Las marcas con ácido que Guillermo Farias no olvida

Conversamos con Guillermo uno de los seis quemados con ácido, atentado horroroso ocurrido al día siguiente en que Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas resultaron quemados. Habló del olvido de las víctimas del terrorismo y la impunidad, del dolor físico y el que “va por dentro”, de la utilización de su imagen no autorizada para la película NO. Es la historia de un invisible, de los que nunca han sido escuchados.

Eran como las cinco de la tarde del 3 de julio del 86, cuando sufrimos el atentado, ya era el segundo o tercer día de protesta. ¡Ese día se efectuaba una mal llamada protesta pacífica! Iba de regreso en una de las micros en que trabajaba como inspector del recorrido San Cristóbal-La Granja al domicilio que arrendaba en la población San Gregorio. La verdad era una pieza estratégicamente ubicada en la San Gregorio, porque en esa misma población viven empresarios de buses, y por mi función de inspector ellos me llevaban muy de madrugada a la garita. No se ganaba mucho y había que ahorrar.

Así comienza a responder nuestras preguntas, un hombre cincuentón, creyente en Dios. Separado y vuelto a casar, padre de cinco hijos. Trabaja actualmente como administrativo de RRHH en una empresa de buses que opera el Transantiago. Es risueño y en buen chileno “bueno pa´ la talla”. Agita sus manos para resaltar sus ideas. Manos que también fueron quemadas. De ojos chispeantes y profundos. En más de una oportunidad debo hablarle fuerte porque tiene la audición completamente perdida del oído izquierdo. La oreja derecha es una prótesis.

El ultimo paro nacional

Ese día en particular, debimos ir los inspectores en apoyo a la garita para buscar la recaudación porque estaba en peligro que la asaltaran. En esa época de las protestas era muy común que amenazaran y asaltaran a los conductores, o derechamente quemaran las micros en tránsito para que los otros conductores no salieran a trabajar, y paralizar así Santiago, como era supongo su objetivo. Y los que salían, los apedreaban en las poblaciones o terminaban al poco andar el recorrido en la vulcanización por culpa de los “miguelitos”. Incluso recuerdo que baleaban los terminales para amedrentar a los empresarios. Conocí tiempo después a otro inspector (cuando estuvo hospitalizado en el IST) Fernando Guzmán, que le dispararon en su lugar de trabajo, precisamente en una garita. Quedó en sillas de rueda para toda la vida.

Guillermo, descansa su cadencia, respira y continua. Haciendo memoria este paro fue organizado por la Asamblea de la Civilidad, que eran dirigentes sociales, de gremios. Pero que hablaban para la tele y la radio de desobediencia civil. ¡Cuando en las poblaciones eran enfrentamientos con Carabineros, incluso con fusiles, pistolas! Saqueaban los locales comerciales de las poblaciones. Poco antes de lo que me sucedió habían matado al dirigente sindical Simón Yévenes cerca de donde vivía (el dirigente de la UDI fue ejecutado por miembros del FPMR delante de su madre, en la Villa Brasil, el día 2 de abril de 1986). Era harto lumpen que se aprovechaba. Era un caos cuando llegaban los apagones. Después leí que ese fue el último paro nacional grande que hubo.

La parada en Los Vilos

Guillermo cómodamente sentado en un sillón del living de su casa en Macul, solo deja de hablar para llevarse un vaso de Coca-Cola a la boca. Como lo que viniera fuese difícil de recordar por lo que necesita hacer un esfuerzo para recuperar la memoria. Mi regreso fue a media tarde. Y me vine sentado justo detrás del chófer conversando con él y otro colega, inspector igual que yo. Cuando en una parada en la calle Los Vilos con San Gregorio, solo vi, que hacia mi venia una luz. Fue un fogonazo que me encandiló. Y luego perdí el conocimiento. Creo que de los pasajeros que llevaba la micro, seis, incluyendo al chófer, resultamos quemados con ácido. Pero yo me lleve la peor parte.

