Política y gobierno



Política y gobierno

Bandoleros sin honra

Por Juan Pablo Zúñiga Hertz 

Durante la colonia, y hasta bien entrado el siglo XIX, el pillaje pululaba en los caminos de nuestro país. Entre cuatreros, montoneras, bandoleros y pistoleros, asolaban las caravanas buscando qué robar. Los Pincheira y cuantos otros adquirieron hasta una cierta fama fruto de sus fechorías. Más de un siglo después movimientos subversivos que amenazaban la paz de nuestro país utilizaban un cierto modo de pillaje con el cual financiar sus actividades terroristas.

Quién lo iba a imaginar que ya en el siglo XXI tendríamos a un grupo sentado en La Moneda que idolatra la subversión, glorifica el bandidaje y terrorismo y que, en sí mismos, son verdaderos bandoleros a la cabeza de la nación. No tengo el coraje ni la osadía para decir que están “a cargo” de la nación, pues resulta imposible concederle el título de gobernantes a una banda de manos de hacha que no consiguen controlar sus mentes, sus charlatanes bocas ni menos sus rapidísimas manos que se escurren como serpientes por los cajones del Estado, agarrando a destajo.

La acusación constitucional contra el señor Jackson señala que se le acusa, entre otros motivos, por atentar contra el honor de la nación. Para un fulano como éste, que junto con sus comparsas en el pillaje no tienen ni saben de honra, una acusación de este tipo es más bien una medalla al mérito por sus valerosos servicios a la causa del desmonte de la institucionalidad.

Al final de cuentas, terminó renunciando. Como amantes de la victimización que son, dirán que todo esto es una persecución, ya que como sabemos ellos nunca tienen la culpa. De cualquier manera, renunciado o destituido, toda esta situación será para él de gran valor: al renunciar y no ser destituido, tendrá tiempo para replegarse y rearmar sus estratagemas. Al final de cuentas es joven y, como dijera Mosciatti, “tiene el tiempo a su favor”. Así mismo, al acusar de que su renuncia se debe a una persecución y no a su bandidaje, pasará al panteón de los mártires de las inocentes palomas izquierdosas. Por último, nada de esto le importa al ufano que está cegado por su delirante sentido de superioridad ya que entre autodonaciones, fondos recaudados a través del pillaje mediante fundaciones misteriosas y la cobranza de ocultos favores, este bandolero caerá parado.

¿Bueno y quién detiene el pillaje? Los Republicanos comenzaron el proceso a través de la acusación constitucional, lo cual es un gran avance para detener el caos del ministerio del Sr. Jackson que es hoy en día una hemorragia de recursos para el país. Pero el fondo del pozo está más abajo. Podemos suponer que en un fugaz arrebato de decencia el presidente va a realizar un cambio de gabinete apoyándose más aún en la ex Nueva Mayoría, a propósito de que al presidente se le ve últimamente muy próximo a su “mami”. Aunque así fuese el caso, permítame el pesimismo, quien quiera que entre a la actual administración, termina siendo absorbido y asimilado por el agujero negro de la mediocridad, de manera que la única salida para el país es la salida de esta verdadera mafia que ocupa La Moneda.

¿Qué hacer entonces para que el resto del país no sea absorbido por esa fuerza gravitacional implacable de la mediocridad, el caos y el desastre? Apoyarnos y apoyar cada vez más a quienes se atreven a levantarse frente a tanto desastre. La ciudadanía está reconociendo cada vez más a los Republicanos como esa alternativa que mantenga el barco a flote hasta que los sinvergüenzas se vayan para su casa. Y cuando llegue ese día, caramba que va a haber que trabajar para reestructurar al país y traer de vuelta la honra a la nación y limpiarla de la situación más triste y deplorable que al menos yo tengo memoria.

 

 

Un rasgo totalitario

Por Gonzalo Rojas Sánchez 

El empeño comunista por cambiarle el nombre a calles, plazas y puentes de Santiago, ofrece una interesante perspectiva, para la que muchas veces no se encuentran ejemplos contemporáneos, por lo que hay que recurrir solo a datos de la historia y, habitualmente, de otros países.

Me explico: cuando se usa la expresión “totalitarismo”, se la explica conceptualmente y después se la muestra con ejemplos referidos a la Unión Soviética de Lenin y Stalin.

Y hasta ahí llegamos.

Pero hoy, en el Chile de 2023, el Partido Comunista, a través de su hegemónico control del municipio de Santiago –alcaldesa, cuatro concejales propios y tres asociadas– nos entrega en bandeja un ejemplo magnífico.

La mentalidad totalitaria propia del comunismo se expresa así: todo ámbito del dominio privado es una amenaza para el Estado controlado por el Partido; el Partido se impone a las personas a través de todas las estructuras económicas, sociales y políticas; el Partido sabe que las dimensiones culturales y espirituales son aún más importantes y, por eso, desarrolla estrategias para aniquilar todo vestigio de libertad en esas dimensiones.

El Partido Comunista de Chile no controla aún todo el Estado, pero tiene ya una importante presencia en muchas de sus estructuras. No olvidemos que es partido de Gobierno por segunda vez (Bachelet II y Boric). En la dimensión municipal de la vida pública, es efectivamente “dueño” de Santiago y Recoleta, y ahí practica los métodos de control totalitario que le permiten medir el volumen de resistencia a sus medidas extremas.

Es lo que ha hecho con el cambio de nombre de las calles en el centro de la capital: suprimir doblemente espacios de libertad y tradición. Da lo mismo lo que los vecinos piensen; ellos tienen que entender que el Partido sabe lo que les conviene. Da lo mismo la tradición; todos los chilenos tienen que entender que la historia la escribe el Partido a través del Estado. Y, de paso, el Partido Comunista ha medido el volumen de oposición formal a la medida: mínimo.

Los rasgos del Estado totalitario que los comunistas buscan construir han quedado de manifiesto en un pequeño detalle: así se comienza…