POLÍTICA Y GOBIERNO:



POLÍTICA Y GOBIERNO:

La DC cumple 69 años. No llama la atención, que como lo hizo hace 55 años, “se dé vuelta”.

 

 

Esto CONFIRMA que… ¡BORIC NO DA PARA MÁS! l por Francisco Cancino en FNM:

https://youtu.be/Uh9WZ-yVqS0?si=W8Gm-Hets0og4b71

 

 

CUANDO LA CANDIDATA COMUNISTA LE PIDIÓ AYUDA AL LIDER REPUBLICANO.

julio 27, 2025

No solo es capaz de abrir una simple botella de agua…también de codearse con los principales líderes del mundo.

Un gesto breve, pero cargado de simbolismo. Mientras algunos aún dudan, otros ya lo vieron con claridad: tenemos al candidato correcto.

Porque no fue casual. Fue ella —Jeannette Jara, candidata comunista— quien, en medio de una actividad pública, le pidió ayuda a José Antonio Kast. Y él, sin arrogancia ni cálculo, simplemente la ayudó. Le abrió la botella. Le resolvió el problema.

Así de claro. Así de simple. Así de poderoso.

Puede comerse una cazuela en Temuco, jugar rayuela en Labranza, abrirle una botella de agua a una comunista en plena actividad pública, y dictar una conferencia en Hungría, reunirse con líderes europeos, o tomarse un mojito en España y una caipiriña en Brasil mientras defiende los valores de Occidente.

Ese es José Antonio Kast. Cercano pero firme, sencillo pero preparado, patriota pero con visión global.

A veces, en apenas unos segundos de video, se revela más carácter que en todo un debate.

Mientras muchos se enredan en discursos vacíos o frases de laboratorio, José Antonio Kast actúa. No busca el aplauso fácil. No necesita disfrazarse de lo que no es. Simplemente, hace lo correcto.

En el registro vemos a dos candidatos presidenciales. Ella, Jeannette Jara, del Partido Comunista, lucha por abrir una botella de agua. Él, su adversario, sin alardes, la ayuda y se la entrega.

Un gesto silencioso, pero elocuente.

¿Debilidad? En absoluto. Es la fuerza del carácter. La seguridad de quien lidera con convicción.

El verdadero liderazgo se manifiesta en los detalles. En la templanza. En la educación. En la humanidad. Y en la capacidad de mantener intacta la dignidad, incluso frente al adversario político.

Pero Kast no es solo eso. Tiene experiencia. Ha recorrido Chile y también el mundo. Ha escuchado a las víctimas de la delincuencia, a los trabajadores abandonados, a las familias que ya no creen en los políticos. Y también ha conocido soluciones reales en países que enfrentaron crisis similares.

Y lo mejor: ha convertido esa experiencia en propuestas concretas para Chile. Claras. Viables. Urgentes.

Es firme cuando se trata de enfrentar la corrupción y el crimen.

Es intransigente cuando se trata de proteger a los chilenos frente al caos.

Pero también es humano. Es cercano. Y sabe que el liderazgo no es solo orden y autoridad, sino también apoyo, contención y solidaridad con el más débil.

Ese equilibrio es el que necesitamos. Esa fuerza controlada, moderada y adaptable a cada ocasión. Mano firme cuando la patria lo exige. Mano fraterna cuando el pueblo la necesita.

Y no está solo. Lo respalda un partido nuevo. Un partido que no es parte de la vieja y corrupta casta política. Que no ha caído en el clientelismo ni en las malas prácticas. Que no vive de pactos oscuros, ni se arrodilla ante ideologías fracasadas.

Un partido que, con firmeza y principios, ha logrado crecer sin renunciar a su esencia.

José Antonio Kast no solo es el candidato más preparado. Es el más íntegro. El más coherente. El más humano. Y hoy más que nunca, Chile necesita eso. Por lo mismo hay que cuidarlo, protegerlo y no permitir que cambie. Esa es la tarea de los Patriotas.

Ya no hay excusas. El cambio está al frente. Y solo los ciegos, o los cómodos, no lo quieren ver.

julio de 2025.

