GOBIERNO Y POLÍTICA:

*Gritos que Sustituyen a la Razón*

Por Cristián Labbé Galilea

El camino para alcanzar el desarrollo integral de una sociedad pasa, necesariamente, por la importancia e impulso que ésta le asigne a la educación, pilar fundamental para construir un futuro de bienestar y progreso, beneficiando con ello no sólo a los educandos, sino a toda la comunidad.

Lamentablemente, esa verdad tan sabida y manida no se condice con lo que estamos viviendo… Una rectora que duerme en su universidad para que no se la tomen, y una alcaldesa que, ante el primer conflicto, en vez de poner orden amenaza con suspender las clases presenciales para hacerlas “online”.

Claramente estamos en presencia de una evidente falta de responsabilidad y de una carencia absoluta de autoridad. Irresponsabilidad, porque ambas autoridades, como en muchos otros casos que vemos a diario, no están cumpliendo con los deberes para los cuales fueron elegidas -dirigir sus organizaciones-, y ausencia de autoridad porque, ante la flagrancia de violaciones al orden y al derecho, prefieren… “mirar para el lado”.

Soslayando lo liceano, que ya topó fondo, sí preocupa que dichas situaciones ocurran en una de las Universidades mas prestigiosas nacional e internacionalmente. ¿Será posible que minorías ideologizadas “acampen” en el hall central de la Casa de Bello?… ¿Que los profesores deban ser “timbrados” para poder acceder a sus facultades?… ¿Que algunos campus permanezcan “tomados”?… Esto a vista y paciencia de todos, incluso de las autoridades del sector.

Si lo anterior no es violencia, desacato, negacionismo, cancelación, violación al derecho de quienes sí quieren estudiar, además de otros etcéteras, esta letrada pluma no sabría cómo definir la situación, excepto como total confusión de las autoridades entre autonomía y politización, tolerancia e inercia, pluralismo y retórica revolucionaria, libertad y libertinaje…

Al respecto, la Rectora, en su “chifladura” intelectual, sostiene que “las tomas eran comprensibles en el 2011 pero ahora no” … ¡OH my GOD¡

¿Cuál es la diferencia?, ¿que “los revoltosos de antes” ahora están en el Gobierno?, ¿que hay tiempos y tiempos para violar la ley?… Claramente la Rectora no entiende nada de nada, mientras su universidad está siendo “asaltada” por activistas radicales motivados por causas ajenas a esa casa de estudios.

Esas minorías que hoy tienen en jaque a la autoridad dicen obedecer a un movimiento GLONACAL (global, nacional y local) en circunstancia que sólo son unos pocos cuya representatividad está claramente en duda (véase las últimas elecciones de la FECH). La gran mayoría “no está ni ahí”; sin embargo, una vez más en nuestro país… “los gritos sustituyen a la razón”.

Por último, esta pluma, convencida que “ningún argumento se fortalece por la violencia”, se pregunta: ¿Cómo no va a haber entre nuestros intelectuales, docentes, o politólogos alguien que le salga al paso a estos “eruditos revolucionarios”, como lo hizo Raymond Aron en la revolución estudiantil de Francia, en 1968, enfrentando a los insurrectos, criticando sus anárquicas ideas, defendiendo -sin gritar, sólo con la fuerza de la razón- el valor de la libertad, la estabilidad democrática y el orden?

 

 Son unos depravados:

 

 

Fuera de la potestad legislativa

Por Gonzalo Rojas Sánchez 

La deliberación sobre el aborto es la puerta de entrada a una discusión mucho más amplia y decisiva (aunque, por cierto, para cada embrión eliminado, lo decisivo ya sucedió).

Y esa discusión es la más radical que pueda entablarse, ya que detrás de ella no hay ninguna otra. Es la pregunta sobre si existe algo respecto de lo que no se pueda legislar, si hay algo —sea lo que sea— que por alguna razón está “más allá de la ley humana”.

(Recuerdo haber oído en Derecho Comercial que hay cosas que están fuera del comercio humano. Por algo será, ¿no?)

Para abordar la respuesta, no se puede omitir la muy lúcida aportación de Julián Marías, publicada hace más de 35 años en este mismo medio, bajo el título de “Totalitarismo ‘legal’”.

Marías decía ahí que “si el Reichstag, después del triunfo mayoritario de Hitler, hubiese aprobado el exterminio de los judíos, lo que se llamó ‘la solución definitiva del problema judío’ eso hubiera sido igualmente monstruoso, sin sombra alguna de legitimidad” porque, afirmaba Marías, “ningún Parlamento, ninguna potestad, aunque sea legítima, aunque sea democrática, puede legislar semejante cosa”.

La clave de su texto está en la expresión “semejante cosa”, porque ¿existen, de verdad, “semejantes cosas” que están efectivamente fuera de la potestad democrática de legislar?

Las posibles respuestas a esta pregunta, obvio, son solo dos.

Habrá quienes sostengan que existen efectivamente algunas “semejantes cosas” —o al menos una— y que, por lo tanto, esas materias están fuera del ámbito legislativo. En la otra opción, por el contrario, se afirmará que en una democracia todo es discutible, que nada queda fuera de la potestad legislativa.

Por chocante que pueda resultar esta segunda alternativa, Gonzalo Vial nos hizo ver que hasta 1973 se practicó “la idea de que la mayoría podía hacer cualquier cosa con la minoría, mientras respetara las reglas del juego, las formalidades de la ley y, por último, las formalidades de la reforma de la Constitución”.

Más de 50 años después, la situación no parece haber cambiado, por lo que el anuncio del Presidente Boric sobre el aborto abre, de nuevo, la posibilidad de discutir a fondo el tema: ¿Será factible llegar al acuerdo de que existen “semejantes cosas” sobre las que no cabe la deliberación legislativa o esa recomposición de un consenso mínimo sigue siendo imposible en Chile?

En el transcurso de la discusión sobre esas dos alternativas, deben abordarse ejemplos muy concretos, deben tenerse presentes los casos más conflictivos. Porque lo que para muchos chilenos es inaceptable —la indefensión del embrión humano ante la fuerza destructiva de uno o más adultos—, tiene su correlato para muchos otros, por ejemplo, en la proscripción de una determinada ideología política y en la consiguiente penalización de su práctica y de su difusión.

Sospecho que unos y otros —aun estando en completo desacuerdo sobre la solución aplicable a cada uno de los casos concretos mencionados— esgrimirían el mismo argumento: sobre “semejante cosa” no existe la potestad de legislar.

La discusión, por cierto, no debiera reducirse a filósofos, juristas, sociólogos y otros humanistas, sino que debiera extenderse a la gente de la calle, a las personas “common and corrient”, según un amigo poco versado en inglés. Ahí, en la vida misma, seguramente afloraría el más arraigado sentido común, y oiríamos la sensatez de “esa línea no se cruza, por ese aro yo no paso, a otro perro con ese hueso”.

Cuánto ganaría la democracia en humilde eficacia si se reconociera signada por el principio de autolimitación, porque solo con él “podrá seguir existiendo la humanidad”, escribió Solzhenitsyn.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el miércoles 12 de junio de 2024.

 

 

“Carencia de todo tipo”. Esto es lo que quieren para Chile los izquierdistas ???

 

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