PELIGROSA IGNORANCIA

La calificación de “ignorante peligroso” es dada comúnmente a quienes emiten opinión, adoptan decisiones o ꟷpeor aúnꟷ dictan instrucciones en total y evidente desconocimiento del tema que se trata. De allí entonces que la “ignorancia peligrosa” pueda ser calificada como una limitación intelectual que augura malas o graves consecuencias para quien se viste con el ropaje ajeno del conocimiento, del cual carece, como para quienes sufren los efectos de su ignorancia.

Hoy nos encontramos en Chile con la insistencia porfiada del sector político izquierdista y otros de corte anárquico-liberal, empeñados en destruir la imagen de las instituciones armadas de la república. Sin dar cuartel, desde el regreso a la democracia, la izquierda política se ha dedicado a atacar abiertamente a los militares, intentando acorralarlos al asignarles ꟷcon odio y rencor incomparableꟷ la exclusiva responsabilidad por el quiebre institucional de 1973 y la coetánea secuela de violaciones a los derechos humanos, cometidas por uno y otro bando. Junto al coro de agrupaciones funcionales a la extrema izquierda, una corte de cómplices activos y pasivos ꟷcómodamente sentados en curules del Congreso o en las sedes de los partidos políticosꟷ se dedican a minimizar el rol que los militares juegan en la sociedad, restándoles relevancia y despreciando el valor de sus aportes. Sumado lo anterior a la actitud obsecuente y casi avergonzada de los mandos, se avanza peligrosamente en el camino del desgaste vocacional y disciplinario, baluartes fundamentales en los que descansa su reconocida capacidad profesional.

Contamos con Fuerzas Armadas de élite, altamente capacitadas y bien entrenadas, cuyo moderno equipamiento no es obra de la generosidad de los gobiernos concertacionistas, si no que se debe a la previsora política de financiamiento dejada como herencia por el Gobierno Militar. De otro modo, a la perversa campaña de desprestigio veríamos el símil a lo que ocurría en los años de Frei Montalva en la presidencia y Andrés Zaldívar en el Ministerio de Hacienda, cuando los soldados conscriptos debían usar alpargatas por la negación de las partidas financieras por parte de los creadores de la “Revolución en Libertad”. Gracias a ello, hoy somos capaces de disuadir cualquier tipo de aventura reivindicacionista o agresión externa, permitiendo el avance equilibrado entre Seguridad y Desarrollo

La falta de memoria no puede ser tan grande como para que el mundo político tradicional se olvide tan rápidamente de las verdaderas causas de lo ocurrido en el pasado reciente. Una cosa es que les convenga mantener una visión sesgada de la historia, en concordancia con sus objetivos ideológicos, y otra que en su intimidad no se den cuenta de hacia dónde están empujando el carro, exponiéndolo a descarrilarse una vez más. Esto vale tanto para la izquierda como para la derecha tradicional.

La nueva izquierda, como se ha dado en calificar a la mescolanza de movimientos que conforman el Frente Amplio, es sin embargo el ejemplo más claro de la “peligrosa ignorancia”. Nacidos al alero de una izquierda decadente, motivados por las falacias sembradas por esta misma, no se han dignado dedicar algo de su ocupado tiempo para comprender las raíces del problema que afecta las relaciones cívico-militares. Es allí precisamente donde radica el mayor peligro, atizado el fuego por posiciones extremas y radicales, donde se replican viejas estrategias del mundo comunista de la Guerra Fría.

En los años 70, Fidel Castro ꟷprincipal promotor de la revolución en Latinoaméricaꟷ planteaba que para asegurar el éxito, había que eliminar el ejército y reemplazarlo por uno propio, “construido sobre sus cenizas”. Otros, como el mismo Allende, planteaban que había que “adaptarlo”, o sea, ideologizarlo para que sirviera a los intereses “del pueblo”. Cualquiera de las dos estrategias fracasó estrepitosamente en nuestro caso gracias una característica de nuestras Fuerzas Armadas: su fidelidad a la Patria, concepto que ꟷclaramenteꟷ no consigue entender esta nueva fuerza política y que se basa en algo muy simple: la Patria es el Estado de Chile, no el gobierno de turno, a quien se debe obediencia y respeto pero jamás fidelidad. La ignorancia hace que muchos confundan ambos conceptos, exigiendo a los militares una servil subordinación a sus intereses políticos y ꟷpor desgraciaꟷ ha habido mandos que por razones diversa, se han prestado para el juego. Basta recordar el nombramiento ꟷ en 1973ꟷ del mismísimo Comandante en Jefe del Ejército como Ministro del Interior, o sea, Jefe Político del gobierno de la Unidad Popular, lo que constituye en la práctica un verdadero Golpe de Estado, ejecutado por Allende ante su incapacidad para dominar la contingencia social y política interna.

Hoy somos testigos de la presión irresponsable de la izquierda hacia un mundo militar que mantiene la boca cerrada y acata disciplinadamente las decisiones de sus mandos. La pregunta surge de la misma historia y de su repetición en ciclos inevitables: ¿hasta cuándo?. Cabe traer a la memoria hechos tales como el ruido de sables de agosto de 1924, cuya culminación fue ꟷen enero de 1925ꟷ la destitución masiva de todo un cuerpo de generales, asumiendo los coroneles la conducción del Ejército y del país. ¿Cuál pudo ser la causa, si nó la pérdida de autoridad de aquellos, ante el abuso del mundo político?. Ya en 1969, un general de la república viajó a Santiago desde su división nortina, acuartelándose, junto a cientos de oficiales, en el Regimiento Tacna, desde donde exigió al gobierno democratacristiano el respeto a la institución que el Comandante en Jefe no había sido capaz de conseguir. Así, podemos citar varios casos en que la disciplina militar fue severamente afectada por la pusilanimidad o falta de visión de quienes, vistiendo la autoridad máxima de las instituciones, no fueron capaces de mantener el respeto que ellas se merecen.

La ignorancia de los novatos en las lides políticas y estratégicas es, sin embargo, tan peligrosa como la doble intención que se observa en quienes ꟷcual bacteria que se alimenta de la inmundiciaꟷ sobreviven gracias al conflicto. Son justamente aquellos que en el pasado intentaron hacer de la revolución comunista su camino hacia la gloria, quienes hoy, incapaces de convivir en armonía con la democracia, atizan el fuego de la provocación artera hacia las Fuerzas Armadas, tal vez con la esperanza de crear una nueva crisis en la cual puedan salir ganadores…o al menos, que sirva para revertir la consolidación del capitalismo en libertad, su clásico enemigo.

Los mandos de las instituciones armadas y las autoridades políticas del gobierno deben tomar cuenta de lo que se teje en bambalinas, poniendo fin a esta peligrosa campaña de ataque a las FF.AA. y evitando así que se genere una escalada de hechos que nos lleve directo a una nueva confrontación. La primera señal de ello, es ꟷpor desgraciaꟷ la pérdida de confianza y lealtad de los integrantes de dichas instituciones y el consecuente debilitamiento de la autoridad real de sus mandos. Quienes ꟷpor su parteꟷ participan del juego de la política, tienen la obligación de buscar información en las fuentes de la “historia verdadera” ꟷnó en la parodia historiográfica que abunda en nuestros díasꟷ para así aprender a no cometer los mismos errores vistos en el pasado y superar su peligrosa ignorancia.

17 de Octubre de 2018

CARPÓFORO

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