POLÍTICA:
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LOLLAPALOOSA BOLIVARIANO
El superbigote en acción
La situación que viven los hermanos venezolanos a los más viejos nos parece un escenario conocido y muy familiar. En efecto, hace un poco más de medio siglo los chilenos si bien no nos encontrábamos bajo una dictadura, íbamos derecho a ello. Con una crisis social y económica extremadamente crítica ─no tanto como la de Venezuela─ pero con una inflación que superaba el 500%, “harina solo para tres días”, el país semiparalizado, la agricultura destrozada por la reforma agraria y las tomas y saqueos a los predios; mientras la subversión asolaba los campos y las ciudades; con un gobierno que no respetaba el Estado de Derecho y nos encaminaba a un régimen marxista. En Chile se contó con la opinión en contra de la Corte Suprema, la Contraloría General de la República, la Cámara de Diputados y sus Fuerzas Armadas que acogieron el llamado de la ciudadanía para terminar con el gobierno marxista.
Claro, en el país caribeño la situación es mucho más aguda. Ellos están bajo un régimen dictatorial desde hace 26 años, impulsado y guiado por Cuba, a quien han sostenido económicamente por largas décadas, desde cuando el petróleo estaba en bonanza y producían lo suficiente; la Asamblea Nacional elegida democráticamente fue suspendida quitándosele sus facultades por un dictamen de la Corte Suprema que elige a dedo Maduro; tal como lo hace con los otros dos poderes del Estado: el Poder Ciudadano y el Poder Electoral; súmese a lo anterior las Fuerzas Armadas, los Colectivos y cuanto organismo civil y militar creó para ejercer el control, estigmatización, represión, tortura, detenciones arbitrarias. Miles de civiles juzgados por la justicia militar acusados de terrorismo y un largo etc., a través de la Guardia Nacional Bolivariana, el SEBIN, la DGCIM; las FAES, la Policía Nacional Bolivariana. El ejercicio del poder es absoluto, sin límites, con el control que tiene sobre todos los medios de comunicación que han sido su fuerte para las estigmatizaciones, a las cuales siguen las detenciones arbitrarias y hasta muertes. A tanto llega su ego que ha creado un comic ─emulando a Superman─ donde el protagonista es el “Superbigote” atribuyéndose las mismas capacidades.
Las imágenes en TV de los venezolanos que viven en Chile fueron desgarradoras. Después de un día lleno de felicidad y alegría esperando el resultado de la elección frente a su embajada, donde muchos habían pernoctado en la noche anterior, vino la desilusión por el fraude electoral. Toribio tuvo la oportunidad de conocerlo más de cerca por una joven venezolana que oficia como cuidadora de su esposa. Desde hace meses confiaba “que ahora si botamos al Maduro y yo vuelvo a mi país.” Nunca quiso desanimarla, tan solo le deseaba que las cosas se dieran como ellos esperaban. Es que había que ser demasiado crédulo o inocente, conociendo toda la performance del “Superbigote” que no respetaría lo prometido: elecciones libres, transparentes y que respetaría lo que informara la autoridad del Consejo Nacional Electoral. Más aun, conociendo que tanto él como sus más cercanos seguidores no solo arriesgan ser denunciados ante la Corte Internacional por violación a los derechos humanos, sino además porque existen orden de captura internacional por la vinculación con el tráfico de drogas, donde sin duda el Cartel de los Soles ocupa las primeras prioridades. Pero Estados Unidos, confiando en este delincuente levantó algunas de sus sanciones a fin de que se realizara el proceso electoral. Después de todo Maduro no es tan tonto. ¿O se lo habrá soplado el “pajarito”, el espíritu de Chávez que le habla? Porque él no dijo que se respetaría el resultado de las elecciones, sino lo que informara la autoridad, el Presidente del Consejo Nacional de Electores, el ex diputado chavista Elvis Amoroso, que debería llamarse Elvis Tramposo.
