LA GUERRA CIVIL QUE NO EXISTIO



LA GUERRA CIVIL QUE NO EXISTIO

Por Humberto Julio Reyes

Me refiero, naturalmente, a la polémica, bastante artificial a mi juicio, creada apartir de las declaraciones de la candidata a la presidencia que lidera las encuestas.

Habiéndolas escuchado y leído, me queda claro que ella en ningún momento afirmó que haya habido guerra civil en 1973, razón por la cual me sorprende el tenor de la columna de El Mercurio del 18 del presente mes, donde un antiguo mapucista, que disfruta de prestigio en el ámbito académico y que parece no haberla entendido, dedica sus mejores argumentos, a mi juicio innecesariamente, a “demostrar” que en Chile hubo un golpe de Estado y no una guerra civil.

¡Pero si eso todos lo sabemos!

Fue el golpe el que evitó la división de las fuerzas armadas, las que, actuando de consuno, terminaron con un gobierno que había desahuciado todo acuerdo con la oposición y que insistía tozudamente en atropellar la legalidad, desconociendo a los otros poderes.

Otros dirán que el golpe se dio para evitar un plebiscito de dudosa realización, pero el efecto final fue el mismo.

Tampoco cabe dudas que al interior del gobierno existían fracciones que apostaban a una guerra civil, asumiendo que parte de las fuerzas armadas, en particular del Ejército, permanecerían obedientes al gobierno, lo que sumado al aparato militar de los partidos que lo poseían y a una imagen internacional favorable, les daría una razonable posibilidad de triunfar en la hipotética contienda.

Habría sido algo como lo sucedido en Chile en 1891 o en España a partir de 1936, pero con un resultado favorable a quienes detentaban el poder, sin importar las cuantiosas pérdidas humanas resultantes, como lo dejara en claro el comandante Pepe entrevistado por Nena Ossa.

Bueno, afortunadamente eso se frustró y, tal como lo atestigua el informe Rettig, muchas veces citado en forma parcial o incluso falsa, la mayoría de las víctimas, de ambos bandos, se produjo en los cuatro meses posteriores al golpe, período en que tuvieron lugar los principales enfrentamientos y también algunas emblemáticas ejecuciones extrajudiciales ya debidamente investigadas y sancionadas.

También la entrevistada candidata repitió su condena a las violaciones a los derechos humanos pero el columnista le pide ahora “una visión reconciliada del pasado, sensible a la devastación causada y de superación de aquella complicidad pasiva”.

Un necesario paréntesis. La columna se titula provocativamente “¿De vuelta a la complicidad pasiva?”, trayendo a nuestra memoria el desafortunado concepto ideado por el entonces presidente Piñera para tomar distancia, no sólo de quienes apoyaron en alguna forma al gobierno militar, sino también de quienes no se opusieron a él o no se han sumado al coro condenatorio.

¿No será como mucho pedir de parte de un partidario de ese nefasto gobierno de los 1000 días que nos llevaba a un destino cubano, no “imaginario” como él dice en su columna?

Finaliza pidiéndole “se separe sin excusas de su terrible legado”.

Yo le sugeriría al ahora socialdemócrata que empezara por casa y quemara lo que adoró hace 50 años y de lo cual fue “cómplice activo”, junto con aconsejarle leer y escuchar con cuidado antes de arremeter cual don Quijote contra los molinos de viento.

Lo mismo vale para quienes, en estos días, mezclando ignorancia con mala intención han llegado a sostener públicamente que todas las víctimas de este triste episodio de la vida nacional, eran indefensas y causadas por la acción de las fuerzas armadas y de orden, omitiendo de paso mencionar que sólo los miembros de esas instituciones han sido condenados por la violencia de esos años, mientras que quienes los enfrentaron se beneficiaron de amnistía e indulto.

Hubo pérdidas por ambos bandos y lamentablemente también de muchos seres inocentes, pero eso está suficientemente documentado y su omisión pone en evidencia que, para algunos, sólo los propios muertos merecen respeto, justicia y reparación, mientras del asesinato del enemigo político, más allá de justificarlo, se puede incluso hacer mofa.

Resumo:

El mal gobierno condujo al golpe y éste, a su vez, evitó una guerra civil. Las consecuencias las conocemos, aunque no exista consenso en cuanto a las responsabilidades.

Ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio es habitual y, en tiempos pre eleccionarios, pareciera que todo vale.

19 de abril de 2025.

 

 

Un testimonio: