POLÍTICA Y GOBIERNO:



POLÍTICA Y GOBIERNO:

Niña colombiana nos abre los ojos con lo que pasa en su país y que nos debe servir de ejemplo a los chilenos:

https://youtu.be/oo6Zp_j1r4k?si=BJaQc65GoUdm8yFb

 

 

 

Kaiser responde las falsas acusaciones y encara a la izquierda:

 

Insurrección

Por Rodrigo Ojeda 

Octubre “seguirá vivo en quienes queremos cambiar un país injusto”, fue lo expresado por un comunista en la Cámara de Diputados. “A 5 años de la rebelión”, octubre “sigue vivo”, según la declaración de un colectivo ultra del año 2024. El relato de la izquierda, callejera e incendiaria, es explícito y sin eufemismos. La “chispa” del despertar popular la encendieron las evasiones y fueron agradecidas por Giorgio Jackson durante el año 2019. En el presente, las luchas “siguen vigentes en las calles” y la “presión social” comunista permanece ya que las “demandas sociales” siguen irresueltas para los radicales y refundacionales.

Proceso Insurreccional. Asedio a las democracias liberales (2024), de Andrés Barrientos y Bastián Gajardo, recuerda y advierte. Lo ocurrido en Chile, durante el año 2019, requiere de una revisión analítica, bibliográfica y perspicacia frente a la pasividad y tecnocracia. En simple, no podemos seguir escondiendo la basura octubrista debajo de la alfombra. El libro mencionado señala que la triada: vida, propiedad y libertad, está bajo asedio intelectual y cultural. La civilización occidental está en peligro, mediante embates en Chile y en todo el mundo. Los pilares civilizatorios están siendo atacados planificadamente y los autores desentrañan la degradación, con cientos de ejemplos domésticos e institucionales. Los logros occidentales están en riesgo. Los ataques no son espontáneos, en el fondo “hay un trabajo metódico”, y un llamado generalizado a la desobediencia en todos los niveles sociales.

El objetivo es permear las instituciones y las normas, en lo externo e interno, es un proceso en marcha que el libro detalla y confirma. Detrás de lo denunciado por Barrientos y Gajardo, aparece el culto al odio y el resentimiento del marxismo del siglo XXI, con su mutación en identidades y emociones. Desde las universidades occidentales, se ha establecido una “exaltación de las subjetividades” en desmedro de lo normativo y los argumentos. Los enemigos del neomarxismo son el mercado, la religión, la familia, el orden liberal, las leyes y las tradiciones, es decir, toda la historia y progreso occidental. La sociedad actual está en un punto de inflexión, la juventud no sólo está extraviada, es terreno fértil para el materialismo y el petitorio de los deseos.

En muchos jóvenes no hay un propósito vital, están carentes de capacidad crítica, con dolores y problemas familiares que anestesian mediante drogas y requieren apoyo real. Con políticas públicas que pongan en el centro al ser humano y su bienestar físico, mental y espiritual, más allá del cortoplacismo. Sin resolver lo anterior, la juventud seguirá siendo la “primera línea”, la carne de cañón y los desadaptados, ya que están secuestrados por las pantallas, el individualismo y el consumismo. Sumado a las falsas promesas del materialismo deshumanizante. La ideología marxista avanza y se infiltra en todos los espacios, es un nuevo experimento social y una imposición antidemocrática tras sus fracasos y derrotas del siglo XX.

El relativismo moral permanece e “impide diferenciar entre el bien y el mal”. El hedonismo y nihilismo es un padecimiento social que infecta todo. La radicalización y satisfacción de los deseos infinitos son un camino sin salida, sin retorno. La violencia renovada se ha validado como acción política por los insurrectos de octubre y del mundo. La democracia y la sociedad libre están bajo asedio. Las derechas deben leer este libro y superar ese “no lo vimos venir”. La campaña electoral comunista está en sintonía con la degradación del ser humano y su objetivo no ha cambiado: “el poder total”. ¿Y tú qué harás o estás haciendo para brindar un camino de progreso, paz y prosperidad?

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Pingüino el domingo 6 de abril de 2025.

Anacronismos potentes

Por Alfredo Jocelyn-Holt 

Es de suponer que después de las declaraciones de Fernando Carmona, quienes han estado corriendo a sumarse a la admiración del aura de Jeannette Jara habrán reconsiderado su entusiasmo oportunista. Pienso en exconcertacionistas jubilados, socialistas democráticos desubicados como nunca, columnistas que ridiculizan el anticomunismo, y los que siempre se suben por el chorro. Es que el hijo de Lautaro Carmona en impecable estilo leninista, versión dinástica norcoreana, ha llamado a no equivocarse: todo detrás de Jara es mandato y obra del Comité Central del Partido Comunista o, en su defecto, de la CUT.

