Las últimas perlitas de la Nueva Mayoría

 

Cuando Ricardo Lagos se impuso estrechamente a Joaquín Lavín en la primera vuelta de la elección presidencial en 1999 sin conseguir la mayoría que lo proclamase de inmediato como Jefe de Estado, pronunció un discurso poniendo énfasis en que “¡hemos escuchado a la gente!”.

En la segunda vuelta y tras ser investido Presidente, esa expresión suya fue la línea amarilla por la cual transitó su mandato, y su partida desde La Moneda (2006) marcó el derrumbe de la ex Concertación.

Con su sucesora no ocurrió lo mismo, pues identificando el suyo como un “Gobierno ciudadano”, terminó entregándole el poder a un adversario político, y ahora, en su segundo período, al año y medio de permanencia en La Moneda, uno de sus ministros políticos y más cercano, Nicolás Eyzaguirre Guzmán, amigo de la época de guitarreo y charango, reconoce públicamente que el Gobierno se equivocó rotundamente con “una vorágine de reformas” y ello explica el mínimo respaldo de la población.

Desde que se inició el bombardeo de cambios estructurales el 2014, a través de las encuestas la gente fue progresivamente expresando su rechazo a ellas y hace meses que el repudio a las reformas aumenta a medida en que se conocen sus contenidos y sus nefastas consecuencias.

Como si no fuese suficiente desconcierto para la ciudadanía que un ministro de primera línea reconozca el fracaso del Gobierno, horas después de sus declaraciones, el vocero de palacio, Marcelo Díaz, irrumpe en la polémica originada por dichas opiniones, afirmando que el Gobierno coincide con Eyzaguirre y que “es lo mismo que piensa la Presidenta”.

Era lo que faltaba: la Presidenta reconoce el fracaso de su gestión, el atolondramiento en la aplicación de su programa y, consecuentemente, justifica así el casi nulo apoyo de la ciudadanía.

La otra “perlita” que le regaló la Nueva Mayoría al país fue el descubrimiento de las peores prácticas políticas a que puede llegar una persona que es electa por la gente para que la represente, la defienda y promulgue las leyes que la rigen. Dentro de la “vorágine” de escándalos de corrupción de autoridades y dirigentes partidistas, podría considerarse que —al menos, hasta el momento— lo obrado por el senador PS Fulvio Rossi es la más categórica evidencia del doble estándar de quienes conforman el Poder Legislativo.

En su caso, ha sido él un incansable adversario de los empresarios, de quienes abusan, de quienes “lucran” y de quienes se enriquecen en forma ilícita. Sin embargo, con sus correos y cartas dejó en evidencia que rompió el límite de todo lo conocido y repudiado hasta hoy: solicitó dinero a una empresa privada –ésas que él desprecia–, lo hizo supuestamente para ayudar a otros y se quedó con los aportes y, la guinda de la torta, les cobró peaje a todos los funcionarios que gracias a sus influencias colocó en la administración pública.

El PS le pidió que congelase su militancia, pero ése es un gesto muy menor respecto al tremendo daño que le ha provocado al oficialismo en su conjunto, el mismo que hasta ahora hace esfuerzos sobrehumanos por evitar que el Ministerio Público abra mas Cajas de Pandora.

Tomado de worpress. Escrito por Raúl Pizzarro.

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