Política y gobierno
Política y gobierno
De máxima gravedad y urgencia
Por Gonzalo Rojas Sánchez
Ha dicho el ministro Montes: “Este es un sistema que estaba instalado y el problema es la responsabilidad, tanto cuando era parlamentario como ahora, es haber permitido que un sistema de estas características se instalara sin haberlo enfrentado entre todos oportunamente».
Son las palabras más graves, desalentadoras y comprometedoras que se hayan dicho a lo largo del escándalo de las fundaciones. Aunque estén referidas en concreto a la ausencia de boletas de garantía, no cabe duda de que el ministro está hablando del sistema completo de vínculos entre el Estado y aquellas fundaciones privadas truchas, truculentas y traidoras.
Son palabras graves, porque confirman la existencia de una práctica de larga data: “sistema”, la llama el ministro. Es decir, un mecanismo de funcionamiento estable y “eficiente”. Son palabras desalentadoras, porque nos hemos dejado robar –sí, esas platas son las suyas y son las mías, las nuestras, las de todos– a vista y paciencia, sin que hayamos reaccionado ante los indicios. Y son palabras comprometedoras, porque aunque el ministro quiera hacerlas extensivas a otros actores políticos -que bien pueden estar también implicados por su pasividad- él es el primer responsable (¿o solo a los militares se le aplicará aquello de que en virtud de la cadena de mando, “debían saber”?).
Fundaciones truchas nos han comido la color. Gente sin capacidades y con propósitos torcidos. Fundaciones truculentas se han apropiado de muchísimos millones. Instancias que sabían que hacían el negocio del siglo y lo disfrazaban de servicio público, pero bien privado. Fundaciones traidoras porque, negando la subsidiariedad, la aprovecharon para llenarse los bolsillos, mientras, con toda superioridad, hablaban de la promoción de derechos sociales desde el Estado.
Esto no puede quedar así. Pocas veces. Ha sido más imprescindible la función fiscalizadora de la Cámara de Diputados.
Y mientras tanto, el presidente Boric habla de la superación de la pobreza.
Macondo.
El Aura de Invencibilidad que da la Impunidad
Por Jorge Andrés Pérez
El escándalo de Watergate fue el resultado de un intento fallido de robar información política desde las oficinas del partido demócrata en la ciudad de Washington. Pero pillaron a los ladrones en el acto. El jefe de esta organización criminal era Richard Nixon, presidente de Estados Unidos, que quería información privilegiada del Partido Demócrata para evitar una derrota electoral en el futuro. Me pregunto, ¿cuál era el objetivo del robo en el Ministerio de Desarrollo Social y Familia? ¿Robar información y documentos para evitar una derrota electoral futura para alguien en el Gobierno?
A diferencia de Watergate, en el caso chileno los guardias del edificio no solamente no detuvieron a los ladrones, sino que los ayudaron en el robo. Este nivel de jutzpah de los ladrones delata mucha seguridad. Esto es como para hacer una película. Por ejemplo, Patrick Buchanan (Giorgio Jackson) es el poder detrás del trono en la Casa Blanca, donde Richard Nixon (Gabriel Boric) es el presidente. Pero hay que destruir información en la Casa Blanca que podría complicar en el futuro a Patrick Buchanan en una elección presidencial. ¿Quién es el líder de la organización criminal? ¿Richard Nixon o Patrick Buchanan?
Con Watergate, el pueblo norteamericano decidió que una facción política no podía hacer trampa para ser más competitiva en las elecciones presidenciales, y menos aún cometer crímenes para conseguir ese fin. La pregunta que yo me hago desde la ignorancia, pero con mucha imaginación, es si Gabriel Boric estaría dispuesto a proteger la opción presidencial de Giorgio Jackson a costa de que se violara la ley.
Este tipo de cosas pasan todo el tiempo en los países Latinoamericanos. En Chile, hasta ahora, no tanto. En Latinoamérica esta criminalidad con fines políticos generalmente tiene un aura de invencibilidad. Si tenemos en el ministerio de desarrollo social y familia un Watergate criollo, entonces estamos ante un sistema político que tiene cierto grado de tolerancia con la criminalidad con fines políticos.
La política siempre atrae en algún grado a psicópatas y sociópatas. Pero un sistema político sano los filtra, y les dificulta su progreso en la competencia política, porque tienen distribuciones anormales de percepción de riesgo que generan conflictos. Uno de los problemas con las dictaduras de izquierda es que, por sus dinámicas revolucionarias, se promueve desproporcionadamente sociópatas y psicópatas a posiciones de poder. Es más, en el caso del marxismo leninista se explota esto para generar conflictos de clase. Por ejemplo, ¿qué tipo de liderazgo florece en un ambiente revolucionario como la primera línea? No me sorprendería que ese ambiente revolucionario filtra positivamente a los psicópatas y sociópatas.
El Frente Amplio y Compañía, a diferencia de la Concertación, tal vez no han tenido el tiempo para filtrar a los liderazgos psicópatas y sociópatas, y estos elementos están en control efectivo de la revolución.