Alfredo Jocelyn-Holt Historiador
La
funa al profesor Juan Esteban Puga en días pasados fue gravísima.
Sucedió en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Le precedieron y
siguieron correos electrónicos de profesores que no solo objetaron lo dicho por
el académico, lo censuraron. Recibió escasa solidaridad de parte de “colegas”,
y la autoridad aún no se pronuncia al respecto.
¿Qué fue lo que dijo? En lo fundamental, dio una explicación distinta a la
monocorde que se quiere imponer del golpe del 73, sin por ello avalar lo
ocurrido (“El 11 de septiembre es una mala fecha… Hay que vivirlo no como una
fecha de celebración, sino una de pena por el fracaso que representa de la
sociedad civil”). Y llamó a los alumnos a no quedarse pegados en el pasado, lo
cual le significó ser acusado, por ser “conflictivo”, de bajo nivel académico
(ambos infundios), haber impedido que alumnos se expresaran, no saber medir
adecuadamente sus palabras, en suma, lo suyo un ejemplo de “negacionismo”
(otra manera de las tantas con que se cohíbe y amordaza).
Conste que esto sucede en una universidad que acaba de anunciar que va a
implementar una Política de Verdad y Memoria. ¿Política o práctica?, lo
pregunto porque otras “políticas” de este tipo se han traducido en lo que
llaman ahora “protocolos”, los cuales se negocian para bajar tomas, a costa de
qué concesiones: ¿procesos inquisitoriales anónimos sin presunción de
inocencia, en que acusados se enteran mucho después que se les ha abierto
sumario? ¿En el futuro, se estará “prohibido olvidar” en la UCh? ¿Solo
“víctimas” tendrán derecho a hablar? Se sigue con esta lógica y, quizá, ni sea
necesario funar en el futuro.
En los correos entre profesores hubo un par de “prácticas” preocupantes que ya
se vislumbran: emocionalidad catártica, alardes “victimistas”, y una vocera del
Centro de Estudiantes que incoherente mostró su desacuerdo con la funa, pero
insistió en que “estamos profundamente convencidos de que existen distintas
formas de lucha y que no somos quiénes para quitarle legitimidad a la forma de
lucha elegida por los estudiantes ese día”. Otro tanto lo ya dicho, que
abundaran más los detractores que solidarios con Puga, muy en la línea capotera
de redes sociales. De hecho, el afectado manifestó sorpresa que se le apoyara
en privado, no en público. Tuve que indicarle que en universidades
norteamericanas se sabe de casos peores en que se acercan al apestado y le
expresan apoyo a la vez que lo atacan en público. Es decir, todavía no topamos
fondo. También debió llamar la atención que uno de los pocos profesores
valientes escribiera: “En los casi 40 años que llevo vinculado a la Facultad no
tengo memoria de un ambiente tan ‘tóxico’ como el que se respira por estos
días”. Para nada “de buen trato, respeto y paz”, como dice la autoridad querer
y aspira lograr.
Artículos de Opinión
LEY DE PUNTO FINAL AHORA Multigremial de militares y policías ® ¡LEY DE PUNTO FINAL AHORA! Compungida cara, han mostrado los integrantes del gobierno, cuando han tenido que referirse al alevoso ase...
Leer másArtículos de Opinión
Presidenta de la ONG que defiende a uniformados: «El uso de la fuerza no puede ser proporcional» Alejandra Cruzat, de Nos Importan, cuenta a El Líbero que existe mucha tristeza y frustración ante ...
Leer más