GOBIERNO Y POLÍTICA:
GOBIERNO Y POLÍTICA:
31/07/2024
Chile alcanzó a ser un país aristocrático
Por Mauricio Riesco Valdés
En 1970 el presidente Eduardo Frei Montalva traspasó el mando de la nación a Salvador Allende G., primer mandatario marxista en la historia de Chile, y abrió el camino para que éste consiguiera poner en jaque al país desde el inicio de su mandato. Al cabo de tres años, ya era fácil augurar que una revolución se acercaba a pasos largos. En apenas 1.000 días Allende había arruinado el país e hipotecado su futuro. La profunda crisis política, económica y social generada en su gobierno hizo que prácticamente toda la ciudadanía pidiera la ya impostergable intervención militar, exactamente al revés de lo que enseña la propaganda izquierdista. La Corte Suprema de Justicia y el Congreso Nacional habían declarado en agosto de 1973 que el gobierno de Salvador Allende infringía la Constitución y las leyes del país. Ante el completo caos que se vivía, el clamor popular y la ilegitimidad en que había caído el gobierno declarada oficialmente por los otros dos poderes del Estado, las fuerzas armadas se vieron conminadas a destituir a Allende y asumir el gobierno de la nación.
Si bien hubo que pagar un alto precio por la dura resistencia armada que opusieron los numerosos y bien entrenados comandos terroristas, el gobierno, a cargo de una junta de comandantes en jefes primero y del general Augusto Pinochet como presidente de la República después, consiguieron con el esfuerzo de todos, devolver la esperanza en el futuro de Chile. La erradicación del marxismo y del terrorismo de la vida nacional tuvo un alto costo en vidas humanas por ambos lados, pero el visionario manejo del gobierno, dotado de una nueva institucionalidad, creativa y moderna, fue exitoso. Se hicieron cambios de tal magnitud que permitieron, entre otras cosas, el surgimiento paulatino de una amplia clase media, fuerte y pujante como nunca la tuvo antes el país; se dieron garantías de estabilidad que atrajo mucha inversión extranjera; se consiguió bajar sustancialmente las tasas de mortalidad infantil y de pobreza; se implantó un sistema de economía de mercado que permitió quitar abundante grasa al Estado y facilitó una libertad de emprendimiento a los particulares; se crearon novedosos modelos privados de salud y pensiones. Todo hizo que por muchos años nuestro país fuera admirado por otros, particularmente en Latinoamérica; sus reformas como la previsional, por ejemplo, fue incluso copiada por países desarrollados. Al cabo de unos años Chile gozaba de un bien ganado prestigio en la región y el mundo entero. Hasta los gobiernos de centro izquierda que siguieron al del presidente Pinochet mantuvieron muchas de sus reformas y no se atrevieron a privilegiar ideologías por sobre el éxito alcanzado. Es cierto que aún penan en nuestro país las brutalidades cometidas por un grupo de alienados del organismo de inteligencia militar de la época, lo que desprestigió al gobierno y pasó a ser y seguirá siendo el caballo de Troya de la izquierda y el comunismo.
Pero más que datos duros, números o estadísticas del gobierno militar, importa destacar aquello que “por sabido se calla y por callado se olvida”. Me refiero a los autores intelectuales del éxito alcanzado; a los profesionales, técnicos y expertos civiles involucrados activamente en el servicio público de aquella época. En efecto, el mérito de las Fuerzas Armadas no solo consistió en terminar con un gobierno marxista, completamente fracasado y caído en la ilegalidad, sino que, principalmente, en haber liderado un movimiento disciplinado y claramente motivado por un fuerte amor a Chile en el que la autoridad supo rodearse con los civiles más capacitados y competentes para reconstruir el país, para empujar un carro que, recién sacado del pantano, su suerte pudo haber sido muy distinta sin ellos. Fueron 17 años –con fecha de entrega del poder previamente comprometida– en los que un militar muy sagaz supo gobernar el país con audacia e inteligencia y no solo en su frente interno, sino que, además, fue capaz de controlar situaciones altamente conflictivas con dos de nuestros vecinos y muy cercanas a un enfrentamiento bélico, obteniendo con firmeza una paz a todas luces difícil de conseguir. También en ello contribuyeron prestigiosos profesionales civiles.
