GOBIERNO Y POLÍTICA



GOBIERNO Y POLÍTICA

Coherencia y valores

Señor Director

Como es de público conocimiento, Daniel Jadue está cumpliendo prisión preventiva en el centro penitenciario capitán Yáber, instalación que cuenta con gimnasio, pieza individual, televisión, sala de juegos, lugar para recibir visitas, etc., lo que otorga bienestar, seguridad y tranquilidad al detenido.
No obstante y después de criticar él y su sector político Punta Peuco, es dable preguntar ?Dónde quedó la coherencia y valores con su pensar, sentir y actuar?
Como dice nuestro chilenismo tradicional !otra cosa es con guitarra!

Eduardo Villalón Rojas

 

*La Izquierda y el Copamiento Político*


Cristián Labbé Galilea

Si se parte de la base que una acción política efectiva debería estar asociada al “arte de la anticipación”, no hay que ser muy sagaz para deducir que a los políticos de la oposición les faltan algunas “chauchas pa´l peso”, lo que no quiere decir que no trabajen; ciertamente trabajan muchísimo, (me consta), pero el problema es que el esfuerzo no se refleja en la capacidad de articular una visión de futuro convocante, movilizadora, y que además genere confianza.

Enredados nuestros dirigentes políticos en un presente episódico donde “el circo está que arde”, al estar todo contaminado con las futuras elecciones municipales, hay una diferencia básica con el circo romano donde los gladiadores se organizaban y preparaban debidamente. En nuestra realidad, los partidos políticos andan cada uno por su lado, y los candidatos “gladiadores” no lo hacen mal tampoco.

Mientras esto ocurre en la oposición, el gobierno sigue sacando “conejos del sombrero”. En el Mensaje a la nación, el más largo de nuestra historia republicana, el Presidente -al mejor estilo Castrista- habló 3 horas y 36 minutos para tratar de convencernos que el país estaba mejor que nunca: la economía viento en popa, la inmigración controlada, los problemas de seguridad eran cosa del pasado…. “Parole, tan solo parole”.

Toda una fantasía, una inverosímil lista de supermercado, 61 medidas, que dependen, ni más ni menos, de que le aprueben “su” reforma tributaria. Como dijo un campechano tertuliano, “nos habrá visto las canillas”.

Después de todo, es posible anticipar que en lo que le resta de su mandato nada será muy distinto, por lo que esta positiva pluma anima a sus leales parroquianos a pensar que hay que trabajar intensamente para las elecciones de octubre, (alcalde, concejales, gobernadores y consejeros), porque las cosas se están dado para que el próximo gobierno lo asuma la oposición.

Como es probable que así suceda, ha llegado el momento que los dirigentes políticos, los parlamentarios, los centros de pensamiento y todos quienes tienen algo que decir -los gremios, por ejemplo- tomen en serio el silente trabajo que está haciendo el gobierno para copar el Estado con nuevas contrataciones; las cifras son alarmantes, cientos de miles nuevos empleados que ya están enquistados en diferentes reparticiones públicas.

Esto que puede parecer nimio tiene una tremenda proyección. El “copamiento político” es una estrategia que implica el control del Estado y de sus instituciones mediante la infiltración y la manipulación de sus estructuras internas. El objetivo es ejercer en el futuro influencia sobre las decisiones políticas, los recursos del Estado o las agendas del nuevo gobierno. Fue lo que hizo el peronismo y el kirchnerismo y que hoy complica al presidente Milei.

En suma, la izquierda tiene claro que pueden perder las próximas presidenciales… pero “no van a perder al Estado”. Esta amenaza obliga a asumir una decidida y valiente política anticipatoria que se concentre en prevenir, detectar y denunciar esta mañosa maniobra a los organismos contralores… ¡Ahora! ¡Mañana será tarde!i

 

 

“Chile, contigo aprendo”

Juan Pablo Zúñiga Hertz 

En una reciente entrevista, el director de BancoEstado, Pablo Zamora, comentaba “Esta generación va a tomar lecciones y va a llegar a La Moneda nuevamente, con el aprendizaje de este período”.

Es esperable de todo ser humano con un mínimo de inteligencia un proceso de aprendizaje que haga de él una persona más sabia, íntegra y, en definitiva, un mejor ciudadano al servicio de la sociedad. Ciertamente en cada nuevo desafío profesional y laboral hay un aprendizaje, pero cuando se está en un cargo del que dependen otras personas o, en este caso, una nación entera, no se puede hacer del trabajo una escuela.

Al gobierno se llega a gobernar, no a improvisar, no a jugar con los destinos del país con un sistema basado en la prueba y el error, ni menos a hacer del ejercicio gubernamental un mero ejercicio académico. Es decir, cuando estos señores se depararon con la complejidad de la realidad, que no congenian con sus delirios revolucionarios y que por ende su gobierno sería un fracaso, comenzaron a dedicarse a aprender con nosotros para sí prepararse para una próxima intentona en un futuro incierto.

El Sr. Zamora –quien fuera compañero de carrera en mi fugaz paso por la Usach, antes de cambiarme a la PUC, mi verdadera alma máter– refleja en dicha entrevista ese lenguaje tan propio del mundo académico que conozco muy bien. Es una manera compleja de hablar, que mezcla palabras difíciles, arrogancia y tal vez un poco de pedantería, todo aliñado con una buena dosis de egolatría y algo de arte para que adquiera un cierto tufo de lo popular, populacho al cual no pertenecen y no entienden, sino más bien desprecian y usan para sus ejercicios intelectuales.

