Las capacidades estratégicas de las Fuerzas Armadas de Chile



Las capacidades estratégicas de las Fuerzas Armadas de Chile

Por : Richard Kouyoumdjian InglisVicepresidente Directorio AthenaLab y director de la Liga Marítima de Chile

Lo que la gente y en particular los políticos no siempre entienden es que nuestros problemas podrían ser peores aun si no tenemos fuerzas armadas con capacidades estratégicas efectivas y convincentes.

Las capacidades estratégicas de las Fuerzas Armadas de Chile vienen dadas o son producto del equipamiento del que disponen, la calidad de sus integrantes, el entrenamiento que reciben y algunos aspectos no menores, como son inteligencia, capacidad de planificación, y de mando y control que existe para su conducción tanto individual, como cuando están operando en forma conjunta. Obviamente, todo lo anterior no es un tema del cual se hable mucho en público y, por lo general, la mayor parte de estos aspectos están sujetos a algún grado de reserva.

Tener claro el propósito de las fuerzas armadas es clave si es que uno quiere hablar de capacidades estratégicas. En el proyecto constitucional que votaremos el 17 de diciembre se indica en el artículo 114 que estas están destinadas a la defensa de la soberanía, de la seguridad de la Nación y de la integridad territorial, en conformidad con la Constitución y la ley, y yo agregaría, la defensa del interés nacional, donde sea que esté ubicado. En la constitución de Lagos del 2005 existen para la defensa de la patria y son esenciales para la seguridad nacional.

Hay temas que con la compleja realidad en la que vivimos y el paso del tiempo se les han ido apareciendo a las instituciones de la Defensa Nacional. Por ello me refiero la protección de la infraestructura critica, su participación en los muy frecuentes y casi permanentes estados de excepción y así otras cosas que no son parte de su misión principal, y que les obliga a desatender la preparación para su rol constitucional primario con las consecuencias que ello tiene en la calidad de sus capacidades estratégicas y de disuasión.

Lo que un país piensa en materia militar está plasmado en su política de defensa, que en el caso de Chile, se puede encontrar en la página web del ministerio de Defensa, como también se manifiesta en lo que se conoce como la política militar y en el plan de desarrollo de la fuerza, todos aspectos que las autoridades del ministerio de Defensa Nacional debieran a lo menos una vez al año explicar a las comisiones de Defensa del Congreso. Lo anterior quedo establecido como una obligación en el artículo 104 de la ley 21174, desconociéndose si ello sucedió en tiempo y forma en lo que va de la actual administración.

Asumiendo que la calidad de los integrantes de las instituciones de la Defensa Nacional sigue siendo de excelencia, y que las capacidades en inteligencia, mando y control siguen estando disponibles y operando como se necesitan, sabemos que el entrenamiento debe estar afectado por la dedicación a labores no principales, como también lo deben estar ciertas capacidades materiales debido a que los presupuestos de mantención están afectados en la misma forma que lo están las finanzas generales de la nación.

No todo es malo, la dedicación a labores de interés ciudadano trae un buen prestigio y popularidad a las fuerzas armadas, pero está claro que ello no nos va a salvar el pellejo en caso de problemas, ya que al final del día, es la capacidad de ser efectivos en el combate lo que necesitamos tener.

Las capacidades estratégicas de las fuerzas armadas no se construyen de la noche a la mañana. Es algo que cuesta entender a los políticos que tienden a estar más metidos en los problemas inmediatos, y es por eso por temas como este buscan ser tratados como temas de estado, algo que se logra la menor de las veces.

Es obvio que una fuerza aérea efectiva no se construye de la noche a la mañana, y lo mismo aplica a un ejército de tierra. Para las marinas de guerra aplica la misma lógica, solo que se debe adicionar el hecho de que la construcción de buques de superficie y submarinos toma tiempos más largos, y por ende obliga a pensar ahora en las capacidades navales que se vayan a necesitar en 20 o 30 años más, y en los recursos para financiar el desarrollo de la fuerza sea naval, aérea o militar. Esa es la lógica que está detrás de la ley de financiamiento de capacidades estratégicas que reemplazo a la llamada ley del cobre o conocida inicialmente como la ley de los cruceros, y debemos asegurar que funcione tal como se diseñó, cosa que está por verse.