Quizás si no hayamos sido suficientemente agradecidos del ejemplo que nos dio un grupo de ciudadanos que hicieron de Chile un país respetado y admirado por todos gracias a la confianza que su líder depositó en sus capacidades. No es fácil encontrar tales ejemplos en nuestra historia patria. Un análisis objetivo, demuestra que el de Pinochet fue un gobierno verdaderamente restaurador, que no buscó el poder y que cumplido su período constitucional entregó a sus sucesores un país modernizado en sus instituciones, sólido en su economía, con una pujante clase media y con claras proyecciones para ser un país desarrollado.
El gran filósofo Platón se refería a la democracia como una “forma agradable de anarquía” (La República, Libro VI), de lo que se desprende que para él la democracia per se no garantizaba una buena gestión. También definía la “aristocracia” como el gobierno de los mejores, los más capacitados. Entonces, siguiendo los enunciados de Platón, quizás si hubiera que concluir que tienen razón los que aseguran que Chile no vivió en democracia durante los años del gobierno militar porque, de hecho, no hubo ni asomo de anarquía sino todo lo contrario. Tuvimos en esos años, pues, un gobierno “aristocrático” en el sentido clásico del término: nos gobernaron los mejores, los más preparados y competentes. Decisivamente, fue gente experta, juiciosa, inteligente y amante de su patria, civiles y uniformados que le cambiaron la cara al país. En esos años se hablaba de una “democracia protegida”, modelo que aquel erudito filósofo quizás no imaginó, pero que nos alejó precisamente de la anarquía que sí sufrimos entre el 70 y el 73. Y, bueno, perdida ya esa “protección”, el contraste que vemos hoy con las actuales autoridades es pavoroso. Hemos caído en un desgobierno de unos aprendices donde todo es posible, ya casi nada asombra, ni siquiera la ingeniosa lucidez de un parlamentario de gobierno que pide legislar para que se respete el estado “físico y mental” de los pescados y moluscos porque ellos son seres “sintientes”.
¡Qué lejos se percibe aquel “gobierno de los mejores” que tuvo Chile! Pero como en política todo es posible, con nuestros votos podríamos atraer nuevamente a “los mejores” si nos ponemos bajo el amparo del buen criterio rehuyendo de aquellos protectores de pescados sintientes.
El rol político de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana
Maduro puede estar seguro mientras cuente con el favor militar, el que por ahora está jugado por el régimen chavista, ya que los intereses de unos coinciden con los de los otros.
por Richard Kouyoumdjian31 julio, 2024
Credit: Imagen de la cuena de X @vladimirpadrino
Hay muchos que tenían genuinas ilusiones que de que se produjera un cambio de régimen en Venezuela, lo que lamentablemente aún no sucede y quizás no vaya a suceder nunca, o por lo menos será nunca hasta que la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) decida que Maduro es historia, ya sea reemplazándolo por más de lo mismo, o por un régimen 100% militar al estilo de Myanmar (Birmania), o que ya no les conviene más ser gobierno o sostén del gobierno, abriendo espacios para una transición a la democracia.
Maduro y el chavismo se sostienen en el poder sólo porque cuentan con el apoyo de las FANB. No hay ninguna otra razón para que ello ocurra, no siendo esto una casualidad, sino algo que Chávez desarrollo durante años y que logró traspasar a su sucesor a pesar de no ser uno de ellos.
Se dice que Chávez aprendió de la experiencia de Salvador Allende, por lo que desde un comienzo buscó formas de alinear los intereses militares con los suyos propios, y los del movimiento político que fundó, el que, por ser de carácter poco democrático, iba a necesitar algo que asegurara su permanencia en el poder más allá de lo que podría haber sido un periodo presidencial normal.
Lo que hizo Chávez es algo bastante normal en los regímenes de izquierda como es el caso de China, donde el secretario general es el jefe de la comisión militar y por ende jefe de las fuerzas armadas. Cuba, Nicaragua y Corea del Norte tienen esquemas similares a China.