Desperté cuando la micro estaba vacía. Avance mareado hacia el espejo retrovisor de la máquina. Lo primero que observé fue mi rostro humeante, detrás de ese velo, mi piel arrugada y cómo con hoyos. Me baje conmocionado. La gente horrorizada me miraba y pedían ayuda. Creo que en algún momento pensaron que estaba muerto.

El chófer Osvaldo Luco Arrúe, también herido de su brazo izquierdo, nos llevó en la misma micro al hospital Sótero del Río, donde nos dieron las primeras atenciones. Luego recuerdo que fuimos trasladados en ambulancia. ¡El que debe ser el viaje más largo de mi vida! Un eterno viaje a la Posta Central. En ese lugar me inyectaron algo. Desperté muchos días después.

Hospitalizado en coma

Mi paso por la Posta Central fue de once días, tres en coma, fue traumático por la atención recibida. Principalmente por la falta de prolijidad en los cuidados. Todo cambió cuando me trasladaron al IST. Mejora que se notó en primer lugar con las curaciones, y sobre todo la claridad en la entrega de información a mis familiares. Debo agradecer las gestiones en esas semanas de la empresa en que trabajaba y mis compañeros que me ayudaron con el papeleo y a solventar algunos gastos. Siempre hay que agradecer. Primero a Dios, luego a sus instrumentos. También a Corpaz que por algunos años presto ayuda legal pero que desapreció después del plebiscito del 88. Y al gobierno militar, que me facilitó un subsidio, pero que no me pago ni un dividendo, de un pequeño departamento social.

En septiembre de ese año, me pude ver por primera vez en el espejo después de muchas semanas. En un descuido de quienes me cuidaban en el IST, fui solo al baño de mi pieza. Fue terrible verse todo desfigurado. Por mucho tiempo, y después de ese choque con esa imagen, de lo que proyectaba ese nuevo rostro, quise atentar contra mi vida.

Carmen Gloria Quintana

Cuando una revista de la época me entrevistó, en los primero meses del atentado, supe que había otra persona, que también sufrió de muchas quemaduras en su cuerpo por lo que estaba en muy graves condiciones. Carmen Gloria y el joven Rodrigo Rojas había sido quemados pero un día antes que nosotros, y como se sabe por responsabilidad de los militares (en primera instancia y de acuerdo con testimonios se debió a un hecho fortuito). Lo interrumpo y digo que tengo la publicación de revista Que Pasa a la mano donde se refiere a Carmen Gloria Quintana. Y luego de buscar en la carpeta rotulada: Caso Farias. Le leo el párrafo.

Yo sabía por lo que ella estaba pasando (Carmen Gloria Quintana) y me hice su amigo mentalmente. Eso sí. Los dos estábamos en hospitales diferentes. Como las mismas personas nos hicieron los guantes y la máscara para la cara, yo le mandaba saludos para animarla por intermedio de ellos. Incluso le dije que la iba a invitar a bailar cuando se mejorara… Pero ella se fue (a Canadá) no alcancé a conocerla. Revista Que Pasa, noviembre de 1986.

Quizás algún día podamos hacer un encuentro (con Carmen Gloria Quintana) como un gran gesto de reconciliación. Fue un acto de solidarizar con quien sufría lo mismo que yo, fuimos quemados vivos, vejados, heridos en nuestro cuerpo y alma, estuvimos en la misma Posta Central, sufrimos el mismo dolor de las quemaduras, pero tuvimos diferentes suertes. Ella Carmen Gloria, tuvo el respaldo político y en esos años de la influyente Vicaría de la Solidaridad. A ella se le hicieron misas, donaciones, reportajes, viajó al extranjero a curar sus heridas, se le indemnizo, tuvo abogados de DDHH que la guiaron. Se demora unos segundos en seguir, remata: Nosotros fuimos olvidados.

