Infórmese bien antes de votar
Infórmese bien antes de votar
¡CUIDADO! EL AVISPERO CONTINÚA CRECIENDO EN CHILE
Por MAURICIO RIESCO V.
El Partido Comunista en nuestro país se hace notar. Es el segundo partido político con mayor cantidad de inscritos ante el Servicio Electoral (Servel) y por un estrecho margen con el que lo antecede. Pero lo más notable es que, atendida su filosofía marxista, no pierde ninguna de las ventajas del capitalismo y según su balance publicado por Servel en junio de este año, se ha servido del sistema que dice abominar para llegar a ser el partido político más rico después del Socialista. Cuenta con más de 6 mil millones de pesos en propiedades inmobiliarias, inversiones en el mercado financiero y participación mayoritaria en algunas sociedades. No hace tanto, leía yo que es muy fácil ser comunista en un país libre, lo difícil es ser libre en un país comunista.
Pero no solo es dinero de lo que disponen los “comunistas capitalistas” en Chile y el mundo, si bien valiéndose de él van predicando su persistente argucia, esa de la “Igualdad”, a la vez que dejando su estela de terror y de trampas por donde han ido pasando. Para darse cuenta de ello, basta hojear El Libro Negro del Comunismo (del Centro Nacional para la Investigación Científica de Harvard University), o algunos de los escritos por el ex comunista chileno y ex ministro de las Culturas, las Artes y el Patrimonio del país, Mauricio Rojas: El Joven Karl Marx y la Utopía Comunista y El Libro Negro del Comunismo Chileno. Este autor señalaba hace unos años en una entrevista a un diario local, que “siempre que estas ideas (las comunistas) se han puesto en práctica, poco tienen que ver con ese paraíso en la tierra que es lo que forma la propuesta comunista (…) pero luego descubrí la realidad terrible de cómo resultan esas cosas”. Cabe recordar que como ministro del gobierno de Piñera, Rojas duró apenas 94 horas por contar la verdad (la campaña difamatoria le acusó de ser “negacionista de las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura militar”).
El P. Comunista chileno -nadie sabe por qué es el más ortodoxo de los que aún van quedando en el mundo- se mueve sobre seguro, sus puntadas son siempre certeras y las da con hilo firme. Hemos ido viendo a través del tiempo que sus comprometidas y laboriosas hormiguitas no dan pasos atrás y, a pesar de ser golosas y que no siempre los puedan dar largos, igual avanzan (como todas las hormigas, no dejan de moverse, nunca se detienen, trabajan en grupos, son disciplinadas y no descansan).
Contando ya con un 7,35% del electorado (2021) los comunistas tienen la estructura y poder suficiente como para dar los golpes de timón que crean necesarios y cuando lo deseen. Pero son cautos y hábiles; no lo harán sino hasta que sientan el horno a la temperatura que necesitan; saben cocinar a fuego lento y tienen paciencia. Es indiscutible que tienen hoy mucho más poder cualitativo que con S. Allende. Desde marzo de este año, tomaron como rehén al actual gobierno para que mediante sus tentáculos, muchos de ellos bajo su directo control, presione por un resultado a favor del Apruebo en el ya cercano plebiscito en que se someterá a la decisión popular el borrador de una nueva Constitución Política. Sus hormiguitas están hoy instaladas en posiciones estratégicas prácticamente en todas las reparticiones públicas. De hecho, en los apenas cuatro meses de este gobierno, ya cuentan con ministros, subsecretarios y muchos otros cargos menos notorios aunque igual de ejecutivos incluidos entre ellos, además, los servicios públicos a lo largo del país.
Por otra parte, de no tener ninguno, hoy tienen 2 senadores, y de 3 diputados pasaron a 12; entre sus peones cuentan con seis alcaldes, 21 consejeros regionales, 157 concejales y no pocos delegados provinciales.
Recordemos que entre los premios cobrados al gobierno, los comunistas consiguieron la subsecretaría de Fuerzas Armadas, con la que, en la práctica, se adueñaron del control de éstas y de Carabineros. Esa es la “caja pagadora” de la defensa nacional que dispone de una suma por sobre $12,4 mil millones y tiene implicancia directa en los recursos de las FFAA. Le corresponde, asimismo, la relación con los Comandantes en Jefe; controla los viáticos, nombramientos y traslados, las compras, archivos y planes de éstas. Administra, además, las pensiones del personal en retiro, (Capredena); materias todas estas que deben ser aprobadas mediante decretos firmados por dicha Subsecretaría. Sagaces, mueven sus peones con mirada de futuro y sin límites territoriales; tienen puesta como embajadora en Argentina a una de sus más virulentas militantes. Y de lo que pueda estar produciendo la yunta entre la ministra de Defensa, nieta de Salvador Allende, el subsecretario comunista, Galo Eidelstein, y la embajadora también comunista en el país vecino, doña Bárbara Figueroa, cada cual podrá sacar sus conclusiones en todo lo que se refiere, al menos en una primera etapa, a traspaso de información estratégica. Ni siquiera Allende se atrevió a dar un paso como ese.
En Chile, así como en el mundo entero, el comunismo se ha preocupado de desbaratar la organización social completa partiendo por la familia (objetivo ya casi logrado), para así conseguir en medio de una sociedad ya bastante revuelta, rebelde, disgustada, frustrada, el poder que siempre han apetecido y necesitan para conseguir sus propósitos finales. Ha sido la izquierda dura, la muy bien organizada para la violencia y el engaño, la que nos ha ido apagando la luz en medio de una desorientación general. La subversión narcoterrorista de octubre de 2019 fue un ensayo para estudiar la reacción del país y, ya conocida ésta, la planificación se ha ajustado a una nueva realidad.
