POLÍTICA Y GOBIERNO



POLÍTICA Y GOBIERNO

IZQUIERDA DESIGNA CANDIDATA DE LA DERECHA


Escribe: Hermógenes Pérez de Arce

La izquierda ha alcanzado tal grado de control del “relato” en Chile, que uno de sus personeros más lúcidos, el economista Sebastián Edwards, ha dado su bendición a Evelyn Matthei como candidata de la derecha, diciendo que sería “una muy buena presidenta” (El Mercurio, 4 de agosto)

Advirtió, eso sí, que ella había cometido el error de decir que “las muertes habían sido inevitables” en 1973. Pero Evelyn replicó prontamente que se había arrepentido.

Es que todas las muertes son evitables.

¿Y la derecha no tendrá algo qué decir? No, por supuesto: cuando lo dice se interponen acciones legales de la izquierda para que el Servel ponga término a la existencia del partido cuyo presidente ha dicho su verdad. Y para que el Tribunal Constitucional lo sancione e impida que lleve como candidato presidencial a Johannes Kaiser, por haber repetido en una entrevista lo que en su tiempo manifestaron Eduardo Frei Montalva, Patricio Aylwin (aunque éste lo había olvidado 20 años después), Sergio Onofre Jarpa, Jorge Alessandri, Gabriel González Videla y hasta el exUP Luis Bossay: que los uniformados debían poner término a la situación de ilicitud general creada por Salvador Allende y su gobierno. Y añadió con toda lógica que si similares circunstancias volvieran a presentarse, debería volver a procederse de la misma manera.

Pero eso es hoy evitable y lo fue entonces. Si los guerrilleros de la Unidad Popular no hubieran disparado contra el carabinero Fabriciano González Urzúa en 1973, que intentaba rescatar a una camarada herido por el fuego marxista, la muerte de aquél se habría evitado.

Si Salvador Allende no hubiera armado a los partidos de la UP en los términos en que describió Carlos Altamirano a Patricia Politzer en su libro-entrevista a aquél, no habría muerto Fabriciano González Urzúa y tal vez no habría habido un 11 de septiembre.

Y en ese caso la Escuela de Suboficiales de Carabineros no se llamaría hoy “Fabriciano González Urzúa” ni desfilaría bizarramente cada 19 de septiembre en el Parque O’Higgins, confirmando su decisión de luchar siempre contra la violencia ilícita.

Todas las muertes violentas son evitables hasta el momento en que alguien las torna inevitables.

El mérito de la izquierda es que, teniendo la culpa de haber tornado inevitables las muertes, se la ha echado a los militares y a derecha.

“La culpa de todo lo que ha sucedido en Chile la tiene exclusivamente la Unidad Popular”, le escribió en octubre de 1973 Eduardo Frei Montalva al presidente internacional de la Democracia Cristiana, Mariano Rumor.

Pero la derecha, a través de personajes que la condujeron sin siquiera pertenecer a ella, como Sebastián Piñera, ha asumido la culpabilidad, como “cómplice pasiva” de los militares, permitiendo: (1) Que los victimarios marxistas se transformaran en “víctimas”; (2) Que los terroristas agresores del MIR y del FPMR se transformaran en “agredidos”; y (3) Y que los totalitarios, que buscaban instalar acá un régimen similar al de Cuba y la URSS (a la cual Salvador Allende llamaba “nuestra Hermana Mayor”) se transformaran en “demócratas” y le succionaran ya durante veinte años, enormes cantidades de recursos fiscales ilícitamente al erario.

Y a que ahora veden la libertad de expresión a los discrepantes de ellos.

¿Tiene remedio la dictadura de izquierda que se pretende instalar acá, que impide la participación política al que piensa distinto y suprime su libertad de expresión?

Por supuesto. Ya lo tuvo en 1973.

 

 

MALA SEÑAL

La reciente noticia de un profesor que, en plena sala de clases, gritó e increpó a un alumno por expresar su opinión sobre el gobierno militar y la figura de Augusto Pinochet, revela un problema preocupante: la negación del debate histórico.

En ese sentido, creo que es importante recordar que, apenas asumió el Gobierno Militar en 1973, se conformó una Comisión cuyo objetivo era redactar una Carta Fundamental que reemplazara a la de 1925. Estuvo integrada por destacados abogados y presidida por don Enrique Ortúzar, quienes elaboraron un anteproyecto que luego fue revisado por el Consejo de Estado, aprobado por la Junta de Gobierno y preparado para ser sometido a plebiscito.

Ese plebiscito se llevó a cabo el 11 de septiembre de 1980. Votaron más de seis millones de personas, triunfando el APRUEBO (Sí) con el 67,04% frente al RECHAZO (No), que obtuvo el 30,19%. El texto constitucional aprobado entró en vigencia el 11 de marzo de 1981.

