POLÍTICA Y GOBIERNO:



POLÍTICA Y GOBIERNO:

Los enemigos de Chile

La intervención de los organismos internacionales en nuestro país conduce a que tengamos un Estado fallido, caracterizado por su incapacidad de mantener el control sobre el territorio y el monopolio de la coerción.

por Vanessa Kaiser21 abril, 2025

 

La primera de las libertades por las que los hombres lucharon en la historia fue aquella que resulta de no ser dominados por algún poder extranjero. Si se detiene un momento a pensar, es bastante obvio que, en la jerarquía de las prioridades, sea la libertad de la polis, el imperio, la República o el país un objetivo de primer orden. Puesto que, en su ausencia, todos los demás problemas propios de la política- desde el tipo de régimen hasta la provisión de ayudas sociales- caen en el sinsentido.

¿Quién discutiría seriamente sobre pensiones, educación o salud si el poder de decisión estuviese radicado en alguna entidad extranjera? Esa es la razón por la que, ante las presiones globalistas que licúan la soberanía de los estados nación, debamos mirar hacia afuera para encontrarnos con el enemigo más importante de nuestro país. Y este es un buen momento, dado el escándalo que provocaron las declaraciones de la candidata a la presidencia Evelyn Matthei, en cuanto a que la intervención de los militares el ’73 fue necesaria y que “era inevitable que hubiese muertos”. ¿Qué tiene que ver la libertad de la República con el quiebre institucional?, se estará usted preguntando.

Sabemos que Salvador Allende fue uno de los impulsores del avance del castro comunismo en el cono sur. Fue fundador de la Organización Latinoamericana de Solidaridad, bajo cuyo paraguas promovió el terrorismo, la guerrilla y la imposición de un régimen totalitario en nuestro país. La historia se cuenta en un par de líneas: de salvador del pueblo pasó a ser su sepulturero; desmanteló el Estado, provocó el hambre generalizada y la miseria sin esperanza, mientras entregaba a la URSS y Cuba los destinos de la nación.

Todo esto, a partir del apoyo a la violencia política de grupos como el MIR y el indulto y asilo de terroristas, la planificación de la economía, la destrucción del derecho de propiedad, la asfixia de la libertad de expresión y el desmantelamiento de la democracia burguesa. Esa es la verdad que los buenistas no quieren entender mientras rasgan vestiduras por las violaciones de Derechos Humanos de personas que le declararon la guerra a los chilenos. “Nunca más terrorismo de Estado”, claman los organismos de DD.HH., pero y el “otro” terrorismo, ¿sí?

Tras la votación de la izquierda en contra de un proyecto de resolución que condenaba al Hezbollah, su apoyo irrestricto a regímenes como el de Maduro o Miguel Díaz- Canel, su evidente alianza con el crimen organizado y con el etnoterrorismo, no tenemos duda alguna de que, para ese sector del mundo político, hay terrorismos aceptables y otros que no lo son. «Ahhh es que esas no son violaciones a los DD.HH.”, dicen los adalides del engaño, la manipulación y la mentira. Y es que, con el objeto de hacerse del poder, la izquierda internacional inventó la ficción de que solo los agentes estatales violan los DD.HH. (cuando no son comunistas, por supuesto). La pregunta clave es: ¿Tienen los países, el derecho de defender a su población de organizaciones terroristas, locales o extranjeras y de gobiernos totalitarios, incluso si llegan por la vía democrática al poder?

Y la respuesta es, que desde sus “habitáculos” en organismos internacionales como la Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), se están imponiendo criterios que neutralizan la capacidad de los Estados de mantener la paz y proteger a sus habitantes. El solo hecho de considerar que únicamente los agentes del Estado violan DD.HH. debiese de alertarnos sobre el carácter ideológico con el que se está avanzado el proceso de destrucción de la soberanía nacional. Ejemplo emblemático de la intervención extranjera globalista en nuestros asuntos es el caso «Norín Catrimán y otros vs. Chile”. El 29 de mayo de 2014, la Corte IDH condenó a Chile por violar los derechos humanos de “líderes” mapuches. Estamos hablando de etnoterrorismo, cuya condena fue calificada de “criminalización de la protesta mapuche”.

