No es incompetencia, es odio

La entrevista al Coronel Julio Castañer en el Programa “Mentiras Verdaderas en el Canal La Red fue impactante. A esta altura de la historia, nadie podría sorprenderse de la parcialidad y ninguna solvencia de la Justicia chilena, pero comprobar en forma  personal el nivel increíble de incompetencia y de maldad que se aprecia en el desempeño del Juez Carroza, es demoledor.

¿Cómo creer que en Chile pueden haber abusos de ese nivel de odio y maldad deliberada?.

La propia afectada reconoce que Castañer es inocente de lo que se le acusa, 17 testigos confirman los dichos y actuaciones de Castañer y solo una persona de inaceptables condiciones morales y sicológicas lo acusa a 30 años de los hechos y habiendo reconocido explícitamente su afán de lucro.

No es concebible que Carroza aun insista en culparlo, salvo que esté animado de sentimientos dignos de cuidado  psiquiátrico o directamente perversos.

Cabe preguntarse, ¿qué mueve a este hombre?, ¿por qué ese odio?, ¿cómo puede dormir con esa conciencia?, ¿qué agravios o perversiones controlan sus actos?.

Podría entenderse que personas así ocasionalmente pasen desapercibidas en la burocracia y el número de funcionarios, pero no estamos hablando de un hecho aislado, estamos hablando de alguien que cultiva el alto perfil, que se luce ante los medios, que explota su fama.

Es increíble que los sucesivos Ministros de Justicia, que las autoridades de sucesivos gobiernos no hayan tenido el valor, la decencia, la curiosidad, de interesarse en el comportamiento de una persona así y tomar las medidas correctivas del caso.

¿Por qué autoridades que se supone que tendrían que conservar cierta ecuanimidad se hacen los desentendidos y se comportan como cómplices pasivos de estos crímenes  de odio contra los militares?

¿Será que en su cobardía no se dan cuenta de la magnitud de los vientos que han sembrado?. ¿De qué “reconciliación” se habla en Chile?, ¿es que alguien piensan que estos abusos se olvidarán alguna vez?.

Es increíble el tamaño de las tragaderas de los periodistas y medios de comunicación locales, que pueden dar crédito al dramón hipócrita fraguado por Luis Toro, abogado de la Vicaría de la Solidaridad y representado por la madre de Rojas Denegri reclamando por la cámara de su hijo con la que, con todo cinismo, declara haber sido usada para fotografiar el cadáver de su hijo. Cámara que previo paso por la Vicaría de la Solidaridad terminó en manos del sacerdote Renato Hevia, cómplice en tratar de cambiar las horas en que la máquina había sido usada para inculpar a los militares.

Estas son las víctimas, estos son los acusadores, estos son los jueces, estos son los ministros de Justicia, estos son los bandidos que tienen a Chile hundido en la corrupción y la decadencia.

El castigo será implacable y el desprestigio y vergüenza del Poder Judicial de Chile tendrá una mancha indeleble.

Fernando Thauby

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