¿OBLIGATORIO ES LO MISMO QUE VOLUNTARIO?



¿OBLIGATORIO ES LO MISMO QUE VOLUNTARIO?

Por Humberto Julio Reyes

Por supuesto que no, contestará quien tenga nociones básicas de nuestra lengua o no sospeche malicia en la pregunta.

Depende dirá otro que, mostrando una característica del “alma” nacional, no desee comprometerse con una clara respuesta o presuma que, detrás de una pregunta aparentemente inocua, se esconde un gazapo.

Lo segundo a nadie que viva hace algún tiempo en nuestro querido Chile podría extrañar toda vez que el relativismo y la ambigüedad campean en todo orden de cosas.

Por mi parte yo contesto afirmativamente e intentaré fundamentar mi respuesta en estas líneas que someto a la benevolencia de usted apreciado lector.

Parto por referirme a lo que observé en la locomoción pública tan pronto se relajaron las restricciones impuestas por el Covid-19 y que debe haber intrigado a más de algún turista que aún no asimila las costumbres chilenas, en particular las santiaguinas.

El uso de mascarilla, según pregonaban visibles letreros, era obligatorio en el Metro. Sin embargo, en “el mundo real”, absolutamente voluntario, igual que el pasaje en los buses donde paga el que quiere y se ha llegado a alcanzar el récord de 40% de evasión. ¿Nadie ha reclamado aún ese récord para el libro Guiness?

Un breve paréntesis: los pasajes del Transantiago hace tres años que no se reajustan, a pesar de la constante alza de sus costos a los que se agregan los buses quemados debido a esa ya arraigada costumbre estudiantil que también comparten otros grupos antisistémicos.

Está anunciada una necesaria alza que, dado el funesto precedente de los $ 30 que habrían iniciado la revuelta del 2019 (causa aparente), como ahora ya la llaman quienes desean honrar “el jardín de la resistencia” en la venida a menos Plaza Baquedano, las actuales autoridades sienten justificado temor de llevar a la práctica. Otra cosa es con guitarra y cuesta quemar lo que en su momento se adoró.

El juego de palabras es involuntario pero aclaro que, durante la revuelta que fue provocada o aprovechada para intentar derrocar el gobierno, la destrucción por el fuego de la red del Metro fue aplaudida, justificada o relativizada por el intento de subir $ 30 los pasajes que es lo que habría hoy que hacer, pudiendo incluso incrementarse en un monto superior para lograr disminuir el déficit de tres años. Sin embargo ahora las autoridades, antes oposición, cuesta imaginar que se arriesguen a otra asonada o, que si se produjera, no la rechacen.

Segundo paréntesis: habiendo “grupos” que han manifestado su firme decisión de mantener el mentado “jardín”, que parece sacado de alguna película de terror, propongo que en toda estación de Metro y monumento o propiedad vandalizada durante la revuelta se coloque una placa, al estilo del Instituto de Conmemoración Histórica, que testimonie a las futuras generaciones lo que allí sucedió, antes que la posverdad lo niegue, tal como se ha hecho con los innumerables atropellos cometidos durante los funestos 1000 días de la Unidad Popular.

Otro ejemplo, no reciente, de obligatoriedad que termina siendo voluntariedad es justamente el Servicio Militar Obligatorio, toda vez que al no completarse la cuota de acuartelamiento, ya reducida a un mínimo, con voluntarios, el sorteo previsto para lograrlo no se estaría efectuando con todo los negativos efectos que, por elemental prudencia, declino plantear en este sitio que es público.

Termino refiriéndome al voto obligatorio que, dada la negativa experiencia de años de voluntariedad, se intentará reponer. ¿Se harán efectivas las sanciones a quienes no se sientan obligados a cumplir la ley o sucederá lo mismo que con tantos incómodos deberes?

Resumo entonces; en Chile lo obligatorio puede ser voluntario, todo depende.