La historia concluyó exactamente donde lo mandatan los organismos internacionales globalistas: con la genuflexión de la Corte Suprema que dejó sin efecto las sentencias condenatorias, suspendiendo el Estado de Derecho, dado que, tal como lo exponen los profesores Álvaro Paúl y Sebastián López: “No existe recurso o procedimiento constitucional que tenga por objeto dejar sin efecto resoluciones de los tribunales nacionales, o establezca que otros entes jurisdiccionales puedan establecerlo. Por otro lado, el artículo 5 de la Constitución dispone como límite al ejercicio de la soberanía los derechos que emanan de la naturaleza humana que estén reconocidos en la Constitución y en tratados internacionales. Este artículo no da competencias a los tribunales nacionales para ejercer controles o activar mecanismos jurisdiccionales que no estén señalados en la Constitución. Si dicha norma diera una atribución general e indeterminada de activación de procedimientos no establecidos en la ley, el Estado de Derecho peligra”.

En otras palabras, la intervención de los organismos internacionales en nuestro país conduce a que tengamos un Estado fallido, caracterizado por su incapacidad de mantener el control sobre el territorio y el monopolio de la coerción. Esto, en el contexto del avance del crimen organizado y la presencia de organizaciones terroristas como el Hezbollah, de etnomarxistas entrenados por las FARC y garras bravas capaces de arrasar en pocas horas con la paz y seguridad de grandes ciudades, debiese prender las alertas respecto a nuestros juicios sobre el actuar de las FF.AA. y de Orden, tanto hoy como en el pasado.

Es este el contexto en el que debe darse la discusión sobre las Reglas del Uso de la Fuerza (RUF) que, así como se pretenden aprobar hoy, solo contribuyen a aumentar el poder de los enemigos de Chile. Seguir mirando la realidad bajo las anteojeras de la moralina de la izquierda y su manipulación de los DD.HH. para vengarse de quienes evitaron su triunfo en el pasado y perseguir a los que se atreven a enfrentarlos hoy, nos puede costar el país. Hora de entender los principios fundamentales de la llamada realpolitik. ¿O es que será necesario volver a las colas del hambre y la violencia política desatada, para que los buenistas entiendan que existen individuos que deben estar tras las rejas, perder parte importante de sus derechos, ser perseguidos y neutralizados? Es una buena noticia que una de las líderes políticas más importantes del país reconozca el derecho de los chilenos a la legítima defensa ante grupos o entidades cuyo objetivo es la destrucción del país y la asfixia de todas las libertades y derechos de sus ciudadanos.

Etiquetado:derechos humanosEntidades internacionales

Vanessa Kaiser

PhD en Filosofía y en Ciencia Política

 

 

No te mueras nunca, Pinochet

 


Por Cristián Valenzuela
19 ABRIL 2025

Adherentes de Pinochet tenían un supuesto plan secreto para rescatarlo de su detención en Londres

Cada vez que a la izquierda se le acaban las ideas —y eso ocurre con alarmante frecuencia— resucitan al mismo de siempre: Pinochet. No falla. Con una mezcla de morbo, oportunismo y nostalgia revolucionaria, desempolvan su comodín favorito. Porque si algo han perfeccionado durante estos 50 años, es el arte de exprimir el 11 de septiembre como un activo político: una franquicia emocional que les permite aplastar moralmente a sus adversarios sin necesidad de rendir cuentas, ni por el pasado ni por el presente.

Para ellos, Pinochet no solo es quien gobernó Chile por 17 años: es el espantapájaros eterno que les sirve para ahuyentar cualquier discusión incómoda. ¿Inmigración ilegal desatada? Pinochet. ¿Homicidios en cifras récord? Pinochet. ¿Fracaso del gobierno de Boric? Pinochet. Así, cualquier problema actual se desvanece bajo la sombra útil de un fantasma que, curiosamente, solo ellos parecen necesitar.

