Esto No Tiene Perdón de Dios



Esto No Tiene Perdón de Dios

El otro día Cristián Zegers me mandó un ejemplar de la edición de un libro de “El Mercurio” titulado “Grandes Visitas en Chile”, que tuve oportunidad de agradecerle personalmente y en cuyas páginas me encontré con la visita del canciller alemán, Helmut Kohl, en octubre de 1991, quien en un discurso ante el Congreso tuvo la insolencia de comparar la dictadura comunista de la RDA con el Gobierno Militar chileno, lo que, naturalmente, provocó el abandono de la sala de treinta parlamentarios de derecha, cuyos cerebros todavía no estaban completamente lavados, como lo están hoy. Había entonces en nuestra derecha siquiera un resto de dignidad en 1991, que hoy ya se ha perdido completamente.

 

En medio de los despojos actuales se anuncia que varios Presos Políticos Militares van a pedir perdón, pues hicieron algo que “no tiene perdón de Dios”: salvar a Chile del comunismo.

 

La escala de valores está tan profundamente trastocada en Chile que los totalitarios son considerados ahora “demócratas”, siendo los mismos que se iban a tomar el poder por las armas, como victimarios de quienes se les opusieran, sin perjuicio de lo cual ahora son “víctimas” (al punto que hasta un ex comandante en jefe del Ejército hablaba de “mis camaradas y las víctimas”).

 

Chile ha caído muy bajo. He visto filmaciones de tropas norteamericanas regresando de combatir a terroristas de Al Quaeda y, al bajar del avión en un aeropuerto californiano, ser aplaudidas espontáneamente por los pasajeros presentes. Acá, en agradecimiento por derrotar a los terroristas, a los soldados los hemos mandado a pudrirse en una cárcel. Pero como Lagos tenía siquiera un resto de conciencia dispuso el penal Cordillera para los de alto rango, sólo para que después su sucesor Piñera, que de conciencia nunca ha tenido el menor atisbo, los trasladara en medio de la agresiva fanfarria y las pedradas comunistas al hacinado Punta Peuco, provocando el suicidio del más comprobadamente inocente de todos, Odlanier Mena. Así ganó algunos puntos de la izquierda en las encuestas.

 

En la campaña presidencial norteamericana reciente había un solo tema en que Hillary Clinton y Donald Trump estaban totalmente de acuerdo: había sido preciso matar a los terroristas. Ambos se referían a la muerte de Osama Bin Laden, a quien las fuerzas de seguridad fueron a buscar a su hogar clandestino, le dieron muerte y, posteriormente, arrojaron su cuerpo al mar, diciendo que había sido “brought to justice” (“traído ante la justicia”). Aquí a los uniformados que “trajeron ante la justicia” a dos mil y tantos terroristas de izquierda armados que amparaba la UP los hemos metido presos sin siquiera reconocerles el derecho a un debido proceso.

 

El brigadier Krassnoff, de impecable hoja de vida en el Ejército, está condenado a 460 años de presidio por, supuestamente, mantener secuestrados hasta hoy a numerosos terroristas (“ficción jurídica”, como confesó una vez en cámara el juez Solís). Todos procesos amañados, vergonzosos e ilegales. Una vez el brigadier me dijo: “Nunca siquiera detuve a nadie, salvo que se considere como detención el haber entregado a Carmen Castillo, la pareja de Miguel Enríquez, herida, a una ambulancia. Nunca torturé a nadie ni en presencia mía se torturó”. Pero quieren “que pida perdón”, para darle algún derecho a los beneficios carcelarios de que gozan todos los delincuentes presos.

 

¡Qué lejanos están los días en que Frei Montalva les decía a los empresarios, aterrorizados por las “tomas” armadas durante la UP: “Esto se arregla sólo con fusiles” (Acta Rivera); y los conminaba ir a hablar con los comandantes en jefe, que eran los únicos que, a su juicio, podían enfrentar la situación, relatando haberle expresado a un general: “Yo cumplo mi deber como legislador, pero ustedes, que tienen las bayonetas, no las usan”. Y cuando actuaron, proclamaba en el ABC de Madrid: “Los militares han salvado a Chile”. Y Aylwin defendía la acción represiva de los mismos militares a los cuales veinte años después sentó en el banquillo de los acusados, negándose en octubre de 1973 a condenarlos “desde detrás de un escritorio… cuando están recibiendo el fuego adversario”.

 

 

Pasado el miedo, Frei, Aylwin y todos los demás, incluidos hoy los de derecha, olvidaron todo, permitieron que se juzgara sin respetar la ley ni la verdad a los militares y que los jueces prevaricadores de izquierda los mandaran presos. Hasta llegar al día de hoy, donde, caídos todos los chilenos hasta el más bajo nivel de la abyección, les exigimos que pidan perdón para dignarnos considerar la posibilidad de que los que han perdido la razón o tengan enfermedades terminales puedan terminar sus días fuera del penal reservado a quienes cometieron el “delito” de salvar a Chile del paredón, del hambre y de la falta de libertad.

Publicado por Hermógenes Pérez de Arce