DESDE MI TUMBA.



DESDE MI TUMBA.

Siento gritos, groserías, bestias pateando mi tumba, la tumba con que la Patria me honró como testimonio de gratitud por haber entregado mi vida por ella y mi Bandera. No  me lo merezco quizás, pero represento a miles de soldados que cumplimos nuestro sagrado deber.
Me insultan babosos de odio y drogados; borrachos quieren llegar a mis huesos, a mi lugar de descanso eterno. ¿Por qué me odian si antes me querían y respetaban?
Con una linda ceremonia me trajeron desde el Campo de la Alianza hasta este lugar el año 1955; me acompañaron viejos soldados  con los que pelée a su lado, y quizás fue la viuda de alguno del cual nunca más se supo igual que yo, que saludó militarmente y llorando emocionada, cuando las tropas desfilaron frente a la estatua de mi General Baquedano y ante mi tumba, la de un hombre muy humilde.
Meten fierros y chuzos alrededor de mi sepulcro. ¡Siento como rompen la placa tan hermosa que me escribiera mi Capellan Abarzua!
Recuerdo que un fotógrafo de delantal blanco sacaba fotos de cajón a familias enteras que venían a visitarme, niños corrían a mi alrededor; o más de algún galán declaró su amor sentado a mis pies.
¡Aumentan los gritos, siento calor por el fuego que prenden en mi lápida, vacían botellas de cerveza, estoy hecho un basural!
¿Donde están los míos? ¿Donde están mis camaradas? ¿Donde está los que cantan los himnos y canciones de la Patria en nuestro recuerdo?
¿Por qué han permitido esta ofensa, este oprobio, este deshonor?
¡Yo que junto a una legión de bravos di la gloria a este Ejército!
Estoy debajo de una carpa;  escucho que hablan de mi;  que yo, un humilde soldado chileno, estoy creando problemas políticos a un hombre que hace poco vino, torpe y jocosamente,  a sacarse fotos a los pies de mi general.
Dicen que me sacan de aquí y me llevan a un mausoleo entre gallos y medianoche y como una solución de parche. Improvisadamente.
Lo siento por Chile y el Ejército.
Ya no tienen a su Soldado Desconocido.
Nos derrotaron, y me han dejado abandonado tras las filas enemigas.

Mi homenaje al Soldado Desconocido que visité anualmente de la mano de mi abuelo.

General (R) Hernán Nuñez Manriquez