 

 

No es ultraderecha, es cambio radical

Por Jorge Ramírez 

La izquierda ha revelado el guión con el que enfrentará la elección presidencial de noviembre, y especialmente la segunda vuelta de diciembre: evitar que la “ultraderecha” llegue al poder. Se trata de una estrategia poco novedosa y con resultados desalentadores, pero que, de manera obstinada, este sector político se empeña en repetir una y otra vez en diversas latitudes, con el mismo resultado: fracasos electorales.

La elección de Milei en Argentina y Trump en EE.UU. son dos de los casos de estudio más emblemáticos para probar que, cuando lo que impulsa una elección es el vector de cambio radical, no hay etiquetas ideológicas ni miedos capaces de alterar esa dirección.

Suponer que el electorado de Kast, Matthei y Kaiser –cuyas intenciones de voto agregadas y llevadas a una base de votos válidos se alinean de manera nítida con el 60% de desaprobadores del Presidente Boric– constituye un cuerpo ideológico monolítico, articulado en torno al ideario de lo que se ha llamado “ultraderecha”, es no solo intelectualmente miope, sino también electoralmente torpe. Hoy por hoy, todo lo que no cabe dentro del marco ideológico de la nueva izquierda progresista pasa a ser catalogado como “ultraderecha”, una categoría difusa, poco precisa y cada vez más residual.

Es más, los electores que son cuestionados por votar por candidatos de la oposición probablemente ni siquiera se sienten aludidos por los epítetos de fascistas, nazis y ultraderechistas con los que habitualmente los rotulan irreflexivamente la izquierda. En este contexto, insistir en el espantajo de la “ultraderecha” no solo es un error estratégico, sino una forma de negación frente a una ciudadanía que ya decidió dejar de escuchar sermones morales desde el podio de la progresía ilustrada.

Lo que está detrás de estos votantes no es una adscripción ideológica, sino una pulsión de cambio radical respecto de la situación política, social y económica actual. De este modo, la elección presidencial —y especialmente su definición en segunda vuelta— será un plebiscito sobre el actual gobierno: continuidad o cambio. Y en general, los electores —no solo en Chile, sino también en el mundo— están privilegiando el cambio: ocho de cada diez elecciones las está ganando la oposición.

La inestabilidad de la economía internacional, la cuestión migratoria, la vertiginosa mutación del crimen organizado transnacional, la desconexión de las élites progresistas con las necesidades reales de la gente, y la incapacidad de reacción de la política ante la demanda por respuestas instantáneas de una ciudadanía que se acostumbró a que todo es rápido bajo la lógica del delivery, han facilitado esta marcada tendencia al voto destituyente: castigar al gobierno de turno y virar hacia una administración de signo contrario.

En las derechas —vale decir, Chile Vamos y Republicanos— quien mejor sepa interpretar este anhelo de cambio radical que predomina en el electorado será quien lleve las de ganar. La clave del éxito pasa por ahí.

Hasta la fecha, los sondeos parecen mostrar que el relato de la preparación, experiencia y capacidad de gestión no logra generar una épica de restauración o reconfiguración total del escenario político a la que los electores aspiran. La mera gestión es un marco discursivo excesivamente voluble, liviano y orientado a un segmento estrecho de la élite, frente al espesor, robustez y masividad del discurso de cambio radical.

La pregunta, entonces, no es cómo frenar a los candidatos del cambio radical, sino quién será capaz de encarnar y apropiarse de este sentimiento con más credibilidad, temple y convicción.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Ex-Ante el domingo 13 de julio de 2025.

 

 

 

El presente sin encantos, columna de René Norambuena

Columnas de Opinión

EL PRESENTE SIN ENCANTOS

Los chilenos vamos cayendo en un pozo sin fin y cada día es peor .

Un abismo nos muerde los talones y cada día se ve al Partido Comunista más cerca de gobernar . Cada día las izquierdas se juntan en forma disciplinada detras de una candidata que no baja en las encuestas.

Cada día que pasa  es peor al anterior para muchos que pensamos distinto .