No tengo ánimos de desmerecer las conquistas intelectuales y empresariales del Sr. Zamora, las cuales son en sí conquistas loables que le reconozco. Dicho sea de paso, reconocer las victorias de otros es algo más bien escaso en un Chile impregnado de envidia. Ciertamente Zamora tiene méritos intelectuales y profesionales que no abundan en su gobierno. Lo que llama la atención es la defensa a rajatabla de un gobierno de inexpertos en todas las áreas, excepto en la palabrería.

Entiendo, él y el Sr. Boric son amigos, pero resulta difícil comprender la cantidad de personas como él que, siendo en aspectos prácticos –pero no ideológicos– tan opuestos a lo que es el gobierno de Boric, mismo así ganen las emociones y se entreguen por el todo a la férrea defensa de la mediocridad. Nadie desea que el gobierno fracase por con ellos nos hundimos todos, pero llenar de alabanzas algo que a la vista de toda la nación ciertamente no anda bien, me huele más a la conducta propia de un culto.

Quiero creer que la actual generación de izquierdas de Chile ha de ser sepultada por un buen tiempo, sin embargo, me temo que las palabras del Sr. Zamora pueden tener algo de cierto: nos usaron como escuela, jugaron con nuestro país y nuestro futuro para aprender y volver a gobernar en el futuro.

Con la corta memoria nacional, con esa confianza inexplicable en la sabiduría popular que lo que menos tiene es de sabia, no me extrañaría que un futuro incierto, los actuales gobernantes vuelvan a ser elegidos para demostrarnos que serán los mismos Boric, las Vallejos, los Jackson y compañía, que, si bien serán más viejos, volverán a jugar con nosotros y que no aprendieron absolutamente nada. De usted depende que eso no pase.

El 30% de Boric

Gonzalo Rojas Sánchez 

      Semana tras semana, las encuestas le adjudican una aprobación de entre el 25% y el 30% al Presidente Boric. Por supuesto, como todo en la vida, esos números se mueven entre un más y un menos, según quien haga las preguntas.

Mi buen amigo Julio me dice que no entiende nada, que cómo es posible que una presidencia inoperante y desgastada reciba un respaldo de millones de chilenos.

Julio, viejo, hay chilenos muy distintos de ti.

Son, en primer lugar, los militantes duros de los partidos duros de la izquierda (bueno, en el caso del PC, súmeselos a todos, porque ahí no hay militantes blandos). Tengan la edad que tengan, con ellos no hay nada que hacer.

En segundo lugar, todos esos vejetes de mi generación que se implicaron en la revolucionaria Unidad Popular y que todavía musitan para sus adentros: ¡Avanzar sin transar! Fueron miristas, mapucistas o izquierdosos “cristianos”, y aunque hoy no militan en ningún lado, si les preguntas qué son, te contestan con seguridad: ¡Allendistas! Son mayores de 70 y, de ellos, olvídate Julio que alguno pueda cambiar a estas alturas.

Bueno, pero eso explica a lo más un millón de adhesiones, y para llegar a los porcentajes que obtiene el Presidente semanalmente hacen falta otros milloncejos.

Ahí aparece entonces esa masa sub-40, no militante y heterogénea en profesiones, lugares de residencia e intereses primarios (animalistas, ecologistas profundos, indigenistas, generistas, etc.), pero homogénea en la impúdica manifestación de los cuatro eslabones que configuran la identidad de su cadena existencial: la soberbia, la ideología, la inexperiencia y la inmadurez.

Seguros de la superioridad de sus lecturas, de la grandeza de las miradas de sus gurús (a uno —no se sabe cómo les cabía— lo “llevaban en la mochila”, decían) y del llamado que Gaia les hace para dominar el mundo, resuman soberbia.

Empapados en jergas posmodernas, su ideología es tan pedante como confusa. Si lo dijo Lacan, si lo escribió Foucault, si pontificó Laclau creen que eso es la verdad, aunque no se entienda casi nada. Karamanos, gracias por darnos tan buenos ejemplos.

Practicantes de la toma, la funa, la marcha y, por supuesto, la insurrección violenta, no es que “no le hayan trabajado nunca un peso a nadie”, es que se ha demostrado que no tenían ni siquiera idea de cómo robarse los pesos que el Estado recauda de sus contribuyentes. Inexpertos hasta para corromperse.

¿Nos queda algo, estimado Julio? Sí, un último eslabón de esta cadena de mal metal: la inmadurez. Porque se puede ser inexperto, pero maduro y, entonces, cada nueva situación se atesora, y así se va adquiriendo el peso debido. Pero no ha pasado nada de eso: aún hoy apoyan a quienes llegaron para jugar a los buenos y a los malos, a la escondida y a las naciones… y ahí siguen, tonteando no más.

¿Es inmodificable la condición de esta generación soberbia, ideologizada, inexperta e inmadura? No. ¿Qué hacer, entonces?

Escoger el eslabón más débil en cada caso, por leninista que suene.

La soberbia puede comenzar a curarse con el fracaso. Julio: hay mucho material aquí para machacarles su orgullo… y aún están apenas en la mitad de su descalabro. A la ideología hay que atacarla con un “papagayo, explícame eso”, y entrar en sus jerigonzas con bisturí o con hacha. A la inexperiencia no le digas “ya cambiarás cuando conozcas la vida”; dile más bien: “te ofrezco que me ayudes en esta iniciativa”. Y, por supuesto, con los inmaduros la receta infalible es que, si de ti dependen (de una hija de 29, aún en la casa, me hablabas), nada de regalías. A la vida dura, señorita.

No sé si conseguirás, querido Julio, que dejen de apoyar al Presidente. La cosa no es fácil. Pero al menos para la próxima, lo pensarán.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el miércoles 29 de mayo de 2024