LA HIPOCRECIA COMO CIENCIA



LA HIPOCRECIA COMO CIENCIA

En la historia moderna de la humanidad no han existido regímenes más genocidas y terroristas de estado que los conformados por los partidos comunistas de los países que tuvieron la desgracia de verlos monopolizar el poder político.  Basta poseer un mínimo de cultura para conocer los horrores que se vivieron en la Unión Soviética, China, todos los países de Europa Oriental, Corea, Vietnam, Camboya y muchos otros y basta prender un televisor para asomarse a los “paraísos” que todavía existen en Cuba, Corea del Norte, Venezuela, etc. donde hasta los conceptos de libertad y de derechos humanos son perseguidos y estigmatizados.

 

El Partido Comunista Chileno, durante más de un siglo, no solo ha sido silente observador de los horrores perpetrados por sus congéneres, si no que con frecuencia alabó sus regímenes y formó sus propios dirigentes bajo sus aleros.  Por todo eso es que, habida cuenta de ese tenebroso historial, causa tanta repulsión e indignación ver a los comunistas chilenos tratando desesperadamente de adueñarse de las banderas éticas que siempre ignoraron y pisotearon, como las de paladines de derechos humanos, campeones de las reindicaciones sociales y pudorosos delatores de los conflictos de interés y, más aberrantemente todavía, como garantes de una democracia representativa que nunca han hecho otra cosa que tratar de socavar.

 

Quienes alguna vez hemos leído un periódico, no podemos menos que preguntarnos ¿cómo puede un comunista hablar de respeto a los derechos humanos cuando le asoman por la mochila Stalin, Beria, Castro, Ceacescu y otra caterva de insigne asesinos políticos a los que rindió culto?, ¿cómo puede vestirse con el ropaje de demócrata mientras defiende a Maduro,  a los Castros y a Ortega que les asoman por los bolsillos?.

 

Pero la profunda hipocresía que se esconde bajo el oportunismo no nos  puede sorprender, porque la mentira reiterada es una de las constantes historias del comunismo.  La aprendieron de Hitler y de Goebel y la elevaron a la categoría de axioma científico: una mentira mil veces repetida se convierte en verdad.

 

Dos hechos recientes muestran la maestría en el manejo de esta estrategia de destilada hipocresía.  La semana pasada, el PC chileno soltó a sus perros a ladrar porque el Ministro de Justicia habló de excarcelar a los presos con enfermedades terminales.  Por supuesto   que los ladridos se concentraron en lo que llaman “crímenes de lesa humanidad”, entre los que, por razones misteriosas y nunca explicadas, no cuentan los de Jaime Guzman o los de los escoltas de Pinochet en su famoso atentado.  Estos crímenes ingresan, para ellos, en la categoría de “bajas de guerra”, como los de Stalin, y  por eso Apablaza es un héroe a proteger en Argentina pese a lo que diga la justicia chilena, a la que hay que concentrar en la prestigiosa tarea de llevar a la cárcel a los subalternos militares que tuvieron la desgracia de ser usados en las represiones de la dictadura.

 

El otro ejemplo es el de los esfuerzos para resaltar los conflictos de interés que deben abatir la posible candidatura del Sr. Sebastián Piñera.  Son notables los esfuerzos desplegados para demostrar a los chilenos que es gravísimo y peligroso que un posible mandatario chileno tenga inversiones, por minoritarias y fiduciarias que sean, en empresas que puedan tener intereses contrapuestos con los del estado chileno.  Me gustaría escuchar explicaciones de cómo se podría administrar un fideicomiso cuantioso en un país tan pequeño como el nuestro sin invertir en empresas con potenciales conflictos con un estado plagado de controles arbitrarios y muchas veces contradictorios.  Si ese tipo de potenciales conflictos de interés fueran peligrosos, trascendentales y descalificadores, la mayor parte de los mandatarios de Chile, Latinoamérica y el mundo no habrían existido y el Sr. Trump  no estaría a punto de instalarse en la Casa Blanca.

 

Pero, lo más  escabroso de todo es ver tratando de descalificar a otros por conflictos de interés, a un partido que, como el comunista, arrastra conflictos de ese tipo muchísimos más graves, públicos y peligrosos.  Se acaba de instalar, siendo parte del gobierno, en la dirección de la ANEF, una institución que jamás ha dejado de tener conflictos anuales con todos los gobiernos que han pasado por la Moneda.  ¿Cómo maneja el PC los conflictos mayúsculos de interés que le acarrea su siempre reiterada estrategia de actuar en el gobierno, la calle y los movimientos sociales simultáneamente? Esos sí que son conflictos de interés graves y trascendentales y, a su lado, los del señor Piñera y de otros muchos son irrelevantes.

 

Esto último no quiere decir que sean deseables o siquiera ignorables.  Siempre he opinado que bastan para incomodar y hasta cierto punto esterilizar la acción de un importante empresario tornado en político.  Casi nunca esta combinación ha resultado bien, a pesar de que es muchísimo más inofensiva que la de tener incrustado en un sistema democrático representativo a un enemigo irreconciliable como es el Partido Comunista.  Ojala los políticos democráticos de hoy lo vieran tan claramente como lo hizo Don Gabriel González Videla.

 

Orlando Sáenz R.