INSTITUCIONES Y PERSONAS PREDECIBLES EN CHILE
INSTITUCIONES Y PERSONAS PREDECIBLES EN CHILE
Por Humberto Julio Reyes
Probablemente la mayoría de las personas prefiere un alto grado de predictibilidad a uno bajo o inexistente ya que, en este último caso, todo se dificulta aumentando la incertidumbre que, llevada a grados extremos, puede paralizar la toma de decisiones y la acción consiguiente.
El tema de la incertidumbre es habitualmente traído a colación cuando se analizan diversos proyectos donde es capital la confianza en las reglas del juego y el cumplimiento de la normativa por parte de los actores involucrados.
A menudo también se critica la incertidumbre asociada a un sistema judicial, donde la jurisprudencia no tiene el peso que se le asigna en otros países, lo que lleva con frecuencia a que baste un cambio en la composición de la sala de un tribunal para que el fallo o sentencia sea distinto o incluso opuesto a lo resuelto por otros magistrados en similar pleito, cosa que se critica como ausencia de certeza jurídica.
Hasta aquí la mirada positiva de la predictibilidad, la que no es justamente la que deseo someter a la paciencia del lector de esta columna.
Partamos por la segunda sala de la Corte Suprema, apropiadamente llamada sala penal, donde, de un tiempo a esta parte, rechaza todas las casaciones presentadas por la defensa de quienes han sido acusados por violaciones a los derechos humanos, confirmando las condenas pronunciadas por las Cortes de Apelaciones o subiéndolas o incluso imponiéndolas si por algún milagro alguien hubiere sido absuelto.
Totalmente predecible, un ejemplo de certeza jurídica.
Adiós a los tiempos en que en esa decisiva instancia existía un relativo equilibrio entre quienes aplicaban la ley vigente al momento de producirse los hechos que se investigaban y aquellos que ya habían comenzado a aplicar la costumbre internacional aunque no estuviera reconocida legalmente en nuestro país. La defensa y los defendidos podían tener una relativa confianza en la justicia en la medida que estaban convencidos de su inocencia.
Uno de sus integrantes, ya retirado, envía de tiempo en tiempo a El Mercurio cartas que en mi opinión merecen aplausos. Sin embargo cuando la integraba era voto seguro en contra, sumándose a los prevaricadores que sentencian contra ley expresa. ¿Habrá pensado alguna vez en los ancianos que contribuyó a enviar a morir en prisión con débiles o inexistentes pruebas o duerme tranquilo?
¿Habrá leído alguna vez los numerosos escritos de Adolfo Paúl donde denuncia fundadamente los atropellos en que ha incurrido y sigue incurriendo el poder judicial sirviéndose de la aplicación de un procedimiento derogado por la reforma procesal penal hace ya dieciocho años?
Puedo predecir que el poder judicial nada hará para cesar con la aplicación de dos distintos sistemas, a pesar del texto del mensaje para aprobar la reforma, ya que le facilita administrar “justicia” y otorgar reparaciones pero habitualmente sin establecer la verdad. El tema es ignorado olímpicamente en sus cuentas anuales. No existe.
¿Se conoce a alguien que haya sido procesado por el creador del secuestro permanente como ficción jurídica y que no haya sido condenado por ese ministro de triste recuerdo que ni siquiera se molestaba en argumentar su sentencia?
Era predecible y ha tenido seguidores.
Paso a parlamentarios del Frente Amplio y comunistas que han votado y siguen votando masivamente en contra de todo proyecto que facilite reprimir la delincuencia hace años desatada.
Perfectamente predecibles.
La guinda de la torta: una senadora elegida por abrumadora mayoría a consecuencias de un desgraciado accidente sufrido durante una manifestación y que vota en contra incluso cuando la aprobación de un proyecto es casi unánime. Entendió que fue elegida para oponerse a lo que sea, muy predecible.
El antes equilibrado Tribunal Constitucional, ahora bajo su actual presidente es también predecible, apoyará al gobierno ante cualquier requerimiento.
Agreguemos el Consejo de Defensa del Estado que también tiene un nuevo presidente.
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abr. de 23