En este guion repetido hasta el cansancio había una figura que se suponía inmune al truco: Evelyn Matthei. Supuestamente, la candidata de la experiencia, del juicio sereno, de las credenciales irrefutables para gobernar. Pero cometió un error de principiante. En un acto de infantilismo político, decidió abrir el cajón de la historia en horario matinal, regalar titulares a la izquierda y validar el marco mental que ellos han impuesto durante décadas. No fue un desliz ni una frase mal formulada: fue un error de fondo. Porque al hacerlo, aceptó que el eje de esta elección puede ser, otra vez, el pasado.

Y lo más insólito: no dijo nada nuevo. No hay contradicción alguna con lo que muchos hemos pensado siempre y que hemos defendido de manera consistente, sin cambiar ni ocultar nuestras convicciones. Pero luego de cinco décadas, tenemos derecho a dejar de hablar de eso. Pinochet murió hace 20 años y más de 14 millones de chilenos nacieron después de 1973. Nadie debería estar obligado a seguir rindiendo examen ideológico todos los años, como si viviéramos bajo vigilancia permanente de un tribunal moral manejado por los mismos que han hecho de la memoria una industria rentable.

Pero la izquierda necesita que Pinochet siga vivo. No para enfrentarlo, sino para seguir usándolo. Lo reviven, lo manipulan, lo exageran. Porque mientras se habla de Pinochet, no se habla de Boric. Mientras se discute el quiebre institucional de hace medio siglo, no se analiza el fracaso institucional del presente. Mientras se agita el miedo al autoritarismo pasado, se omite la ineptitud democrática actual.

Y por eso, el patinazo de Matthei fue un regalo inesperado. En cuestión de horas, dejamos de hablar de Jeannette Jara y su blanqueamiento a la dictadura cubana —esa que lleva 65 años reprimiendo a su pueblo y que, según ella, es “una democracia distinta”— y volvimos a hablar de la Junta, del golpe, de los muertos. Dejamos de discutir el país real y nos volvimos a sumergir en la eterna batalla simbólica donde la izquierda siempre se siente cómoda.

Pero esta elección no trata sobre lo que fuimos en 1973. Trata sobre lo que seremos en 2030. Es sobre si vamos a recuperar nuestras calles o si seguiremos cediéndolas al crimen organizado. Sobre si vamos a proteger nuestras fronteras o permitir que entren sin control bandas extranjeras. Sobre si nuestros adultos mayores seguirán muriendo en listas de espera, mientras se derrochan recursos en activismo ideológico. Trata, en suma, de si vamos a permitir que Chile continúe su caída libre mientras nos distraen con un relato que ya nadie —salvo la izquierda— considera relevante.

Lo que Chile necesita no es otro panel sobre la figura de Pinochet ni las consecuencias del gobierno militar. Chile necesita orden, seguridad y progreso económico. Necesita respuestas concretas a las urgencias de la gente, no eslóganes con olor a naftalina.

La izquierda ya eligió su candidato, y no es Tohá, ni Jara, ni Winter, ni Vodanovic. Es Pinochet. Y la gran pregunta es: ¿A quién va a elegir la oposición?

El nuestro no puede ser un candidato de errores no forzados, ni de nostalgia, ni de declaraciones improvisadas. Debe ser alguien que tenga el coraje de romper con ese juego, de mirar hacia adelante, de decir con firmeza que lo que está en juego no es la memoria, es la vida misma. La vida de millones de chilenos que hoy viven con miedo, con rabia, con frustración.

La oposición necesita un liderazgo que no caiga en las trampas que la izquierda planta con tanta destreza. Alguien que diga basta. Basta de revivir muertos para esconder a los culpables del presente. Basta de explotar el dolor para evitar la responsabilidad. Basta de Pinochet.

Porque sí: en esta elección, el candidato de la izquierda es Pinochet. El de la oposición tiene que ser, de una vez por todas, el futuro.

Publicado por La Tercera

 

 

 

 

 

TECHO DE VIDRIO

Q.T.L.D. Qué te lo digo

    Pido excusas a esta tolerante audiencia, pero Toribio no es inmune a la farándula. Es que hay un personaje del cual uno no puede dejar de caer más de algún comentario. Conocido en el ambiente político y farandulesco porque no ha dejado elección presidencial en que postula y ahora va por la quinta vez, a sabiendas que le irá como la mona y no pasará a 2ª. vuelta, pero ha descubierto que la mejor manera de no trabajar y ganar plata es ser candidato presidencial y como el voto es obligatorio, los chilenos estamos dispuestos a llenarle una vez más los bolsillos.