Veo programas de Tv a diario y no veo nada que indique que la derecha  ceda y converse . No critican al que está en la vereda contraria , critican al otro de derecha.

Si gana el PC en primera o segunda vuelta me gustaría que  “vinieran  los candidatos con sus presidentes de partidos y jefes de gabinetes “en un PUERTA A PUERTA PIDIENDO DISCULPAS POR NO CEDER Y TENER AL PC EN EL GOBIERNO “ “
Mathei , Kast y Kaiser son nuestros candidatos y veo también a amigos criticándolos y buscando sus fallas ,  que Mathei es continuidad de Piñera , que Kaiser no tiene respaldos importantes y ni tampoco tiene filtros para decir las cosas , que Kast nos abandonó en la elección anterior etc ,  todas críticas y siempre apareciendo como dueños de la verdad y descalificando sin pensar que en 90 días tenemos que votar , no por concejales ni por Alcaldes , tenemos que elegir un Presidente .En un acontecimiento tan importante y del futuro del país , no se puede ser tan irresponsable con criticar a las propias tropas .

La gente se olvida del pasado político y  del estallido social , hecho gravísimo que no lo hicieron los partidos de derecha , se olvida de la cantidad de empresas quebradas , de la cantidad de extranjeros trabajando y chilenos cesantes , de que el día se nos achicó porque no se puede andar despues de las 10 de la noche , cada día muere gente asesinada y el narcotrafico ya es parte de una supuesta costumbre , tenemos que estar dispuestos a mirar por nuestros hijos y nietos los que no somos ni queremos que esto siga en Chile y se cambien las leyes que favorecen mucho de esto . Hoy estamos más divididos que nunca y a un paso de ser un país comunista . Yo si tengo que votar , no lo haría en blanco o nulo . Si tengo que votar por Kaiser , Mathei o Kast en primera o segunda vuelta  lo hago por cualquiera de los tres sin pensar .

Roberto Ampuero escribió una notable columna respecto a lo terrible que puede ocurrir si gana el comunismo y a la gran responsabilidad de los partidos y candidatos .

Casi 300 empresarios de los más connotados de Chile  pidieron Union en las parlamentarias porque si ganamos un Presidente y no tenemos mayoría en el congreso esto sera muy difícil para los que no somos comunistas .

. Ojalá nuestros candidatos dejen su egolatría y piensen por nosotros y se sienten a conversar por Chile y sin descalificaciones . Háganlo por Chile .

René Norambuena V.

 

 

 

La candidata Jara

Por Daniel Mansuy 

 

El triunfo de Jeannette Jara en la primaria presidencial fue, a no dudarlo, una bocanada de aire fresco para el oficialismo. Si, hasta hace pocas semanas, la izquierda estaba un poco derrotada de antemano, hoy parece haber ganado el derecho a competir. En efecto, al encumbrarse inmediatamente en los sondeos, Jara demostró que —al menos— es capaz de agrupar a las fuerzas de Gobierno, y eso le asegura el paso a segunda vuelta. La candidata ha mostrado carisma, talento, olfato y conexión con la ciudadanía: no es poco para los tiempos que corren.

Sin perjuicio de lo señalado, la candidata enfrenta desafíos colosales en lo que viene. Por de pronto, si bien es cierto que los números de la primaria no fueron catastróficos, tampoco dan para encandilarse. Después de todo, Jeannette Jara sacó solo 120.000 votos más que Daniel Jadue en 2021, sabiendo que el padrón creció con el voto obligatorio. Esto implica que, para ganar la presidencial, la candidata debe sumar varios millones (sí: millones) de votos adicionales. El problema es que nadie sabe dónde están esos votos. Jara enfrenta, además, una paradoja muy característica de las primarias: triunfó con gran distancia, pero ahora debe recoger las demandas de los derrotados, las mismas que no obtuvieron gran respaldo. Desde luego, esos apoyos son necesarios, pero completamente insuficientes de cara al combate mayor. El primer desafío de Jeannette Jara pasa entonces por ampliar su base electoral desde una plataforma más bien estrecha: no hay donde crecer hacia la izquierda, pero el “centro” se parece más a un cementerio que a otra cosa.