La oficina de DDHH

Guillermo continua con el relato, ahora con un tono más bajo y pausado.Yo una vez fui a unos de estos organismos de DDHH. No saque nada en limpio. Para mi sorpresa se me dijo abiertamente que declarara que quiénes me habían lanzado el ácido en la cara, tuvieran uniforme o dijera que podían ser de la CNI. Sabes, que podría haberlo dicho y hecho. Pero no puedo mentir, y luego criar a mis hijos con esa mentira. Me gusta andar con la frente en alto y dormir tranquilo. A ellos con mucho esfuerzo junto con mi señora se le ha dado estudios. Pero por sobre todo un buen ejemplo. Ahora es cierto que preferí por largos años no saber mucho. Y no tengo certeza de quiénes fueron los que atentaron contra mí, y los otros pasajeros.

Las penas de estos años

Esto es difícil de contar. La pena y la tristeza de mis padres, nunca la voy a olvidar, para esto no hay olvido (ya fallecidos). Mi padre comenzó a beber en exceso por tratar de borrar todo ese trauma. Yo miraba su dolor en su cara, cuando él me veía. Ver a su hijo en tal estado. A veces pienso que mi madre enfermó de cáncer por tanta pena. Mis hijos que eran pequeños quedaron muy impactados. Se recurrió a sicólogos para tratarlos. Mi primer matrimonio se hizo cuesta arriba, al cabo de unos años fui abandonado

Mirando con más perspectiva ellos también fueron afectados. Tienen un poco de ácido en sus vidas también. Pero hay otras penas. Escuchaba mucha radio cuando estaba en cama los primeros meses hospitalizado. Fue en una de esas ocasiones en que una dirigente comunista una tal Fanny Pollarolo. Cuando le preguntaron sobre las violencias en la protestas, dijo cara de palo “el fin justifica los medios”. Eso también duele.

Una molestia que me indigna

Cuando me dieron de alta en el IST, en el año 88. Se suponía que el Gobierno me darían una casa, noticia ampliamente divulgada por los medios afines al Gobierno de la época. La verdad es que fue un departamento social de 36 M2, y que debía arreglar pues lo entregaron en bruto. Se solicitó a la Intendencia ayuda básica para mejorarlo. Una vez que ya estaba en condiciones mínimas TVN fue a hacer un reportaje para que yo diera las gracias por tal “regalo”. Cosa que hice. Mi molestia e indignación es porque esas imágenes terminaron siendo parte de la película “NO”, donde aparece un actor mexicano de fama mundial. Debieron sacar esas imágenes en las que muestro el departamento para el noticiero. Y el director o quién sabe, las modifico de tal manera que parecieran que yo aparecí en la franja electoral del SI para su película. Ocuparon mi cara desfigurada para sus fines comerciales, y ni me contactaron. Tu llegaste a entrevistarme porque me buscaste en Facebook ¿ellos no pudieron hacerlo? Debido a esta situación, sufrí de acoso por gente que pensó que yo era de derecha, pinochetista, cuando siempre he sido independiente.

Memoria y Reconciliación

Mi objetivo es tratar de que se haga justicia para aquellos que son invisibles, los que no tienen voz. Pero conociendo la verdad, sin impunidad. Aún es tiempo. Siempre con la esperanza de perdonar y olvidarse de aquella pesadilla. Se que algunos están en precarias condiciones. Se que tienen aún miedo. Se que la maldad existe, porque los hombres de bien no hacen nada.

Mientra exista un tema político del cual algunos sacan dividendos y usufructos de la desgracia ajena. Jamás se podrán reconciliar los chilenos, menos con frases como “Sin Perdón Ni olvido”. Hay intereses mezquinos  que solo muestran una realidad, pero se olvidaron de aquellos que fuimos víctimas inocentes de mentes crueles.

#INVISIBLES

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