Se ha hecho común una visión de los hechos del 11 de septiembre de 1973 que hace completa abstracción de lo que sucedió antes. Y, por eso, el juicio que sobre ellos recae es cada vez más negativo. Sebastián Piñera es el ejemplo más claro. Este año se acogió a un cómodo silencio para lo cual programó un viaje al extranjero. Pero está el juicio que emitió el año pasado en esta misma fecha: “hace 47 años, en un día como hoy, Chile y los chilenos perdimos nuestra democracia, un golpe puso término al gobierno de la Unidad Popular y dio inicio a un régimen militar”. Pero, ¿por qué fue eso y cuál era la opinión de Piñera sobre el régimen de Allende? Para estas preguntas, ninguna respuesta. La conclusión es clara: para Piñera, ese día, perdimos la democracia cuando los militares dieron un golpe y comenzaron su régimen. Los militares, pues, unos golpistas antidemocráticos. El régimen de Allende, en cambio, era una perfecta democracia a la cual le correspondía continuar sin que se le opusiera ningún estorbo.

Hoy, Sebastián Sichel sigue un camino similar. En carta publicada el sábado pasado (11/09) en El Mercurio señala “Soy de una generación que mira el quiebre democrático del 11 de septiembre de 1973 como un hecho trágico y doloroso.” ¿Quiebre democrático? ¿Nada le dice a él el período previo con la pauperización que sufrió el país, con la apología de la violencia y la organización de fuerzas armadas paralelas, con el intento de apoderarse de todos los medios de comunicación y de dominar sin contrapeso la educación? Es imposible, en el caso de Sichel, no llegar a una conclusión similar a la del caso de Piñera: para él, el gobierno de Allende era perfectamente legítimo y lo que correspondía era continuar en su obediencia y no hacer nada que pudiera poner en riesgo su continuidad. Actuan así como generales después de la batalla que dibujan la realidad a su pinta.

Sichel agrega en su carta que “No podemos dejar que el pasado nos divida, en que el único objetivo sea doblarle la mano al que está al frente, en la lógica de vencedores y vencidos, de hacer política contra alguien y no junto a muchos”. La verdad es que el pasado divide ya muy poco, porque el sector que estaba más bien de acuerdo con el régimen militar o se calló o pasó, de la mano de Sebastián Piñera, a formar parte de los que estaban contra. El caso más llamativo ha sido, sin duda, el de los partidos UDI y RN. En definitiva, nadie puede hablar que en Chile, al respecto, haya seriamente un escenario de facciones contrapuestas. Los que aún quedan dispuestos a defender ese legado son muy pocos. Los únicos que hablan y gritan son los que lo critican, con el resultado de que Chile ha regresado a un escenario muy parecido al que teníamos antes del 11 de septiembre de 1973, en el que el comunismo se aprestaba a dar el zarpazo definitivo para apoderarse del país. Al paso que vamos ahora, ello, muy probablemente, suceda y pronto. Será el momento en que se acaben aun las muy pocas discusiones que todavía quedan.  ¿Quedará satisfecho Sichel?

Gonzalo Ibáñez Santa María