Esto nos conduce a otra dificultad de la candidata: su relación con el Partido Comunista. Es evidente que su militancia está lejos de ser un activo, pues la colectividad carga con una pesada mochila en materia de compromiso con la democracia. Y no es necesario ir demasiado atrás para percatarse: hace pocos años, apostaron por la caída de un Presidente electo, y avalaron activamente la violencia en las calles. El PC alentó la tesis más insurreccional del estallido, y lo hizo por razones muy profundas que cualquier militante debería reconocer: nunca han creído en la democracia burguesa ni en las libertades formales. Por lo mismo, vieron en el 18 de octubre una auténtica revolución que permitiría refundarlo todo. En este sentido, la candidatura de Jara es un problema para el PC, cuya estrategia excede con mucho la dimensión electoral. Y no se trata de predicar más o menos anticomunismo, sino de tomarse en serio la propia doctrina comunista, que se aviene mal con las instituciones de la democracia liberal. El modo en que Jara maneje este entuerto será muy revelador de la naturaleza de su candidatura.

El tercer desafío de Jara —conectado con el anterior— guarda relación con la dimensión programática. Es evidente que su programa para la primaria era más bien escuálido: ni la mera redistribución ni el acento en la demanda interna, para no hablar de la democracia cubana, le permitirán ganar en credibilidad. Esto obliga a formular una interrogante difícil: ¿cuál es el proyecto del oficialismo más allá de derrotar a la derecha? ¿Con qué propósito quiere mantenerse en el poder el oficialismo? ¿Buscan profundizar la vocación reformista, volver por la refundación, construir una sociedad sin clases? En definitiva, ¿qué tan conforme está la izquierda con esta administración? Desde luego, la pregunta contiene un equívoco: no hay una izquierda, sino varias.

De algún modo, la candidatura de Jara se verá obligada a responder las preguntas que este Gobierno ha preferido ocultar: hay varias izquierdas, y sus proyectos no son necesariamente compatibles entre sí. No sabemos, por ejemplo, si hay economistas serios dispuestos a sumarse al comando, ni qué criterios regirían la política exterior en un eventual gobierno. Las preguntas se vuelven más complicadas si recordamos que el soporte del Socialismo Democrático a Gabriel Boric no rindió demasiado desde el punto de vista electoral. Este es, quizás, el mayor reto que enfrenta la exministra del Trabajo: debe ser capaz, en pocas semanas, de elaborar y encarnar una síntesis de izquierda cuya naturaleza nadie conoce. ¿Qué significa ser oficialista hoy en día, sabiendo que la coalición ni siquiera tiene nombre? ¿Cuál es el legado político de este Gobierno? De algún modo, Jara tendrá que responder por todas las ambigüedades, silencios e incoherencias de la izquierda en los últimos cinco años.

Desde luego, todo lo anterior tiene al menos una consecuencia: el tono liviano de la campaña de la primaria será imposible de sostener. Hoy por hoy, la izquierda necesita algo más que una sonrisa y respuestas evasivas frente a problemas graves. No se trata de negar la capacidad de Jeannette Jara a la hora de vincularse con la ciudadanía; y la derecha no debería subestimar ese rasgo. Sin embargo, esas capacidades —para ser operativas— han de ser puestas al servicio de un proyecto político. De lo contrario, se convertirán en humo al día siguiente de la elección. Esto vale también en caso de derrota: si responde estas preguntas, Jara estará construyendo la hegemonía futura con independencia del resultado. Como puede verse, la popularidad de Jeannette Jara es una gran oportunidad para la izquierda, pero puede ser también una trampa mortal si funciona como atajo para eludir —una vez más— las preguntas incómodas.

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el domingo 13 de julio de 2025.

 

 

Mucho ruido, pocas nueces: Sicario libre

Por Natalia González

 

Hace alrededor de un mes, el llamado “Rey de Meiggs” fue asesinado. Los presuntos autores, algunos de ellos pertenecientes o vinculados, según se conoce, al Tren de Aragua, y de alta peligrosidad (así fueron catalogados por el Poder Judicial), fueron capturados el 9 de julio, quedando luego en prisión preventiva.