De hecho, puede parecer que la Unión Soviética ha dejado de existir, pero aún se visita el monumento a Lenin en la Plaza Roja de Moscú y se rinden homenajes a su cuerpo embalsamado, excepto cuando cierran por motivos de conservación y maquillaje. Por su parte, la popularidad de Stalin crece, alcanzando incluso más de un 50% entre encuestados, y hace veinticinco años que un ex-KGB hace de hombre fuerte en Rusia. Personaje que oscila en sus relaciones con su par norteamericano siguiendo el acostumbrado vaiveneo entre agresión y distensión, a pesar de que la URSS ya no existe.

Lo que es en Chile, podrá decirse que Pinochet está muerto, pero ¿lo está? Hay quienes insisten que Allende y la UP “viven” y que su programa puede volver a implementarse. En todo caso, está claro que Pinochet no es nuestro último vestigio de la Guerra Fría. Bachelet sigue activa y Jara, se supone, es su clon. Esta última se enfrentará probablemente, al igual que en 2013, con la hija de un exmiembro de la Junta de Gobierno (“el tío Fernando”, del arma que bombardeó con Hawker Hunters La Moneda), o bien con José Antonio Kast que según el PC es Pinochet reencarnado.

¿De dónde, entonces, saca Carlos Peña que el anticomunismo en Chile es ridículo, que al PC no hay que tenerle miedo? Seamos mínimamente equilibrados en el análisis intelectual como diría el rector. Kant no tiene nada que ver en este asunto, sí Luis Emilio Recabarren, año 1910, antes de fundar el PC, cuando instaló la dialéctica, presente hasta ahora en la política chilena, con su conferencia en Rengo, no en Königsberg, “Ricos y pobres. La situación moral y social del proletariado y la burguesía”. Y, ¿por qué no también en juego Hegel y Freud, onda Nueva Izquierda sesentera, o Lenin y Trotsky? Los futuros frenteamplistas de Pío Nono en la toma del 2009 —Boric, Winter, ese lote— pasaban preguntándose “¿qué hacer?” como los bolcheviques en 1903. Hoy, superados Boric, Tohá y Winter, y habiendo tanto voto por conquistar, hay que desechar esto del “eje izquierda y derecha”, y “pensar en el eje ‘arriba-abajo’, es decir, ‘pueblo-elite’”. Así habla Carmona hijo, PC y populista, rara combinación, pero el PC es cínico, insaciable su afán de poder.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera el viernes 18 de julio de 2025.

 

En Defensa de nuestra Historia

Por Gonzalo Ibáñez Santa María 

En reciente ceremonia, el exministro Enrique Correa Ríos presentó su libro Mi vida, mi historia, en el que cuenta, por supuesto, su vida. O lo que es más honesto: su versión acerca de su vida. Como informa el diario La Segunda (1/08/25), la ocasión “No fue una noche de nostalgia. Fue, más bien, una instancia para reflexionar sobre el proceso que permitió recuperar la democracia desde 1990, cuando dos conceptos marcaron época: transición y transversalidad”. Durante la conversación, Correa reivindicó el papel de quienes lideraron la transición, destacando que fueron los mismos que lucharon contra la dictadura: “No estaríamos donde estamos si no fuera por cientos, quizá miles, que arriesgaron su vida. Muchos volvieron a su vida normal, sin proclamarse héroes. Esa generación merece ser reconocida”.

Todo, con el debido respeto, es una gran mentira. Desde luego, Correa, antes de 1973, militó en el Mapu, versión violentista y extrema de la ideología demócrata cristiana. En esos años, colaboró con la tarea de destrucción que llevaba adelante el régimen marxista de Salvador Allende. Ellos fueron los que destruyeron la democracia e hicieron inevitable el pronunciamiento militar. Si ahora, Correa puede presentar su libro fue precisamente porque ese pronunciamiento nos liberó de la dictadura marxista (disfrazada de proletariado). De lo contrario, toda libertad de expresión hubiera sido conculcada y ese régimen seguiría hasta ahora.

El pronunciamiento militar fue el primer paso en la recuperación de la democracia. Reordenó el país y lo puso a la cabeza del continente. Si después de 1990 hubo en el país una época de prosperidad –30 años– que benefició a todos, fue por las bases que dejó establecidas el gobierno militar. Los gobiernos civiles de entonces no hicieron sino continuar con las políticas del gobierno militar: fue la clave de su éxito.

Eso no lo dice Correa y tampoco dice cómo, desde los distintos gobiernos civiles, se procedió después a demoler esas bases que construyó el gobierno militar. Y porque no lo dice –al revés, lo oculta– es por lo que Chile regresa ahora aceleradamente al caos de los años del régimen marxista. La cobardía de políticos como Correa es la que ha arrastrado a Chile a una situación de caos, de violencia y de predominio de la delincuencia, del terrorismo y del narcotráfico que amenaza con desembocar en una crisis aún peor a la de 1973. Es la dictadura que hoy día padecemos.