Aunque no lidera un gobierno de izquierda, sino uno que gira en torno a él, Putin para sostenerse en el poder necesita mantener un férreo control sobre el aparato militar, sucediendo algo similar en Irán, el que incluso para asegurarse su permanencia, llego a crear años atrás una fuerza militar paralela conocida como la Guardia Revolucionaria, una fuerza con carácter religioso.
En la región de Latinoamérica los casos de Cuba, Venezuela y Nicaragua son los pocos que van quedando en donde lo militar tiene un rol político muy fuerte, y que como dije anteriormente, más que ser garantes de la institucionalidad, son los que permiten la existencia de estos regímenes marxistas-comunistas. Sin el control de las fuerzas armadas no existirían tal como los conocemos.
En otros países de la región el rol político de los militares varía de ser garantes de la Constitución y del gobierno, como es el caso del Perú, Bolivia y Ecuador, a no tener rol alguno, como es el caso argentino, pasando por países como Chile en donde el sistema político las está usando cada día con mayor intensidad en labores de seguridad pública, colocándolas indirectamente en roles políticos y en la primera línea del combate contra el crimen organizado y la insurgencia sureña.
Volviendo a Venezuela, Chávez y su sucesor para asegurarse el soporte y lealtad militar, más aún después del intento de golpe de Estado del 2002, realizaron las siguientes acciones:
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Aparte de las cuatro fuerzas militares que componen la FANB, recrean la idea de la Milicia Bolivariana,una fuerza que moviliza tanto a las reservas como a componentes activas de fuerte corte político chavista. Esta fuerza popular le permite contrarrestar acciones que podrían eventualmente realizar las otras instituciones.
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Chávez era militar y colocó a sus compañeros más leales y amigos en las posiciones de liderazgo político.Famoso es el caso de Diosdado Cabello, quien durante muchos años lideró la Asamblea Nacional, o el caso del actual ministro de Defensa, el general en jefe Vladimir Padrino López, un leal al régimen desde el 2002 cuando jugó un rol fundamental en evitar el éxito del golpe de Estado de ese año contra Chávez.
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Es el país o quizá uno de los que más generales y almirantes tiene. El régimen se ha encargado de mantener a las fuerzas armadas en condiciones especialmente cómodas y mejores que las del resto del país. No pasan hambre, viven bien, y se les permite desarrollar negocios paralelos en condiciones que otros no tendrían.
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Durante años se han encargado de realizar un adoctrinamiento socialista a quienes se unen a la FANB,algo que se refuerza todos los años a quienes la integran. Buscan que no sólo haya una lealtad económica, sino ideológica también.
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Para sentir que tienen algo de moral y tradición, han rescatado fuertemente lafigura de Bolívar, lo que les permite según ellos tener un sustento histórico ligado a su tierra e historia. Todas las instituciones incluyen en su nombre la palabra “Bolivariana”.
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Por último, son implacables con los que piensan o actúan distinto. Cosa de ver y recordar el caso del teniente Ojeda. O los matan, o matan a sus familias, o los dejan de por vida en la cárcel hasta que se pudran.
Espero poder haber dejado claro por qué Maduro puede estar seguro mientras cuente con el favor militar, el que por ahora está jugado por el régimen chavista, ya que los intereses de unos coinciden con los de los otros. Si cae Maduro es poco probable que el liderazgo militar sobreviva y puedan mantener sus prebendas. Cosa de mirar a Cuba después de 65 años, y cosa de mirar a Daniel Ortega en Nicaragua que aprende con rapidez las prácticas para quedarse en el poder.
Puedo estar equivocado, pero la probabilidad de que Maduro y amigos sigan en el poder es alta. En nada van a influir las sanciones, presiones y rabias del resto del mundo. Ya tiene el soporte de China, Rusia e Irán, lo que es más que suficiente para la realidad del régimen venezolano, que, sumado al férreo control de la FANB, asegura larga vida a Nicolás Maduro y al chavismo.
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RICHARD KOUYOUMDJIAN
Experto en Defensa y Seguridad Nacional Más de Richard Kouyoumdjian
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