Empero, uno de los imputados por homicidio y acusado de sicariato, fue inauditamente liberado al día siguiente, al recibir Gendarmería una orden que habría emanado del Octavo Juzgado de Garantía de Santiago en lo penal, que levantaba la prisión preventiva.

El caso abre demasiadas interrogantes, al tiempo de dar cuenta que no estamos preparados para la batalla que debe darse contra estas organizaciones criminales.

Respecto de la orden del tribunal, trascendió en un primer momento que podía haber existido un hackeo o adulteración de los sistemas de las instituciones involucradas. Sin embargo, con el paso de las horas, la tesis de la vulneración de sistemas se ha descartado, haciéndose presente que el documento que permitió la libertad del sicario era válido en el sistema del Poder Judicial, contando con un código QR que permitió verificar su autenticidad.

La prensa también da cuenta de al menos tres documentos, todos del día 9 de julio del presente, previos a la liberación, mediante los cuales, primero, se ordenaba el ingreso a la prisión preventiva, para luego dar pie a otra orden, que dejaba sin efecto la anterior, para corregir problemas con la identificación del imputado, para finalmente dar lugar a un tercer documento, con una nueva orden de ingreso a prisión preventiva, con los antecedentes del imputado corregidos.

¿Era necesario todo esto o, dicho de otra forma, no había manera de corregir la orden original sin dejarla sin efecto lo que pudo prestarse para equívocos? Para qué decir que, posteriormente, y en menos de 24 horas de estos tres documentos, el sicario fue liberado, también por orden judicial en principio auténtica.

Se trata de un hecho gravísimo en cualquier contexto, pero, en particular, en el que nos encontramos, en el que penetra poco a poco en nuestra sociedad el narcotráfico y el crimen organizado.

O acá hubo un error, en todo caso inexcusable, o bien se trata de un acto de corrupción, que, en cualquier caso, ha dejado a un peligroso criminal en libertad. Esa es la raya para la suma.

Es pertinente que el Ministerio Público haya iniciado una investigación respeto al origen del documento o legalidad de este, que permitió la liberación, y que haya solicitado una nueva orden de detención, pero cabe preocupantemente hacer presente que, en todo caso, ello resulta tardío habida cuenta que la libertad del imputado se concretó la semana pasada, de manera que esta persona podría, por ejemplo, ya encontrarse fuera del país.

También es pertinente el sumario que ha abierto el Poder Judicial para investigar el asunto y que haya derivado los antecedentes al Ministerio Público. No obstante, es, asimismo, insuficiente y tardío, pues no resulta comprensible que la jueza del caso hubiera seguido en funciones, sin ser a lo menos suspendida desde el pasado jueves y mientras se lleva a cabo y finalice la investigación.

Ello pues, si hay un posible acto de corrupción mediante, la jueza debió ser apartada –que sea temporalmente– de sus funciones, y lo mismo ocurre si, por ejemplo, hubiera ella compartido las claves o elementos de acceso a su firma electrónica avanzada para la emisión de la resolución o estos hubieran sido sustraídos, cuestiones que, en todo caso, constituyen meras hipótesis.

Llama la atención, asimismo, que casos de esta envergadura u otros de similar gravedad, no tengan controles cruzados u otras medidas de seguridad para la emisión de una orden de liberación de los imputados. Pareciera que la posibilidad de captura de los jueces, por parte de redes criminales, no entrase siquiera en la ecuación, cuando la realidad es que cuando el narcotráfico y el crimen organizado penetra o permea en las esferas de poder, ello es más que plausible.

No se sabe si este es el caso, cuestión que debe ser objeto de la investigación, pero de todas formas no es razonable que esos controles no existan o sean exiguos.

En cualquier escenario, se trata de un hecho en extremo grave que amerita una mejor y más efectiva coordinación de las autoridades, sobre todo considerando que contamos con una nueva institucionalidad de seguridad pública.