Por eso, es imprescindible defender nuestra historia. De lo contrario, vamos derecho a repetir los mismos errores de antaño.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en sus redes sociales el sábado 2 de agosto de 2025.

¿Dónde está el Presidente?

Por Cristian Valenzuela

Chile amaneció el miércoles con el estómago apretado: un papá y su hija de siete años fueron acribillados con más de 75 balazos en La Granja. Los peritos hablan de una ejecución; la niña agonizó hasta la madrugada y el país se congeló de rabia e impotencia. ¿El Jefe de Estado? Lanzó un tuit de compromiso, apagó el celular y desapareció del mapa.

Dos días antes, Alberto Carlos Mejía, sicario acusado de matar al “Rey de Meiggs”, se esfumó por el Paso Chacalluta gracias a un “error” judicial de proporciones y a una frontera que es, literalmente, una huella en la arena.

Mientras el narco hace lo que quiere, Hacienda admite que el déficit estructural 2025 llegará a –1,8% del PIB, reventando por segunda vez sus propias metas. El ministro Marcel dice que basta un “pequeño ajuste”, fórmula que en castellano simple significa más tijera social, más impuestos o ambas.

Tres golpes en la misma semana. Seguridad, fronteras y caja fiscal en rojo. Cualquier líder decente estaría quemando suelas en terreno, comandando un gabinete de crisis, firmando decretos. ¿Dónde está Boric? En La Moneda, sí, pero montando la pasarela “Democracia Siempre” con Lula, Petro, Sánchez y compañía, los rockstars del progresismo que coleccionan escándalos de corrupción como estampillas. Selfies, discursos vibrantes contra “el extremismo”, aplausos de ONG extranjeras y cero línea directa con la morgue de La Granja o el cuartel de Arica.

La pregunta es inevitable: ¿Qué urgencia pesa más para el Jefe del Estado chileno? ¿La urgencia de una madre que entierra a su hija masacrada por balas que nunca debieron volar? ¿La urgencia de un país que ve cómo el crimen organizado entra y sale por la puerta norte mientras la burocracia se culpa mutuamente? ¿La urgencia de un déficit que se ensancha justo cuando las familias adelgazan sus bolsillos?

La respuesta, por desgracia, también es evidente: la prioridad presidencial es la foto multicolor, el discurso edulcorado sobre democracia “vibrante” y la condena a “los extremismos”, todo ello mientras la realidad extrema se despliega a pocas cuadras de La Moneda. Se exhibe al mundo un salón alfombrado lleno de compromisos grandilocuentes, mientras, fuera de cámara, las fronteras crujen, los tiroteos se multiplican y la billetera fiscal no cuadra.

No es que Boric no pueda estar en todas: puede y debe estar donde arde la casa. Podría liderar un comité permanente con Carabineros, blindar el norte con control militar real y cortar grasa estatal para frenar el déficit. No lo hace porque —seamos francos— vive secuestrado por su propia pose.

Hay algo casi obsceno en este contraste. No es solo descoordinación: es una ausencia moral. Porque la seguridad pública no es un hashtag; la disciplina fiscal no es un cuadro en Excel; la vida de un niño no es un dato colateral en la batalla comunicacional.

Cuando la cúspide del poder decide que su agenda internacional es más urgente que el funeral de la propia nación, el mensaje que se envía es brutal: que la patria se las arregle sola, que los muertos esperen, que los vivos se aguanten. Es un acto de abandono disfrazado de diplomacia, un escapismo cobarde que prefiere las luces de un escenario global antes que la oscuridad de su fracaso local.

Durante la campaña se prometió “más democracia para más derechos”. La gente entendió que eso significaba vivir sin miedo, recuperar el barrio, volver a confiar en su propio país. Pero en vez de derechos llegaron excusas; en vez de democracia real llegaron cumbres llenas de discursos huecos y aplausos de cartón.

Así que, Presidente, aterrice. Bájese del pedestal, deje de creerse el gurú moral de Sudamérica y mire a los ojos a las familias que entierran niños. Aquí abajo las madres no entienden de geopolítica ni de hashtags, entienden del miedo de salir a la esquina, del dolor de una sala de velatorio. Aquí abajo el sicariato manda señales más claras que cualquier cancillería, y el déficit fiscal no espera ni una semana más para engordar la deuda que hipotecará el futuro de los que vienen detrás.

¿Dónde está el Presidente? ¿En qué foto sonríe mientras un país entero aprieta los dientes?

Si usted no es capaz de dar la cara cuando el país se desangra, si prefiere la comodidad del extranjero antes que el barro de su propia tierra, usted no es Presidente, es un espectador de lujo de una tragedia nacional. Ojalá que la próxima vez la respuesta no sea una excusa ni una postal internacional. Ojalá que la próxima vez la respuesta sea: en Chile, dando la pelea que juró dar y que hoy, con su silencio y su ausencia, está perdiendo.

 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por La Tercera el sábado 26 de julio de 2025.