Un hombre, vuela en un globo, cuando de repente, se percata de que está perdido, entonces maniobra y desciende lentamente hasta divisar a una persona que camina en medio del campo y le grita:¿Podría usted ayudarme? He quedado de reunirme a las 3:00 p.m. con una comunidad mapuche en Temucuicui, llevo media hora de retraso y no sé dónde me encuentro.Claro que sí —le contesta el desconocido caminante—. Se encuentra usted en el hemisferio Sur, a más de 4.300 kilómetros de la línea del Ecuador, en un globo de aire caliente, flotando a unos treinta metros de altura, en las coordenadas geográficas 72 grados, 35 minutos y 54 segundos, longitud Oeste, similar longitud de la ciudad de Cúcuta en Colombia y, 38 grados, 44 minutos y 22 segundos, latitud Sur, similar latitud de la ciudad de Neuquén en Argentina.
Es usted militar, ¿verdad?, pregunta el del globo.Sí, señor, lo soy… ¿cómo lo adivinó?
Es simple, porque todo lo que me ha dicho es técnicamente correcto. Más aún, le cuento que justamente vengo de Cúcuta, sin embargo, su información me resulta inútil. Continúo perdido y voy a llegar tarde a mi reunión porque no sé qué hacer con todos esos datos que me ha entregado.
  Y usted ¿es político?, pregunta el militar.  Sí señor. ¿Cómo lo supo?
Fácil, usted no es el primero que pasa en un globo tratando de solucionar —desde allá arriba— el conflicto de la Araucanía. Además, al igual que los anteriores, usted no sabe ni donde está, ni para dónde va, ha hecho una promesa que no puede cumplir y espera que otro le resuelva el problema. De hecho, se encuentra exactamente en la misma situación en la que estaba antes de encontrarme, salvo que ahora, por alguna extraña razón, me temo que en algún momento…. ¡la culpa será mía! Más aún cuando se nos viene un tradicional y difícil mes de marzo.
En todo caso y para no demorarlo más, va en la dirección correcta. Temprano pasó una orquesta y hace pocos minutos unos periodistas. Todos iban con cara larga. Me dijeron que también venían de Cúcuta. Parece que por allá no les fue muy bien. Le adelanto que acá tampoco lograrán mucho. Pero, como soy militar y algo sé sobre los bravos mapuches, especialmente de los que han formado parte del Ejército de Chile, le voy a dar otro dato o, mejor dicho, un sencillo consejo: 
Converse y proteja a los buenos, que son los más. Aísle, denuncie y debilite a los malos, que son los menos. Escuche y visibilice a las víctimas del terrorismo de la Región de la Araucanía. Apoye y empodere al Intendente y al ministro Moreno, pero con más fuerza que a Guaidó. Resalte los logros de la PDI y ahora, explote el éxito alcanzado para desbaratar las redes de protección. Utilice a las Fuerzas Armadas más que para controlar, para cooperar en el desarrollo de esa Región, ellas tienen un tremendo potencial y, finalmente, no espere que los adormilados y casi imperturbables temuquenses —algún día— se despierten y decidan tomar ellos la iniciativa. Eso sería grave y peligroso.

Lo anterior, es una adaptación de una antigua historia popular que hoy podríamos llamar “el globo, el militar, el político y el mapuche”.