       Por qué el “techo de vidrio,” expresión criolla cuando una persona enrostra a otros daños morales, y los propios son mayores y más fáciles de ver. Este progresista de limosina, en una entrevista radial descalificó a los candidatos que encabezan las encuestas: De Matthei. dijo que era hija de un golpista; de Kast, que era hijo de un nazi y del tercero -sin nombrarlo- adhiere a que vuelva lo peor de nuestra historia y se haga ahora, KaiserLo anterior indujo a la periodista a preguntar qué tan distinto puede ofrecer el hijo de Miguel Enríquez que había creado el MIR, que legitimó la violencia para producir cambios en país, a respondió que se sentía mucho orgullo y que ninguno de los miembros de su familia había participado en torturas ni amparó ni legitimó la dictadura…”

      Como la mayor parte de los chilenos sub sesenta, no vivió o no conoció a Miguel Enríquez -en adelante, Miguel- padre de Marco Enríquez-Ominami Gumucio, he aquí una breve historia: Miguel, nació en el seno de una familia apegada a la política. Dos tíos, hombre y mujer, fueron senadores (P.R) y su padre, no obstante, capitán de navío (R), médico, luego fue rector de la U. de Concepción y más tarde Ministro de Educación de Allende. La tierra era propicia, estaba arada y la semilla lista, bastaba sembrarla y regarla. Eso vino con la revolución cubana. En 1961, con 17 años formó en la Universidad de Concepción el MSI (Movimiento Socialista de Izquierda) y hasta 1964, junto a sus hermanos Marco y Edgardo y otros jóvenes, integraron diversos grupos vinculados al PS: como la FJS, el MSR, el GMR, la VRM. “Rebelde”, viajó a China y a su regreso tomó contacto con el MIR de Venezuela y Perú, dando luego origen al MIR en Chile, en agosto de 1965.

      Integró su comité central, sustentando la tesis política militar La conquista del poder por la vía insurreccional, que rechazaba la teoría de la «vía pacífica» porque desarma políticamente al proletariado y por resultar inaplicable ya que la propia burguesía es la que resistirá, incluso con la dictadura totalitaria y la guerra civil, antes de entregar pacíficamente el poder.” “Si quieren guerra tendrán guerra.” El lector podrá deducir que en plena democracia, bajo el gobierno de Eduardo Frei M., y su “Revolución en Libertad”, sin vislumbrarse siquiera el gobierno militar, el faro cubano de Fidel fue el maná que alimentó a estos revolucionarios que pretendían emularlo. Consecuente con su tesis, entre 1965 y 1970 con el fin de financiar el MIR asaltó bancos y camiones de valores; entrenó a sus militantes, de preferencia en Cuba; y no fueron pocos los fundos y fábricas que asaltó. Durante el Gobierno de Allende, si bien no participó en actos de campaña a su favor, llegó a un acuerdo con el mandatario de no continuar con los actos de violencia y dotaría con sus militantes parte de la estructura del GAP, encargada de la custodia del Allende, contribuyendo además a su entrenamiento; sin embargo, hubo asaltos selectivos, asesinatos, ocupaciones de terreno y robo de armas a uniformados.

     A partir de la intervención militar en 1973 se vio en la necesidad de pasar a la clandestinidad, llevando a cabo sabotajes a infraestructura castrense, a torres de alta tensión y a líneas férreas; atentados a autoridades, como lo fue el asesinato a mansalva del Intendente de Santiago, general Carol Urzúa, y a dos de sus escoltas; asesinato al coronel Roger Vergara junto a su chofer mientras se dirigía a su oficina; el asesinato a cuatro carabineros que custodiaban el domicilio del general Sinclair; el ataque frustrado al ministro del Interior, general César Benavides; la emboscada a un mayor de carabineros que acudió a un falso requerimiento, quien murió producto de las bombas instaladas y dejó heridos de gravedad a cuatro policías; el asesinato al carabinero que custodiaba la Llama de la Libertad; etc., etc., además de cientos de militares y policías que fueron asesinados a mansalva; a inocentes que murieron como consecuencia de bombas dejadas en lugares públicos precarios. Uno de los cuales tuve oportunidad de conocer personalmente mientras cumplía funciones en la SGG., al acudir a la población Lo Hermida, donde falleció un menor de 10 años y dos hermanos quedaron gravemente heridos.