¿Son de temer? sí que lo son, al menos para quienes no pertenecen a sus filas. Esa indivisible asociación entre comunismo y violencia es incuestionable y su constante disposición a utilizarla nos ha sido advertida en no pocas ocasiones. ¿Firmar el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución”? jamás; ¿utilizarlo? Sí, por cierto. Y sus vasallos -de Boric para abajo- han debido cumplir la orden saliendo a las calles a promocionar el Apruebo, argumentando que solo dan a conocer el nuevo texto propuesto para que la gente vote informada.
Estamos en un momento político crucial y lo que está en juego en el próximo plebiscito es, ni más ni menos, el sometimiento -directo o indirecto, con o sin piel de oveja- a la ideología catalogada como la más brutal de la historia. No nos engañemos, el comunismo ya se encuentra en la médula misma del gobierno actual actuando según sus intereses partidistas, mientras una derecha mayoritariamente anestesiada y complaciente, calla, no advierte, no informa, no instruye, ni siquiera insinúa ni menos propone; solo navega, y mal, quizás si para no enemistarse con aquellos votantes que van sin rumbo en medio de una densa y prolongada neblina política y que pudieran etiquetarlos como de extrema derecha.
Leamos el texto constitucional propuesto prescindiendo de los cantos de sirenas que hoy proliferan por doquier y dejemos que nuestra conciencia, oportuna y convenientemente informada, nos ilumine y nos recuerde que el 4 de septiembre se juega el futuro de Chile, el de nuestros hijos y nietos.
¿QUEREMOS ESTO PARA CHILE?
SIN-VERGÜENZAS
Por CRISTIÁN VALENZUELA
Fue el 8 de diciembre de 2021, cuando frente al anuncio del proyecto de Pensión Básica Universal por parte del gobierno de Sebastián Piñera, el entonces diputado Giorgio Jackson reaccionaba afirmando que “sería probablemente el más grotesco intervencionismo electoral que hayamos visto”. No conozco al ministro Jackson como para saber cuáles son los parámetros morales y éticos con los que actúa en política, pero si uno analiza con objetividad lo que ha ocurrido en las últimas semanas, el intervencionismo electoral de este gobierno no es grotesco, sino derechamente criminal. ¿Qué diría el ministro Jackson si hoy fuera diputado de oposición y el gobierno actuara de manera tan desvergonzada como lo ha hecho en estos días?
Bonos, minutas, impresiones, redes sociales y un despliegue mediático y territorial exagerado han marcado los últimos días de gobierno, todo para apuntalar la opción del Apruebo que sigue perdiendo en las encuestas. Lo que no hicieron durante cuatro meses por temas urgentes como la delincuencia, la economía o la educación, hoy lo hacen con descaro para lograr que se apruebe el texto de la Convención. El propio Presidente, que durante los primeros meses apenas salió de su oficina en La Moneda, ahora hace pautas todos los días en distintas comunas, siempre con la propuesta de la Convención en la mano y entrando de lleno en la discusión política del plebiscito, más allá de la excusa programática que use para utilizar la plataforma mediática que le da su cargo.
Quedan menos de 40 días para el plebiscito y es evidente que la intervención electoral del gobierno seguirá en aumento. Aun cuando la Contraloría decidió instalarse físicamente en La Moneda –algo que recuerda la peor época de los casos MopGate y Caval-, es poco probable que el Presidente y sus ministros sientan vergüenza y decidan ceñirse a los deberes y responsabilidades que le corresponden según la autoridad que detentan.
Ellos, como pocos, saben la importancia de lo que está en juego: la propuesta constitucional de la Convención representa una oportunidad histórica para la izquierda más extrema de poder avanzar hacia un estatismo desenfrenado y un control totalitario de los recursos naturales, medios de producción y del sistema político. Saben muy bien que la Constitución que se propone no pertenece a todos los chilenos, sino que está redactada por el Partido Comunista y responde al modelo ideal de texto constitucional que permitiría las transformaciones –o retrocesos– políticas y sociales que el comunismo proyecta para nuestro país.
Pero más allá del reproche administrativo o judicial, la ciudadanía entiende el trasfondo de lo que encierra la intervención electoral más masiva y desvergonzada del último tiempo. No solo se trata de la utilización de recursos públicos de manera incorrecta o el compromiso político que tiene un gobierno con el proyecto constitucional de la izquierda más extrema. Lo más relevante, a mi juicio, es que el gobierno haya decidido abandonar a los chilenos en el momento más crítico de nuestro país en temas tan relevantes como la inseguridad social o la inestabilidad económica. Que el Presidente haya decidido asumir como jefe de campaña y haya abandonado su rol de jefe de gobierno debiera indignar a las víctimas de la delincuencia y a los millones de chilenos que sufren con la inflación, la falta de acceso al crédito y el aumento de la pobreza.
Este gobierno fue elegido para gobernar, no para hacer campaña política, y el despliegue sin pudor del Presidente, los ministros y funcionarios debiera, últimamente, ser cuestionado por la ciudadanía. Si Contraloría no los detiene ojalá que lo haga Séneca, quien decía que la vergüenza puede restringir lo que la ley no prohíbe, para que no se convierta este gobierno en un refugio de sinvergüenzas.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera PM, el miércoles 27 de julio de 2022.