Política y gobierno



Política y gobierno

 

Futuro

Por Adolfo Ibáñez Santa María

A partir del caso Fundaciones, el Frente Amplio y los comunistas han pretendido difundir la idea de que las personas y asociaciones civiles son estructuralmente delincuentes, por lo que hay que reforzar la estatización del país. Con esto solo tratan de encubrir sus múltiples falencias morales, de gestión y de liderazgo. De aquí que promuevan arrasar con todo, a pesar de no tener nada concreto que ofrecer en reemplazo. Si a esto se le suma el no haber condenado la violencia desde el principio por razones tácticas, con sus derivados de delincuencia y de droga, tenemos una formidable arma de demolición espiritual e institucional.

Si este es el paso uno, la subyugación es el segundo. Para lograrla es preciso estatizar también la información, de modo que la comprensión del presente esté acorde con el molde ideológico. Y para mayor seguridad, amañar la historia y hacer de la mentira y de la inmovilidad del tiempo un complemento de dominación, porque las ideologías son frías e inmutables. No es por nada que, junto con plantear la estatización de servicios y bienes de producción, también se pretende estatizar la información y el conocimiento.

Han vivido en un vacío espiritual e intelectual (a pesar de haber leído tanto), por lo que evocan fracasadas figuras e ideas del pasado, de las cuales no pueden derivar ninguna proyección para liderar la sociedad de hoy con vistas al futuro. Solo las envuelven en un palabrerío engatusador, como si fuéramos zafios e incautos. Vueltos al pasado, creen que pueden retomar aquellos caminos destruidos por los mismos que hoy ensalzan, pretendiendo revivirlos con la frescura de una tierna flor.

El futuro es una proyección inexistente para quienes piensan que las sociedades son productos fabricados a pedido y sobre medida en algún tiempo pretérito y maldito. No otra cosa es imponer un molde ideológico bellamente diseñado por mentes iluminadas. La noción de futuro es inseparable de la libertad. Ambas, combinadas, y al cabo de mucho tiempo, decantan la cultura de las sociedades en un proceso que nunca acaba.

Si en estos cincuenta años solo se mira al pasado, sin una mirada y una actitud que nos orienten al futuro, aparecerán mentiras que la revolución ha tratado de esconder y el país terminará empequeñecido. Con la negación del futuro también se niega la libertad. Así desaparece la fortaleza espiritual y la mística que se necesitan para aunar a los que fueron, a los que somos y a los que vendrán en una gran empresa que nos abrace a todos.

Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Mercurio el lunes 17 de julio de 2023.