      En 1974, Miguel encabezó el asalto a la sucursal Huelén del Banco Chile y al negarse el agente a entregar las llaves de la bóveda, lo golpeó en la cabeza con su revolver. El agente, lejos de amilanarse propinó un fuerte golpe -Toribio desconoce si fue un Cross o un Upper cut- pero terminó con el villano en el suelo, desde donde ordenó a sus secuaces “bájenlo”-es decir mátenlo-. El funcionario recibió seis tiros y sin embargo sobrevivió milagrosamente. El 5 de octubre de ese mismo año, personal de la DINA logró detectar accidentalmente su guarida, Miguel y sus acompañantes al percatarse hicieron fuego desde el interior produciéndose un enfrentamiento, donde resultó herido de muerte Miguel, y gravemente heridos dos de sus acompañantes y la pareja que convivía con Miguel, Carmen Castillo -hija del arquitecto Fernando Castillo V. – que se encontraba embarazada de seis meses, siendo conducida por el teniente Krassnoff al hospital militar. Tiempo después viajó a Inglaterra, donde nació su hijo en los primeros meses de 1975. Sin embargo, el proceso incoado por la prostituida justicia a los militares, determinó que fue un asesinato, condenando al teniente a 10 años de prisión y a los chilenos a pagar una indemnización de $50 millones a la guerrillera herida.

      Q.T.L.D. Que te lo digo, te lo digo ME-O. Tu padre fue un ladrón, ladrón de banco, pero ladrón. Cuasi asesino al sobrevivir milagrosamente el agente bancario; autor y cómplice de la escalada guerrillera que sacudió al país por décadas con el claro propósito de alcanzar el poder por la vía violenta y provocar una confrontación revolucionaria. “Si quieren guerra tendrán guerra.” De ser juzgado con el mismo criterio que lo han hecho con los miembros de las FF.AA. y policías que los combatieron, estaría condenado a cadena perpetua.

    En otro orden de ideas, todo parece indicar que estos dirigentes producto de su clandestinidad tenían un particular modo de vivir, tanto hombres como mujeres. Algo así como el lema de los Tres mosqueteros, de Alejandro Dumas: Todos para unos y uno para todos, con alguna variante. Toribio no juzga, se aviene a los hechos. Miguel casó con A.P. en 1968, de cuyo matrimonio nació J.A. Enríquez en 1969, divorciándose al año siguiente. Posteriormente se unió en pareja con Carmen Castillo, compañera del MIR. Según Wikipedia, en 1973 con Miguel vivían en la calle Santa Fe, junto a su hija Camila, producto de su “amistad” con Pascual Allende, sobrino del extinto mandatario, y con J.A. la hija de Miguel, de su anterior matrimonio. A todo esto, ME-O, tu naciste el 12 de junio de 1973, fruto de la relación de tu padre -ambidiestro- con Manuela Gumucio, quien estableció más tarde un vínculo permanente con Carlos Ominami, quien te adoptó y cambió tu apellido. Más tarde ex ministro de Lagos y Bachelet y senador. No obstante, se le considera responsable del llamado a retiro de su padre, Coronel de Aviación, por el robo de plano de instalaciones militares; y posteriormente, de acuerdo a publicaciones de la prensa sería partícipe del accidente ferroviario en Queronque, en 1986, que dejó un saldo de 58 muertos y 510 heridos, hecho nunca aclarado.

    ME-O no todo lo que brilla es oro y el mal pensado de Toribio cree que de haber seguido con vida Miguel, habría seguido tapizando hijos por doquier. Creo que muchos lo envidiarían, ahora que el índice de natalidad es tan bajo. Moraleja. No hay que escupir hacia el cielo, porque te puedes mojar

Fernando Hormazábal Díaz

General de Brigada (R)