En circunstancias que llevamos años evidenciando el avance del crimen organizado en nuestra sociedad, el anuncio por parte de las autoridades, de distintos poderes del Estado, consistente en que se mejorará la coordinación, los sistemas y que se revisarán los protocolos de trabajo, para ajustarlos, de manera que haya múltiples controles y mayor seguridad, es también tardío.

En suma, mucha institucionalidad para que al final y en concreto todo resulte tan poco y tan inoportuno o tarde, con un peligroso criminal libre. Lo que sí está claro, es que así, no ganaremos la batalla contra el crimen organizado.

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por Ex-Ante el miércoles 16 de julio de 2025.

 

Crecimiento, desempleo y trabajos dignos

Por Enrique Cruz Ugarte

 

Nos encontramos en una profunda crisis económica, la cual ha golpeado duramente a nuestra sociedad y al mercado laboral. Las cifras más recientes, entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), son una clara señal de alarma que no podemos ignorar: un alarmante 8,9% de desempleados a nivel nacional. Esto se traduce en que, actualmente, casi 1,5 millones de personas en Chile se encuentran sin una fuente de ingresos estable.

Si sumamos a los antecedentes las nuevas formas de calcular las cifras de pobreza, nos encontramos con que la situación es aún más crítica para las mujeres, donde la tasa de desocupación ha superado el 10%, evidenciando una brecha de género preocupante. A esta realidad se suma la persistencia de la informalidad laboral, con un 26,0% de trabajadores en esta condición, lo que los deja desprotegidos, sin acceso a leyes sociales ni a seguridad social, y con ingresos inestables.

Una tasa de desocupación tan elevada no es meramente un conjunto de números; es un grito de auxilio que debe interpelarnos y movilizarnos a la acción. Detrás de cada porcentaje, hay miles de personas con sueños, familias que mantener y una dignidad que proteger. El creciente deterioro del mercado laboral no solo afecta a individuos, sino que desestabiliza a las familias y erosiona el tejido social de nuestro país. Es un problema que trasciende lo individual para convertirse en un desafío colectivo que requiere soluciones urgentes y concertadas.

El trabajo es un aspecto esencial para la dignidad humana y necesario para la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Lamentablemente, a veces sólo se ve como algo transaccional que se realiza a cambio de un pago, pero el trabajo es mucho más que eso porque conecta con el sentido de la vida. El valor del esfuerzo, el desarrollo de los talentos y el aporte al bien común no pueden desligarse de la verdadera felicidad que tanto anhelamos todos. Por esto es que la falta de trabajo no se puede resolver sólo con subsidios o aportes monetarios. El trabajo, en su esencia, es el espacio de desarrollo integral de la persona.

De esta crisis, es fundamental comprender que no saldremos solos. La complejidad del problema exige un esfuerzo mancomunado, donde el trabajo y el compromiso de cada uno de nosotros son cruciales.

Nos encontramos en un año decisivo, marcado por las próximas elecciones presidenciales y la presentación de las propuestas programáticas de los candidatos para el Chile de los próximos años. En este contexto, desde USEC, hacemos un llamado enérgico a la colaboración y a la formación de alianzas público-privadas. Creemos firmemente que solo a través de soluciones colaborativas podremos generar nuevos puestos de trabajo y, lo que es aún más importante, fomentar el empleo formal que garantice condiciones laborales dignas y seguras.

En concreto, queremos hacer un llamado a que el crecimiento económico vuelva a estar en las prioridades políticas. El tan criticado crecimiento es una excelente política social: aumentan los empleos, mejoran los salarios, en fin, todos acceden a mejores condiciones de vida.

Los empresarios cristianos nos ponemos a disposición con un profundo sentido de responsabilidad y compromiso. Necesitamos generar nuevos puestos de trabajo que sean formales y, sobre todo, dignos. Aportaremos nuestra creatividad e innovación, poniendo siempre en el centro a la persona humana y buscando el bien común, convencidos de que el desarrollo económico debe ir de la mano con el desarrollo social y la promoción de la dignidad de cada trabajador.

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero el domingo 20 de julio de 2025