Lloro Por Ti, Chile
Lloro Por Ti, Chile
Por Hermógenes Pérez de Arce
¿Qué te han hecho, Chile, en qué te han convertido? “El Líbero” revela que 86 mil personas se han ido desde 2021. Antes, la cifra acostumbrada indicaba que anualmente volvían al país unos pocos miles más de los que se iban cada año. Ahora se marchan masivamente para no volver. Y suelen ser los mejores. Una empresaria que vendía artículos de belleza a señoras de alto coturno (“empingorotadas”, como les decía don Patricio) vio terminarse su negocio porque, dice, ya no queda ninguna. Con mayor razón se van los industriales de San Antonio, de Rupanco y de la Araucanía. Y en Bío Bío Otto Wilde sobrevive en un container porque le “okuparon” el fundo que compró hace 40 años, cuando llegó de Suiza, fundo del cual vivía. Y donde no “okupan” incendian.
Las mujeres que se han quedado lloran todos los días. En Santiago (cuyo centro es hoy irreconocible) tienen miedo de salir a pie por los asaltos y en auto por las encerronas. En la Costanera Norte lloran los niños en pánico ante una encerrona grabada y dicen llorando: “¡Llama a la policía, papá!”. Pero el Apruebo va a desmantelar hasta las policías.
Yo no lloro, salvo por Chile, y casi no salgo. Me asomo telemáticamente a algunos almuerzos de amigos. En lo personal, no en lo económico, estoy mejor que antes. Pero en lo político me siento completamente ajeno. Creo que el mejor presidente de la historia de Chile fue Pinochet, a quien ya no se puede siquiera mencionar. El mejor país en que he vivido fue el que legó él. El peor, el de Allende. Y ahora el del candidato que ganó el año pasado y que ha sido el peor aspirante a La Moneda que jamás vi competir. Todo lo que se habla y resuelve hoy me parece absurdo y descabellado.
Opino que los menores de 30 no entienden nada, ni de política ni de historia. Y hay encuestas que dicen que, en la medida en que la gente tiene más estudios, vota más por el Apruebo. Eso me resulta de otro planeta. Tanto como el hecho de que el Apruebo tenga más votos entre los más pudientes que entre los más pobres. Y que el 70 % de las mujeres menores de 30 años hayan votado por Boric. ¿En qué mundo viven? Todo esto me resulta enajenante.
Debería irme, supongo, pero no me iré. No soy un perseguido, pero sí soy cada vez más minoritario. No me cabe en la cabeza que hayan debido ocultar, por la presión comunista, las estatuas de Merino y de Baquedano y que eso se normalice. Tampoco que personas de la clase dirigente repitan consignas y falsedades comunistas, como lo hacen frecuentemente en los medios.
Cuando me hablan de desigualdad y de injusticia yo pienso en los políticos y burócratas que ganan un 50 % más que en el sector privado y que han septuplicado el personal del Estado, y en los jueces prevaricadores de izquierda que reparten millones a destajo y encierran exmilitares, pero casi toda la gente está pensando en cómo esquilmarnos a nosotros, los que todavía tenemos algo, una buena casa, por ejemplo, como si fuéramos privilegiados. Pero nosotros le pagamos 700 mil pesos mensuales de “arriendo” al Estado (contribuciones). También por una casa familiar en la costa, por la cual le pagamos 300 mil pesos mensuales de arriendo al fisco (y que el gobierno ha tasado en más de lo que vale comercialmente, pero nadie en la familia quiere venderla, porque todos han ido ahí desde que nacieron). Vivimos, de hecho, una servidumbre humana.
Terroristas, delincuentes e inmigrantes ilegales están asolando el norte, el centro y el sur. Han asesinado a un muchacho en la Alameda para robarle y se desangró en la vereda. Muere gente en las calles todos los días. Multitudes protestan en Antofagasta e Iquique ante el caos de la inmigración. Y en Arica ante el agresivo Tren de Aragua. En el sur Llaitul incendia impunemente y anuncia por los medios que lo va a seguir haciendo. Recuerdo cuando Boric fue a visitar a los separatistas del sur y levantó la mano empuñada incitándolos. Después arrasó en la elección. Hasta Ricardo Lagos, el “repúblico designado”, votó por él. “Por lo que soy”, dijo para explicarlo. Y así estamos.
Ahora los comunistas están marcando las casas, como lo hacían los nazis. La postal favorita de Chile muestra el Costanera Center contra la cordillera nevada. Pero nunca volverá a haber otro Costanera Center, pues no habrá otro Pinochet ni la propiedad respetada de la Carta del 80 ni la libertad de emprender ni el Estado subsidiario ni la autoridad simpatizante con el progreso. Por doquier hay edificios terminados que el odio marxista impide ocupar. Aquel Chile se acabó. La única disputa política actual se refiere, precisamente, a cómo terminar con la Constitución de la libertad, que posibilitó todo eso. Casi todos la dan por muerta.
Sentido pésame, Chile. En el mejor de los casos volverás a ser el país pobre y mediocre en que viví mis primeros cuarenta años. Y en el peor, ganará el Apruebo y Boric con los comunistas te dejarán como Cuba o Venezuela. Y de eso no te librarás más. Sí, Chile, miro alrededor y lloro por ti
Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/
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