La elección de directiva en el Colegio de Abogados ha generado una crisis que pocos entienden, pero que deriva de la sumisión de la entidad a la corriente política dominante, lo que la ha llevado a renunciar a uno de los fundamentos básicos de su misión, como lo es el de velar por el imperio del derecho.
De
hecho, la entidad se ha ganado
justificadamente la deshonrosa etiqueta de “cómplice pasiva” del
atropello al debido proceso en los juicios contra ex uniformados que fueron
llamados por la mayoría civil a combatir la guerrilla armada marxista. Pues no
ha dicho una sola palabra sobre el sistemático atropello a la legalidad en los
fallos de los tribunales contra esos ex uniformados.
En una oportunidad en que un abogado le representó a la entonces presidenta del
Colegio su silencio ante la prevaricación de la mayoría izquierdista de jueces
y ministros, ésta le respondió: “Si propongo ese tema, se quiebra el
Colegio”. En otras palabras, puesto a defender la legalidad y a cumplir su
propio estatuto, se quiebra. Entonces ¿es o no esto una paradoja?
Una entidad tan feble en los principios no podía sino caer en crisis en la
primera oportunidad, como le ha sucedido ahora. Por ser tan “políticamente
correcta” a cualquier costo, incorporó las “cuotas de género” en
su última elección de directiva (cuotas que son antidemocráticas, pues pueden
contradecir la voluntad electoral mayoritaria). A raíz de ello, el Colegio se
ve ahora desafiado por otra paradoja: las candidatas mujeres sacaron,
imprevistamente, tantos votos que, en virtud precisamente de la norma sobre
cuotas, algunas que ganaron han debido ceder su cargo a hombres que perdieron.
Y esta mayoría de hombres en la directiva, gestada “por secretaría”,
no eligió para presidir el Colegio a una mujer, sino a un hombre que,
consciente de la contradicción, ha puesto su cargo “a disposición”,
lo que ha generado la crisis.
Yo, por supuesto, no fui a votar, en protesta por la censura a mi libertad de
expresarme en la “Revista del Abogado”, que se negó a publicar un
artículo mío crítico de la prevaricación judicial contra los militares. Yo
entonces lo publiqué el 27 de marzo de 2015 en este blog, bajo el título
“Artículo Impublicable en la Revista del Abogado” y ha merecido casi
dos mil lecturas y cien comentarios.
Entre otras críticas, mi artículo condenaba la confesión de los sentenciadores
de izquierda, en el propio fallo que comentaba, de no haber podido siquiera
probar la existencia del delito (la obligación más elemental de todo juez
penal) pese a lo cual imponían una pena de cinco años y un día de presidio a
cuatro ex uniformados y un ex policía.
La degradación moral representada por todo lo anterior e imperante en el país,
lleva a cada vez más de sus instituciones a la crisis. Y eso está en la raíz de
la que está viviendo la directiva del Colegio de Abogados, que así está
purgando su silencio cómplice en el atropello a la legalidad, al debido proceso
y al estado de derecho perpetrado reiteradamente y ya por años por una mayoría
del Poder Judicial. Y también su falta de respeto al pluralismo y a la libertad
de expresión de que me hizo víctima en su medio de comunicación.
Hermógenes Pérez de Arce
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