Estemos alerta a lo que pasará a futuro después del Lollapaloosa bolivariano, dirigido por el súper comediante “El Superbigote”. Esa hora que se pronuncien todos los países que aprecian y viven la democracia; los organismos internacionales, comenzando por la OEA. que con anterioridad sancionó con la expulsión a Cuba (1962) por implementar el marxismo, eliminando las libertades políticas y restringiendo los derechos humanos; también Honduras, Paraguay y recientemente Nicaragua, fueron suspendidos o expulsados de la organización debido a crisis políticas internas, mucho menores a las que existen en Venezuela que hoy supera todos los límites con el fraude electoral. Y si bien Venezuela renunció a la OEA en 2019, cuando impidió que observadores de dicho organismo concurrieran a otro acto eleccionario, sería bien visto una fuerte declaración de la Asamblea cuestionando las elecciones recientes, y a mismo tiempo estudiar la factibilidad de expulsar a Venezuela del TIAR o aplicar otra sanción ejemplar. Una presión de esta naturaleza podría incidir en la voluntad de las fuerzas armadas a quitar el apoyo al bigotón Maduro, reforzando el llamado hecho por oficiales subalternos a sus generales.
Para terminar y no aburrirlos, a Venezuela le ha hecho falta un Pinochet, un Merino, un Leigh y un Mendoza. Ya saben chilenitos, especialmente las generaciones que no vivieron el pasado, gracias a esos hombres podemos vivir en libertad y en democracia. Nuestro “dictador” cumplió con la Constitución y entregó el poder de acuerdo a lo establecido en ella después de haber perdido el plebiscito.
Fernando Hormazabal Díaz
General de Brigada (R)
Vea este video de venezuela:
https://youtu.be/IQQHhQ4eIDI?si=jgQyEUpSUCnqkwmX
Paris, una Misa Negra… un Culto a Satanás*
Por Cristián Labbé Galilea
Todas las miradas están puestas en Venezuela, situación que da para “un barrido y un fregado” pero, está claro, nada bueno saldrá de esa “caja de Pandora”, ni siquiera una incipiente transición democrática. A juicio de esta pluma, Maduro se mantendrá en el poder mientras cuente con los militares; él sabe que “los gobiernos caen por dentro”, y manteniéndolos a su lado “aguantará el chaparrón”.
Atraídos por lo que ocurre en ese caribeño país, los medios de comunicación y los infaltables opinólogos de siempre han descuidado el satánico espectáculo ofrecido en la inauguración de los JJ. OO., Paris 2024. Lejos de toda pacatería, escrúpulos morales excesivos e intención de buscarle “la quinta pata al gato”, lo visto fue simplemente una provocación a la sociedad occidental.
Por donde se mire, la ceremonia estuvo cargada de simbolismos que desafiaban las bases de nuestra cultura en pleno corazón de Europa, en el París del cristianísimo Carlo Magno (800 d. C); y cómo no, si el productor de la ceremonia (Thomas Jelly) es un confeso personaje “Queer”, condición que identifica a lesbianas, gais, bisexuales y transgénero, quienes sostienen que la sexualidad y el género pueden cambiar con el tiempo.
Pero el tema no es el productor; son los muchos cuadros artísticos (si se pueden llamar así), todos apoyados en figuras que instrumentalizan el movimiento “Drag Queen”, donde una persona altera su apariencia y su personalidad, para ajustarlas a estéticas exageradas mediante vestuario “flamboyant” (eufemismo para referirse a personas afeminadas).
A esta provocación hay que sumar: la profana representación de “la última cena de Jesucristo con sus apóstoles”, sustituidos por drag-queens, niños, modelos trans y un cantante casi desnudo, representando al dios griego Dionisio; la reina Maria Antonieta decapitada y la Conciergerie ensangrentada; los besos de tríos; la humillación de la Guardia Republicana bailando al ritmo de Aya Nakamura; el desfile de moda de modelos transgéneros con música de una activista feminista y lesbiana (Barbara Butch).
Muchos de mis fieles contertulios estarán pensando que esta pluma exagera. Nada de eso, no se trata de intolerancia, ni nada que se le parezca; es simplemente que, de una “simple lectura” de lo presenciado, se colige que todo el montaje estaba orientado a una provocación a los valores de la sociedad occidental, un verdadero preludio a una sociedad cuyos valores están peligrosamente amenazados, una advertencia de un derrotero decadente similar al que siguió Roma antes de ser destruida por los Bárbaros.
En definitiva, imposible que esta pluma no alerte a sus contertulios de la amenaza que se cierne sobre el futuro de la cultura occidental y no se sorprenda que, ante tan nítida evidencia, SS. el Papa Francisco haya guardado “santo silencio” frente al caballo del Apocalipsis que galopó por las aguas del Sena, y frente a la última cena parisina, evidente manifestación de “una misa negra” que, al emular un ritual cristiano, no fue ni más ni menos que un culto a Satanás.