Derechos Humanos en Chile. ¡ESA MAL LLAMADA JUSTICIA!



Derechos Humanos en Chile. ¡ESA MAL LLAMADA JUSTICIA!

Colmados de odio y la venganza

      La nueva normalidad ha ido permeando lenta pero profunda y progresivamente la vida de los chilenos. La drogadicción, secuestros, asesinatos, turbazos, portonazos, encerronas, sicariatos, comercio ambulante y un largo etc., formando parte del crimen organizado son nuestros principales productos de exportación debido a la inmigración ilegal desatada gracias al gobierno de Bachelet, que siguiendo a pie juntillas la agenda 20-30 impuesta desde la ONU, han pasado a formar parte de nuestro diario vivir. Los chilenos no protestamos, nos callamos y damos paso, sumándonos al laissez-faire y al laissez–passer del Supremo Gobierno y de los señores políticos que se entretienen en un proceso constitucional, por de pronto ilegal y que solo le interesa a ellos, por cuanto nunca ha sido una prioridad para los compatriotas como ha sido probado en dos referéndum.

                Y en medio de esta presunta y perversa normalidad nos encontramos con jueces y fiscales que echan por tierra el esfuerzo de las policías amparando una puerta giratoria que incentiva a delincuentes a perseverar en su “trabajo” diario. Súmese a lo anterior, una situación que ha sobrepasado todos los límites de la cordura, profanando el sentido más estricto y amplio de la justicia, persiguiendo a ex miembros de las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad por situaciones prescritas, bajo un sistema obsoleto e injusto, que no dejaremos de repetir, carente de un debido proceso, no observancia de la amnistía y de los tratados internacionales ─con los cuales hacen gárgaras─  ni de la prescripción de los delitos; negativa a las disposiciones pro reos, aberraciones judiciales, inequidades y ficciones jurídicas, etc.; en suma, de cuanto vicio pueda existir en este ámbito.

              No es difícil adivinar quiénes son esos pseudos seguidores de Temis o Justitia. Ministros en visita para causas de DD.HH., de Cortes de Apelaciones e integrantes de la Corte Suprema, en especial de la 2ª. Sala Penal, que guiados por su ideología o pretensión de alcanzar los más altos cargos, no trepidan en vulnerar conscientemente el “juramento de desempeñar leal y honradamente la profesión” previo a ser investidos como abogados.

            Uno de estos desquiciados y mal llamados jueces es Álvaro Mesa Latorre, que en el colmo de su desvarío mental e ideológico ha imputado a 23 miembros del Ejército como autores o cómplices de homicidio calificado y apremios ilegítimos por hechos acontecidos en noviembre de 1973, en la isla Cautín, Temuco ─sin importar el grado de participación─ y que a esa fecha ostentaban grados subalternos de oficiales, suboficiales y soldados conscriptos, como los únicos sobrevivientes a quienes les era factible condenar. Su paranoia lo ha llevado a pedir a 20 de ellos cadena de presidio perpetuo, lo que en la práctica considerando la actual menor edad de los imputados, soldados conscriptos -68 años- significa en la práctica una condena a muerte. En su delirium tremens, en el día de ayer, en su carrera para optar a unos de los puestos que vacarían el presente año en la Corte Suprema, suma nuevas condenas a 13 ex miembros de la institución ─incluyendo 2 soldados conscriptos─ por hechos acontecidos en la ciudad de Angol en Octubre de 1973, repitiendo el mismo patrón anterior. Presuntos testigos por haber estado en la unidad o cerca de los hechos habiendo fallecido todas las autoridades de mayor graduación, con condenas que van desde los 19, 15, 13 y 5 años, porque, como reza su fallo “hasta esta fecha ningún funcionario público, sean Soldados Conscriptos, Suboficiales, Oficiales del Regimiento Húsares de Angol que se desempeñaban en la época de los hechos, ha dado algún antecedente a la autoridad respectiva en relación a lo sucedido con los cuerpos de los jóvenes L. R.C.A. y R. G.R.M., manteniendo hasta el día de hoy ocultamiento de todo tipo de antecedentes sobre la muerte de ellos”.

           Este truhan creyéndose un seguidor de los jueces del Olimpo y ni siquiera basado en presunciones válidas se permite jugar con la vida de las personas, condenando a este personal y a sus familiares a sufrir por largos años los rigores de una injusta condena.

      Toribio en una reciente visita a Punta Peuco y Colina 1 ─pendiente desde la pandemia─ ha podido constatar el deplorable estado de salud de quienes llevan largos años de condena, lo que además se refleja en el aspecto físico de sus camaradas a simple vista. Cabe señalar que dada la “febril actividad” de estos pseudos jueces el hacinamiento en ambos penales ha llegado a su máxima expresión, al destinarse lugares de visitas, comedores, enfermería e incluso cocinas, para recibir a nuevos internos, lo que además ha afectado el régimen de visitas y el confort para departir con ellos.

                Me comenta además que Pepe Grillo no lo deja “ni a sol ni a sombra” que lo persigue a todos los rincones de su isla paradisiaca respecto a una eventual y rápida solución, que él la tiene, a lo que el asceta responde que no existe, porque la justicia está prostituida por jueces, fiscales y abogados ideologizados que solo buscan  la venganza producto de un odio que ha hecho raíces imposible de erradicar; que los chilenos son unos mal agradecidos y que por tal razón se enfrentarán tarde o temprano a sufrir aún más las consecuencias de su anomia, insensibilidad y falta de solidaridad; que de los políticos ya nada se puede esperar, independiente de sus colores; y de las instituciones armadas por razones obvias tampoco después de la experiencia sufrida y porque las “papas no están para caldo”, menos aun cuando ya se han observado ciertas debilidades. Toribio enfatiza que le ha refutado a Pepe Grillo con los mismos argumentos y que este insiste en que actualmente hay mano de obra barata y con probada experiencia producto de la inmigración que estaría dispuesto bajo ciertas consideraciones a ser parte de la solución.

                Finalmente le expreso “vade retro satanás” y doy por terminado el diálogo.

Fernando Hormazábal Díaz

General de Brigada (R)