Epifanía Comunista y Adiós



Epifanía Comunista y Adiós

Un pianista comunista tocó la Canción Nacional, la alcaldesa comunista hizo de dueña de casa, el presidente de la República, que declara estar “a la izquierda de los comunistas”, fue el invitado de honor; el imbunche presentado lo pergeñaron entre Marcos Barraza, comunista, y Fernando Atria, compañero de ruta. El acto fue una epifanía comunista integral en un país en que los más altos índices de rechazo en las encuestas suelen cosecharlos los comunistas, pero donde, de una u otra manera, casi siempre se termina haciendo lo que ellos dicen y casi todos, hasta la centroderecha, repiten consignas suyas. Pero el comunismo no funciona. Por eso tras “la dictadura comunista de Allende” (título del libro en prensa de Nicolás Márquez) sobrevino un intervalo lúcido nacional como el de 1973-1990.

A Boric le advierto desde ya que si gana el Apruebo el desbarajuste va a ser tal que él no va a durar ni siquiera los mil días de Allende en el poder. Pues la gente sin pan, como el ’73, les va a pedir a los militares que lo echen y es probable –aunque menos que el ’73, pues existe un Punta Peuco– que vuelvan a intervenir. En cambio, si gana el Rechazo Boric tiene una buena probabilidad de terminar su mandato y entregarle la banda, esto sí es seguro, a José Antonio Kast o a Evelyn Matthei en 2026. Porque la mayoría acá será tonta, pero sólo hasta cierta fecha: Ibáñez ganó lejos tras la “revolución de la chaucha” de 1949, Jorge Alessandri ganó menos lejos, pero eso igual valió, tras la insurrección del 2 y 3 de abril de 1957; y en 1973 la Junta alcanzó su peak de popularidad tras la salida de madre marxista de Allende. La insurrección del 18.10.19 terminará fortaleciendo a la derecha.

Dicho eso, convengamos en que la Convención ya está out, finita, nunca más. Dentro de unos días más la gente va a preguntar quiénes fueron Elisa Loncon, María Elisa Quinteros, Jaime Bassa y no sé cuánto (ya se me olvidó) Domínguez. Y cuando le contesten que estuvieron a la cabeza de la Convención va a preguntar qué Convención. La vida es así. Los ríos de tinta, sesudos debates y paneles, cuerpos aparte semanales de “El Mercurio” y programas especiales de radio y TV ya fueron a dar al mar..

Lo sospeché desde un principio y lo escribí, pero confieso que me equivoqué en una sola cosa: no creí que la bolsa de gatos fuera a producir ni siquiera el adefesio.

Tras depositarla en “el basurero de la historia”, que quede para perpetua memoria: (1) La Constitución vigente no estaba muerta. Vive. (2) “El modelo” tampoco estaba muerto, tanto que hoy reacciona ante el peligro del comunismo reinante y el dólar llegó a $950. (3) El estallido nunca fue “social”, pues los pobres de otras partes vinieron y vienen en masa a Chile a “sufrir” la suerte que el modelo depara a sus similares de acá. (4) Bajo cualquier indicador la economía libre y la Constitución que la ampara generaron prosperidad, democracia y libertad: antes del estallido (1990-2019) éramos democracia plena; después, “democracia defectuosa”. Luego, el “estallido” ha sido, además de destructivo, antidemocrático. (5) Fueron los partidos y sus clientelas los que se quedaron con parte de la plata que era para los pobres: remuneraciones estatales son un 50 % superiores a las de mercado y si el gasto social hubiera ido a los más pobres y no a las clientelas de los partidos, no habría pobres: es preciso redistribuir desde la burocracia hacia los más pobres.

La perspectiva de hoy es que el 4 de septiembre la mayoría dirá adiós a tantos mitos. Parece que “más temprano que tarde” la plaza Baquedano y la República de Chile volverán a ser lo que fueron.

Hermógenes Pérez de Arce