Australia, de Canadá, de El Líbano y también de nuestro amado Chile, recayendo el honor de ser titular de nuestro país en la Comisión el embajador Hernán Santa Cruz, nacido en Santiago el 08 de febrero de 1906 y fallecido también en Santiago dos días después de su cumpleaños, pero en el año 1999. Abogado y diplomático, tuvo la tarea de ser el primer delegado de Chile ante las Naciones unidas y uno de los nueve redactores originales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, uno de los más relevantes de la humanidad.

Embajador Permanente de Chile ante las NU entre los años 1946 y 1953 durante los Gobiernos de Gabriel González Videla y del Gral. Carlos Ibáñez del Campo, en 1967 volvió a ser embajador de Chile ante la ONU en Ginebra, nombrado por el Presidente Eduardo Freí Montalva siendo, además, ratificado por el Presidente Allende durante su mandato. Luego, en 1973 fue SubDirector de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, más conocida por su sigla como FAO.

Aunque a algunos algo no le cuadre, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, comunista y único país marxista parte del Comité redactor, que al votar la Declaración los 56 Estados Miembros en la Tercera Asamblea General de 1948, no la aprobó, limitándose a abstenerse.

De la básica Declaración Universal de Derechos Hmanos de Naciones Unidas derivaron varias otras convenciones, como ser la de los derechos políticos y sociales, la del niño, de la mujer, de las personas con discapacidad y de no discriminación, entre otras.

Vale la pena conocer algo de ellas, porque en verdad carecen del sesgo y manoseo de la interpretación reduccionista que los neomarxistas hacen, para tomar lo que les sirve, torcerlo y usarlo en su beneficio.

El proyecto de nueva Constitución de Chile incorpora en su texto a todos y cada uno los derechos humanos que existen en esos instrumentos ya ratificados por Chile, por el Gobierno y en el Congreso, como ley, de modo que, en este aspecto, pone al día el antiguo texto de la Constitución de 1980 y la versión Lagos 2005, la que ya contenía los Derechos Humanos de la Primera Declaración, porque eso nunca se tocó y así fueron incluidos en su momento por Jaime Guzmán Errázuriz, líder del grupo redactor y fundador de la UDI.

Los Derechos Humanos en su texto, hacen de ella una buena Constitución, demostrando así que los marxistas no son ni los inspiradores ni los redactores y están muy lejos de ser los genios que pensaron en ello por primera vez, máxime si en su primera intervención ya estaban nadando contra la corriente del mundo que buscaba señales, más fuertes y claras, de civilización. Así, tampoco son los dueños del avance civilizatorio del que tanto alarde hace. Por el contrario, los actos registrados en todas las dictaduras rojas han violado con suma barbarie y violencia, sistemáticamente, los derechos humanos de las personas, y así lo hizo también Salvador Allende.

La bandera de los DD.HH. de 1948 fue y es nuestra, levantada contra el totalitarismo y el nazismo ya vencido, por una gran mujer inspiradora, Eleanor Roosevelt, cuando un chileno diplomático de carrera y alto vuelo, puso a Chile en una cúspide mundial participando y representándonos en el verdadero ORIGEN DE LOS DERECHOS HUMANOS.

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Odiar a cualquier costo

Juan Pablo Zúñiga Hertz 

      Si usted se identifica de derecha, sin importar cual, sea derecha social, conservador, da lo mismo cual, de seguro alguna vez en más de una discusión con algún oponente, usted fue llamado de fascista o de nazi. Si la conversa subió de tono, seguramente su contraparte lo llamó a usted de asesino, de intolerante, de genocida, de encubridor de asesinos, etc. ¿Me equivoco?

Pues bien, la inversión de los principios en el progresismo mundial y su búsqueda para agudizar las contradicciones ha llegado a tal punto que se están contradiciendo a sí mismos, transformándose en lo que ellos acusan y hasta defendiendo lo que satanizaban.

En el desatar de las furias de millones de progresistas mundiales después del inicio de las operaciones militares de Israel para terminar de una vez con las fuerzas diabólicas de Hamás, ha surgido con toda fuerza el antisemitismo y también la incongruencia. Los mismos que antes nos acusaban de nazi, pues ahora dicen –explícitamente– que Hitler tenía razón. Aquí en EE.UU. han tenido la osadía de celebrar al führer y hasta decir que se quedó corto en sus planes de exterminio. Es decir, pasaron de condenar al nazismo y de llamar de nazi a todo quien pensase diferente que ellos, a ser nazistas ellos mismos.

Estos mismos energúmenos que lo llamaban a usted de encubridor de asesinos y de genocida por manifestar su apoyo al gobierno militar o a la hegemonía norteamericana, ahora están muy campantes celebrando las barbaridades de Hamás y, nuevamente aquí en los EE.UU., incitando y llamando a un nuevo genocidio judío. Es decir, se transformaron también en genocidas y en cómplices y encubridores de los asesinatos más sórdidos, violentos y repugnantes de los que se tenga memoria. Hace días atrás una agitadora llamada Tara Tarawaneh manifestaba públicamente el “regocijo y la enorme alegría que le produjeron las potentes imágenes” de las masacres del 7 de octubre. Obviamente una muchedumbre de energúmenos compartía su alegría.

El antisemitismo siempre ha estado presente, pero ahora se le suman nuevos bríos provenientes de millones de jóvenes progresistas cuyas mentes y almas fueron trabajadas durante años para destruirles los códigos morales, eliminar de sus vidas la fe cristiana, vaciar de sus mentes los contenidos y tradiciones enseñadas durante milenios y sustituirlos por perversiones a todo nivel. ¿El resultado? Jóvenes con odios en estado de ebullición, pero maquillados de esa inmundicia injusta que llaman de justicia social. Estas pobres almas tal vez nunca fueron antisemitas, pero ahora lo son, pues tal como en los pogromos o en tiempos del nacional socialismo –su nueva ideología favorita– la cuestión es descargar el odio contra el blanco perfecto: los judíos.

Ese es el meollo del asunto: darle rienda suelta al odio. Como estas generaciones han sido adoctrinadas de esta manera, lo que usted y yo vemos como un odio francamente asustador, es para ellos sinónimo de lucha, de justicia; sienten que los hace mejores y más empáticos y –utilizando esa palabrita ridícula que me enerva– los empodera. El progresismo vive una falsa ilusión, un espejismo, de manera que creen en algo que es falso y que los llevará finalmente a la condenación. Esto es precisamente lo que nos advertía el Papa Benedicto XVI: la dictadura del relativismo. Esta no reconoce nada como definitivo, transformando en algo positivo hasta las más deleznables conductas del ser humano, como las masacres del 7 de octubre.

El antisemitismo es maligno. Ahora, el antisemitismo que se manifiesta en este matrimonio entre progresismo e islamismo radical es diabólico. ¿Qué ser humano en su sano juicio puede decir que se deleita y regocija al saber que unas bestias –perdonando lo gráfico– colocaron un bebé en un horno mientras sus padres eran psíquica y físicamente torturados al tiempo que eran obligados a ver su hijo en tal estado? Solo quien es inspirado por Satanás mismo puede alegrarse con ello.

Sí, son tiempos oscuros. No necesita ser creyente para comprender que estamos frente al desatar de fuerzas malignas cuyo objetivo es el aniquilamiento de cada judío de la faz de la tierra, seguido por la eliminación de cada cristiano y, finalmente, la islamización mundial. Por lo tanto, no sea iluso pensando que este es un problema entre israelíes y palestinos. Es un problema global, pues después de Israel, vienen por usted.