Hablar ahora de las capacidades estratégicas futuras en los distintos ámbitos puede sonar como algo no relevante cuando tenemos problemas urgentes de seguridad pública, insurgencia en la macrozona sur, crimen transnacional ingresando a través de nuestras fronteras, una economía que no despega y muchos otros problemas más que molestan diariamente a los chilenos.

Lo que la gente y en particular los políticos no siempre entienden es que nuestros problemas podrían ser peores aun si no tenemos fuerzas armadas con capacidades estratégicas efectivas y convincentes que, entre otras cosas, han permitido a Chile disfrutar de los beneficios de la paz los últimos 140 años y que han protegido el interés nacional en la forma en que ello ha sido necesario.

Modernizar los F16, mantener las capacidades de nuestras brigadas acorazadas, incorporar nuevas tecnologías aeroespaciales y desarrollar ciberdefensas, entre otras, son cosas que debemos hacer y financiar, ya que si llegamos a necesitarlas y no hicimos la pega con tiempo, va a ser tarde. Obviamente, tenemos que ser efectivos en el uso de los recursos financieros, ya que no todo lo que nos gustaría tener va a ser posible y es por eso que es importante que no perdamos de vista la misión que la Constitución asigna a las fuerzas armadas, ya que los recursos se deben invertir en las capacidades necesarias para cumplir el rol principal y no necesariamente en los accesorios, algo que erróneamente se hace cuando se busca justificar compras o inversiones con un criterio social, error que se ha cometido en todos los gobiernos recientes.

La Armada, producto de sus especiales características, merece una sección especial, debido al monto de las inversiones y los tiempos que toman las construcciones de buques. Obviamente siempre pueden aparecer oportunidades de compras de segunda mano con vidas útiles remanentes relevantes, pero en el mundo actual, a diferencia de lo que ocurría en la primera década de este siglo, las ofertas no abundan y quizás debamos pensar en que parte de las unidades futuras de la Escuadra y definitivamente las unidades de la Fuerza de Submarinos deban ser construcciones nuevas, que idealmente deben ocurrir en astilleros locales, los cuales tienen la experiencia y capacidades para hacerlo, requiriéndose de inversiones importantes pero no extraordinarias para que se puedan construir en Chile unidades de combate, y no solo unidades auxiliares, rompehielos, patrulleros de alta mar o los reemplazos del Aquiles, Aldea y las barcazas.

Obviamente todo material que pueda ver su vida útil extendida será considerado, pero en algún minuto se deben construir plataformas nuevas, si lo anterior no es posible o no existen buenas oportunidades de segunda mano. Estamos hablando de mucha plata y por eso es que este tema se debe abordar en forma realista. Los recursos disponibles van a determinar qué podemos construir, desarrollar o comprar, y más importante aún, equipar. Las hay británicas, alemanas, francesas, españolas y danesas, por mencionar algunas. Todos los oferentes ofrecerán sus mejores opciones, las que por cierto incluirán la construcción local como parte de la oferta, como también el entrenamiento necesario, y la mantención y modernizaciones posteriores. Lo importante es que el plan de desarrollo de la fuerza naval sea el que se necesita para tener las capacidades estratégicas que implican cumplir con lo que la constitución exige, nuestra realidad de país marítimo y tricontinental, y que se aborde con tiempo objeto evitar sorpresas innecesarias.

La experiencia internacional en esta materia ayuda y debemos aprender de ella, pero no debemos perder de vista que debemos escoger lo mejor que nuestros recursos nos permitan, evitando caer en compras o desarrollos que busquen favorecer a ciertos países que puedan ser ideológicamente cercanos al gobierno de turno, algo que hasta el gobierno de la Unidad Popular supo evitar cuando se vio enfrentado al problema.

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