La Junta Militar entregó el gobierno cumpliendo exactamente con el plazo establecido en dicha Constitución. Así, don Patricio Aylwin asumió la Presidencia de Chile el 11 de marzo de 1990.

No existe en el mundo dictadura militar o civil que haya entregado por su propia voluntad el poder, y que lo haya hecho de manera ejemplar, con un país en paz y en pleno crecimiento.

No obstante, una vez más, los políticos se aprovecharon de los militares y de las policías.

Como instituciones jerarquizadas, no deliberantes y respetuosas de la ley, hasta el día de hoy siguen siendo objeto de enjuiciamientos, sin respetar la Ley de Amnistía, la cosa juzgada, el debido proceso ni la irretroactividad de la ley. Se les siguen aplicando procedimientos penales ya fenecidos, asumiendo todo el costo que causaron los políticos.

No cabe duda de que las dictaduras comunistas o de extrema izquierda no tienen este problema, porque permanecen por décadas y no entregan el poder. Las FF.AA. y de Orden de Chile, después de haberse sacrificado por levantar un país en ruinas, recibieron como pago la persecución. Y como los jerarcas ya han fallecido, la acción continúa contra los subordinados, aquellos que no tuvieron poder de decisión alguna.
Hechos como el ocurrido en esa sala de clases muestran el riesgo de educar o juzgar desde la ideología. Quien teme a la historia teme también a que se sepa la verdad completa.

Gabriel Fuentes Campusano

 

 

Profesor querellado y suspendido:

 

 

 

 

EN DEFENSA DE NUESTRA HISTORIA


Gonzalo Ibáñez Santamaría

En reciente ceremonia, el exministro Enrique Correa Ríos presento su libro “Mi vida, mi historia” en la que cuenta, por supuesto, su vida. O lo que es más honesto: su versión acerca de su vida. Como informa el diario La Segunda (1/08/25), la ocasión: “No fue una noche de nostalgia. Fue, más bien, una instancia para reflexionar sobre el proceso que permitió recuperar la democracia desde 1990, cuando dos conceptos marcaron época: transición y transversalidad”. Durante la conversación, Correa reivindicó el papel de quienes lideraron la transición, destacando que fueron los mismos que lucharon contra la dictadura: “No estaríamos donde estamos si no fuera por cientos, quizá miles, que arriesgaron su vida. Muchos volvieron a su vida normal, sin proclamarse héroes. Esa generación merece ser reconocida”.

Todo, con el debido respeto, es una gran mentira. Desde luego, Correa, antes de 1973, militó en el Mapu, versión violentista y extrema de la ideología demócrata cristiana. En esos años, colaboró con la tarea de destrucción que llevaba adelante el régimen marxista de Salvador Allende. Ellos fueron los que destruyeron la democracia e hicieron inevitable el pronunciamiento militar. Si ahora, Correa puede presentar su libro fue precisamente porque ese pronunciamiento nos liberó de la dictadura marxista (disfrazada de proletariado). De lo contrario, toda libertad de expresión hubiera sido conculcada y ese régimen seguiría hasta ahora.

El pronunciamiento militar fue el primer paso en la recuperación de la democracia. Reordenó el país y lo puso a la cabeza del continente. Si después de 1990 hubo en el país una época de prosperidad -30 años- que benefició a todos, fue por las bases que dejó establecidas el gobierno militar. Los gobiernos civiles de entonces no hicieron sino continuar con las políticas del gobierno militar: fue la clave de su éxito.

Eso no lo dice Correa y tampoco dice cómo, desde los distintos gobiernos civiles, se procedió después, a demoler esas bases que construyó el gobierno militar. Y porque no lo dice -al revés, lo oculta- es por lo que Chile regresa ahora aceleradamente al caos de los años del régimen marxista. La cobardía de políticos como Correa es la que ha arrastrado a Chile a una situación de caos, de violencia y de predominio de la delincuencia, del terrorismo y del narcotráfico que amenaza con desembocar en una crisis aún peor a la de 1973. Es la dictadura que hoy día padecemos.

Por eso, es imprescindible defender nuestra historia. De lo contrario, vamos derecho a repetir los mismos errores de antaño.

T13 en X: ”  | Johannes Kaiser: “La violencia no se justifica. Se justifica el uso de la fuerza cuando se está violando la ley y hay que reimponer el imperio de la ley” | EN VIVO #MesaCentral » https://t.co/tdFda9tz69 https://t.co/5idbmroFMi” / X

Vea: https://x.com/T13/status/1954567339317367257

 

 

 

 

 

 

 

 

A esto estamos sometidos:

 

 

 

“Peru le responde a Petro y lo pone en su sitio… Vale la pena escuchar cada palabra:

 

Vea: https://x.com/Jhonffonseca/status/1954191134776848665