POLÍTICA Y GOBIERNO:
POLÍTICA Y GOBIERNO:
18-O la mayor vergüenza de Chile
Lo que tenemos que perfeccionar es nuestra capacidad de defendernos de enemigos como el que nos pegó ese trágico viernes de mediados de octubre de 2019.

por Richard Kouyoumdjian 22 octubre, 2025

Todavía recuerdo con absoluta claridad la tarde del viernes 18 de octubre del 2019, una que califico como el “Pearl Harbor” chileno. Nos sacaron la cresta en forma sorpresiva, no la vimos venir, falló la inteligencia o la falta de ella. No supimos cómo reaccionar. Nuestro Jefe de Estado comía pizzas celebrando un cumpleaños familiar en un reflejo de que no entendíamos qué, y cómo nos había pegado, o de la magnitud e importancia de lo ocurrido. Nada funcionaba, las policías trataban de reaccionar y actuar, no estando preparados para ello. Bomberos de inmediato en acción, siendo lo único que funcionó esa tarde y la noche que siguió. Con el estado de emergencia decretado el 19 entraron los militares, quedando Chile bajo control de las Fuerzas Armadas por primera vez desde el gobierno militar. El problema es que había uno que decía que estábamos en guerra y otro que decía que no estaba en guerra con nadie. Eso mejor que nada refleja la magnitud del knock out y nuestra dificultad para recuperarnos. Estábamos como esos boxeadores que quedan tirados en el suelo, que no pueden o les cuesta reincorporarse.
El 18-O es la mayor derrota de Chile. Nos hicieron pedazos en un par de horas. Nos pegaron en el centro de gravedad, en la capital. Mataron el sistema de transporte público de Santiago en un par de horas y desencadenaron una revolución que nos tuvo al borde del colapso durante meses. La trataron de vestir de movimiento social revolucionario, lo que obligó a realizar concesiones que el tiempo, el Covid y el sentido común se encargaron de desarmar. Su derrota final ocurrió cuando Chile despertó y rechazamos la Constitución que nos llevaba por el camino a ser una república socialista bolivariana.
Hasta esa fecha y en más de doscientos años de historia independiente sólo habíamos saboreado la humillación cuando los españoles bombardearon Valparaíso en marzo de 1866, pero lo ocurrido en octubre de 2019 y durante los meses siguientes fue mucho más grave, puso en riesgo la República, sus fundamentos, el estado de derecho, e infraestructura pública y privada por muchos miles de millones de dólares. Retrocedimos años, muchos años.
Para evitar lo ocurrido en Valparaíso hace más de 150 años creamos una serie de fortificaciones y con el tiempo desarrollamos una flota que nos asegurará dominar el Pacífico Sur Oriental de modo de que nunca más ello volviera a ocurrir. Hoy en día eso se mantiene como principio estratégico de la defensa nacional, excepto obviamente en lo que se refiere a potencias globales nucleares, caso en el que sería difícil evitar que nos peguen, no sin daños y elevados costos para ellos. Chile con su Ejército, Marina y Fuera Aérea está en condiciones de defender la soberanía, el territorio, los mares, el aire, y el espacio que nos son propios, pero todo ello ante quienes podrían ser potencialmente nuestros enemigos. Para ello sólo requerimos se asignen los presupuestos de operaciones y de inversiones correspondientes objeto mantener y desarrollar las capacidades requeridas.
Lo que tenemos que perfeccionar es nuestra capacidad de defendernos de enemigos como el que nos pegó ese trágico viernes de mediados de octubre de 2019.
Nadie me ha podido explicar a la fecha quién orquestó la quema y destrucción casi simultánea de estaciones de Metro. Nadie me puede explicar por qué la ANI no fue capaz de levantar una alerta estratégica que permitiera al gobierno actuar preventivamente. Nadie me puede explicar por qué los gobiernos no realizaban activamente revisiones de riesgos y amenazas, como tampoco implementaran un sistema de seguridad nacional, aunque básico, estuviera preocupado de resguardar la seguridad de los chilenos ante ataques externos. Nadie me ha podido explicar por qué a pesar de tener al régimen de Maduro en calidad de pseudo enemigo, no monitoreamos la actividad de su embajada, o controlábamos quién entraba o salía de Chile. Nadie me ha podido explicar por qué después de seis años la Cámara de Diputados aún no establece una comisión investigadora de lo ocurrido en esas fechas, buscando entender quién fue el enemigo que buscó destruir el Chile con el que todos nos identificamos. Nadie me ha podido explicar por qué el soldado Robledo sigue en la cárcel, lo mismo con el capitán Maturana, o por qué el distinguido comandante Crespo sigue en tribunales dando explicaciones por enfrentar a los delincuentes de la pseudo primera línea. Nadie me ha podido explicar por qué los culpables de lo ocurrido siguen libres, y por qué a los responsables de evitarlo nadie les ha cobrado su responsabilidad en la materia.
Me van a disculpar la crudeza del párrafo anterior, pero ad portas de un nuevo gobierno de derecha y la posibilidad de que la izquierda vuelva a la calle necesitamos estar preparados, y eso parte por entender dónde fallamos en octubre y noviembre del 2019, más aún considerando que no tenemos suficientes carabineros para, en paralelo, manejar problemas de seguridad y orden público, y de tenerlos, no estoy seguro de que se vayan a inmolar por Chile como lo hicieron en esa época, una en donde sus mandos no salieron a defenderlos sino más bien estaban preocupados de salvar su propio pellejo.
Para cerrar, y a modo de ejemplo, en Israel al poco tiempo de ocurrido el cruel ataque del 7 de octubre de 2023 se iniciaron las investigaciones para determinar dónde fallaron y qué se debía corregir, incluyendo el actuar del nivel político y de los altos mandos. Ellos lo hacen regularmente ya que no se pueden dar el lujo de no hacerlo. Su supervivencia está permanentemente en juego. En cambio, en Chile nada se hace y nada se investiga. Se le pasa el problema al Ministerio Público, y los tribunales ordinarios condenan a carabineros y militares por su actuar en la contención del ataque y la defensa de Chile. Flor de país y autoridades tenemos. Siempre se corta el hilo por lo más delgado. Que Dios nos encuentre confesados para la próxima e ilumine a los chilenos para votar por líderes y autoridades que tengan pantalones, capacidad de mando, pero por sobre todo, respondan por sus actos y asuman su responsabilidad.
Etiquetado:18-0Carabinerosestallidooctubreprimera línea
Richard Kouyoumdjian
Experto en Defensa y Seguridad Nacional; concejal por Las Condes
Revolución rechazada:
https://youtu.be/HA32JNsZSyE?si=Hk-SIWqfJ5WerV0x
Los inmaculados

