¿Nueva constitución…se justifica y necesita realmente???
¿Nueva constitución…se justifica y necesita realmente???
Chile ante cuatro encrucijadas
Por Jaime Jankelevich
Mañana lunes en el Consejo Constitucional debieran comenzar finalmente las votaciones a las enmiendas que se presentaron en las comisiones y antes de conocerse los resultados de las mismas, desde el oficialismo más radical ya se advierte una intención de que la Constitución que se someta a plebiscito sea votada en contra el próximo 17 de diciembre.
Las declaraciones de advertencia del secretario general del Partido Comunista, Lautaro Carmona, “que sepa la derecha que aquí no termina el proceso constitucional, porque el mandato es una nueva Constitución, y una ‘nueva’ quiere decir ‘no la misma ni peor’”, son inaceptables por principio, pues serán los ciudadanos los que decidirán en diciembre si lo mejor para el país es optar por un camino de certidumbre y dar por terminado el proceso, o seguir en la incertidumbre institucional, votando en contra del proyecto en desarrollo.
Las posiciones contrapuestas presentes en el proceso constitucional –cuyo final sigue siendo una gran incógnita– son una muestra representativa del polarizado ambiente político que se vive en el país. Esto se pudo comprobar el miércoles pasado en la Cámara cuando se aprobó leer el texto de la resolución del 22 de agosto de 1973 –impulsado en aquel año por la DC– para representarle a Salvador Allende “el grave quebrantamiento del orden constitucional y legal de la República”, lo que generó durísimas reacciones desde la izquierda, con ofensas de grueso calibre y gritos de asesinos, cómplices, etc. Y el PC, por su parte, pretendió que se aprobara una indicación para anular esa resolución del Congreso de 1973, como si se pudiera borrar la historia a su arbitrio, lo que fue obviamente rechazado.
Lo lamentable de todo esto es que el país está paralizado y el gobierno sin rumbo, empantanado con el caso Convenios y el Presidente enfrascado en conmemorar el 11 de septiembre los 50 años del fin de la UP, para exaltar y martirizar a Salvador Allende y su gobierno, en lugar de preocuparse de ofrecerle al país una visión a largo plazo que permita generar unidad nacional ante un propósito común y no incrementar la polarización que ya está presente en el clima de opinión pública.
Y ese mismo día 11, se cumplirán 18 meses desde que asumió el poder, y esta es la situación que puede mostrar:
En el sur, el terrorismo pampea; en todo Chile el narco y el crimen organizado se ha incrementado exponencialmente; la economía en recesión; la pobreza sobre el 10% y no el 6% declarado por la Casen, como lo explicó claramente el economista Jorge Quiroz y refrendado posteriormente por Claudio Sapelli; el litio en paz descansa hasta que se pongan de acuerdo SQM y Codelco; la minera estatal en un nivel de baja producción que poco y nada está aportando al erario nacional, mientras su deuda es de US$ 18,000MM; la salud con listas de esperas que sobrepasan los 2.6 millones de personas; en educación, los profesores están pensando si van o no a la huelga mientras el ministro Cataldo le dice a los estudiantes que protestan por los $10 de alza en el transporte, que ahora no se justifica saltarse los torniquetes, porque el contexto es diferente al que sí encontraba que estaba bien hacerlo y como si fuera poco, el corrupto fraude al erario nacional hasta ahora conocido asciende a $32.000MM.
Triste comprobar esta realidad y en el horizonte no se ve ni percibe que el gobierno vaya a cambiar, salvo los constantes cambios de opinión del Presidente a los cuales nos tiene acostumbrados.
Chile enfrenta grandes encrucijadas no resueltas, mientras perdemos competitividad, imagen internacional, certeza jurídica y calidad de vida por el incremento en inseguridad, a lo que se suma un Gobierno incapaz, sin rumbo y el cual, en lugar de proyectarse al futuro, regresa al pasado, como si ese fuera el camino que nos llevará al desarrollo.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero el domingo 27 de agosto de 2023.
Revolución Legal
Por Juan Carlos Aguilera
Una mirada más allá de la contingencia, desde la contingencia.
Cuando uno observa lo que está ocurriendo, en el Consejo Constitucional en relación la discusión política en torno a la cuestión constitucional que mañana inaugura una nueva etapa que consiste en comenzar a votar las normas que configurarán el texto que una vez redactado, pasará a la Comisión de Expertos, quienes elaborarán un informe cuyas propuestas serán votadas por el Consejo Constitucional, según unas reglas ya acordadas, luego siguen otros procesos, hasta la realización del plebiscito constitucional el 17 de diciembre.
Y eleva la mirada, haciendo una deducción, en términos globales, a mi juicio se puede entender lo que ocurre en el Consejo Constitucional, considerando lo siguiente.
Como es sabido, a la segunda mitad del siglo XX, el historiador Mario Góngora, la denominó como la de las Planificaciones Globales. Desde otra perspectiva, diversos historiadores, la han denominado de las Revoluciones, que comenzaron con la Revolución en Libertad del Gobierno democristiano, de Eduardo Frei, seguida por la Revolución de Allende y que tuvo como respuesta la Revolución Militar.
Hoy en día, si consideramos que, desde la incorporación del Partido Comunista a la coalición de la Nueva Mayoría (cuyo programa de gobierno no leyó el entonces presidente de la dc, Ignacio Walker, célebre promotor de la ley de divorcio, junto a Mariana Aylwin), comenzó, a mi entender, una nueva revolución que es la continuación de la iniciada por Allende (Recuerde que Benedicto XVI, definió a Michele Bachelet, como marxista, atea, de trato agradable).
Pues bien, dicho lo anterior, lo que se ha estado gestando, desde ese gobierno de la expresidente Bachelet, hasta hoy, con el concurso de ciertos sectores de la centro derecha política, intelectuales de signos y “tradiciones” diversas y la llamada izquierda democrática, es la cuarta revolución, continuación de la de Allende (no se olvide que el programa de gobierno de la UP., contemplaba la redacción de una nueva constitución política para instaurar el Estado Socialista).
Esta cuarta revolución debería ser denominada Revolución Legal, la que ha sido previamente acompañada, y lo continúa haciendo, con la llamada Memoria Histórica que subvierte y somete nuestro pasado a una determinada visión ideológica totalitaria que va desde los nombres de las calles, hasta el establecimiento de un nuevo ¿orden? constitucional.
Pienso, puedo equivocarme, que eso es lo que comenzará a ocurrir mañana en la discusión al interior del Consejo Constitucional.
El que se culmine la Revolución Legal en el caso de que dicha constitución establezca el Estado Social de Derecho, tal como estaba concebido en la constitución rechazada.
Habrá que esperar, qué será lo que se plebiscitará, el 17 de diciembre, si la consumación o no, de la Revolución Legal.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su perfil de LinkedIn.