Por Rodrigo Ojeda
Los inocentes al poder de Daniel Mansuy es una crónica y radiografía de la generación impugnadora aglutinada en el actual Frente Amplio (FA). Una ruta desde las movilizaciones y petitorios hasta la llegada a La Moneda. Sus diagnósticos, los cuestionamientos a la transición y concertación, la acumulación y representación de los malestares son parte de su mochila política.
Es una generación que se percibe dotada de pureza y transparencia, voluntad redentora, moral superior y lejanos a la opacidad. “Vienen a salvarnos” desde una voluntad transformadora y grandilocuente. Son “portavoces del malestar” de la calle y del pueblo, pero su verborrea está por sobre la reflexión y realidad. Creen en el uso y abuso de conceptos y la repetición como un acto suficiente para generar cambios. En las movilizaciones utilizaron las tomas de espacios como un mecanismo de presión y chantaje. Desde el altar callejero han buscado “impugnarlo todo”. El objetivo final es superar el neoliberalismo y el modelo constitucional de la dictadura. El neoliberalismo es la fuente del malestar social según el manual frenteamplista, el cual contiene sesgos y consignas para interpelar y llamar la atención. Dicen representar a los excluidos de la transición y el duopolio. Su ideario anhela fundar algo nuevo, ajeno a la mancha de la transición política, considerada como una traición y una concesión con el dictador, es decir, un falso consenso. El FA es el camino sin mácula y correcto para rescatar a los marginados. Cada paso importa y cada error se evade porque el objetivo ulterior es inevitable, lo importante es avanzar: “seguimos”.
El libro retrata y rastrea el recorrido del FA, sus contradicciones y fracasos, el repliegue discursivo e ideológico, sus pasiones y pulsiones, sus desafíos y el personalismo de Boric. Una generación que carga con la angustia del privilegiado que, de algún modo, la culpa los exculpa, carga con expectativas imposibles de cumplir. La tentación y pretensión de la inocencia permanece junto a la puesta en escena al momento de comunicar y amplificar el “malestar social”, pero “la acumulación de malestares no resuelve la cuestión del conflicto”, una característica en lo discursivo y en su estrategia electoral.
La épica del FA ya no es suficiente, la lógica del espectáculo ya no alcanza, no es lo mismo dirigir una federación de estudiantes que un país. Hoy son administradores de lo existente y chocan con la realidad, esa que indica que reunir malestares no es suficiente para empujar “cambios profundos”. El gobierno de Boric se ha caracterizado por la improvisación y la frivolidad. No basta con impugnar ni evadir las responsabilidades.
El FA tiene mala memoria, apoyó las evasiones del año 2019 sin importar las consecuencias reales ni las afectaciones domésticas. La desobediencia y movilizaciones de octubre fueron funcionales a “sus objetivos políticos”, la violencia fue vista “con benevolencia” ya que Piñera era el “adversario declarado del pueblo”. Convirtieron a “Carabineros en su enemigo y al perro Matapacos en ícono de la resistencia civil”. Una épica, lucha y dictadura imaginaria tras meses de acusaciones falsas con tal de dañar “al máximo la legitimidad del gobierno”, por ejemplo, el centro de torturas, un actuar “revelador del desquiciamiento generalizado”. A ratos, sacralizaron los desmanes tras la pulsión popular. Apostaron el todo o nada en la constituyente, esa convención heredera de la violencia del estallido que buscó refundarlo todo. Prefieren mantener su inocencia y “confirmar su propio diagnóstico”.
El país que sueñan se ha convertido en una pesadilla propia y ajena. Ya no son tan inocentes y habitan una “cárcel mental”. Lo inmaculado llegó para quedarse en el FA y ha cruzado las fronteras ideológicas con tintes demagógicos e impugnadores, olvidando que en la política no hay puros ni inocentes.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Pingüino el domingo 12 de octubre de 2025.