Política y Gobierno



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¡EL TERREMOTO ESPERADO!

#Lindbergh

“MILEI: un terremoto político mundial”.

La pregunta es ¿Cómo se constituyó MILEI en ese implacable ciclón político que tiene temblando a las izquierdas y tiritando a esas derechas flojas que escuchan a Silvio Rodríguez y que atesoran fotos y autógrafos de Fidel Castro?

Sencillo, MILEI ha demostrado -científicamente – tres cosas que nadie en el mundo quería admitir: 1. Que el Estado es un estorbo entre los intereses del ciudadano honrado y sus aspiraciones legítimas de prosperidad material, 2. que el socialismo – en cualquiera de sus versiones – es un cáncer abominable que aniquila en todas las naciones el deseo de ser buenos y competitivos, y 3. que, los programas y las políticas sociales, esgrimidas con tanta insistencia por todas las castas gobiernistas del mundo, son mecanismos eficaces para robar dinero a granel, fingiendo que ayudan a los débiles.

Cerebros como el de Javier Milei surgen una vez cada dos siglos, llegan al mundo para arrasar toda la maleza mental que crece impunemente en las corporaciones, universidades, academias, ateneos, iglesias, editoriales y periódicos, instituciones todas, que en el caso de América tienen casi dos siglos de no ver el sol de la verdad, porque permitieron que creciera en sus propios huertos, la sombra de ese árbol gigantesco que no da fruto; llamado Socialismo.

Con una semántica irrefutable y dejando de lado esos “buenos modales oprobiosos” que impiden el debate, Milei salió de una buhardilla intelectual insignificante, es decir, salió de la nada, esgrimiendo una motosierra encendida para podar de raíz todas las mentiras, tonteras y falacias que los políticos latinoamericanos han sembrado en las naciones – debatiendo durante un siglo – la falsedad mesiánica del Estado, en ese ambiente infecundo y aburrido que el maestro español García Trevijano definía como “la discusión de las apariencias”.

Contra Milei hay rabia, furia y desconcierto mundial. Porque Milei aborrece las mentiras mediáticas pro estatales, odia los controles de precios y detesta a los bancos centrales. Los “voceros marxcisistas” de CNN y la BBC, están que patalean de impotencia.
Y no es para menos, por primera vez en la historia contemporánea, vemos el error mundial de las ideologías económicas en su majestuosa barbaridad. Doctrinas insulsas y vagas, esgrimidas por gurús de la miseria como Thomas Piketty, Amartya Sen, Joseph Stiglitz y Daron Acemoglu, han caído al piso, derrotadas por un airado jovencito de pelo alborotado que sacó una calculadora y mostró las cuentas exactas de la Gran Estafa Continuada del Estado.

El pensamiento de Milei – bello y agresivo – lo aman millones de jóvenes que quieren patearles los huevos a los políticos lanas y lo adoran miles de empresarios que ya están hartos de la esclavitud disimulada. Milei ha mostrado con hechos, cifras y ciencia económica, que el socialismo es basura y que los Estados de Bienestar europeos son algo peor, porque son basura sofisticada, aristocrática y ampulosa.

El nuevo líder argentino ha enseñado con ejemplos simples, que cuando El Estado se adjudica el rol protagónico de la vida política preservando para sí un papel justiciero, administrador y distribuidor, entonces – invariablemente – los ricos se volverán flojos, los pobres serán parásitos a perpetuidad y los criminales vivirán a sus anchas, sacando provecho del pánico, de la sumisión y de la mediocridad establecida por Ley.

Nunca nadie en la vida había explicado con deliciosa sencillez qué es el capitalismo y por qué debe ser retomado – como una cura divina – en todos esos ambientes burocráticos putrefactos, dominados por la pereza, el aburrimiento, la banalidad, el artificio, el ocio y el despilfarro inspirado en el sopor de las funciones estatales ficticias.

Milei plantea que todos debemos volver a trabajar sin descanso, dice que tenemos un siglo de estar durmiendo en la gran hueva estatal subsidiada. Propone que deben desaparecer esas profesiones cómodas y esas jerarquías artificiales basadas en el apellido, la influencia, el cargo, el conecte y la academia.

En el capitalismo si una empresa es mediocre, quiebra y no pasa nada, porque una mejor, la reemplaza. Porque si El Estado, en su fatal arrogancia, subsidia lo mediocre, arruina y destruye las ideas del empresario brillante. Aniquilando las esperanzas y los anhelos de las nuevas generaciones.

En el capitalismo, únicamente los minusválidos y las viudas tienen derecho a fondos por calamidad. Todos los demás debemos trabajar y sudar la gota gorda, bajo el entendido de que nuestras empresas, labranzas y tiendas son nuestras, y, de que nadie tiene la obligación de volverlas exitosas a punta de falsas ganancias extraídas del Estado, en nombre de la corrupción, el soborno y el saqueo.

En el capitalismo desaparece la tonta lástima y reaparece la energía del campesino ingenioso, del jornalero diligente, del obrero audaz y del trabajador inteligente. Se esfuma el incentivo estatal mentiroso que fomenta la envidia y el oportunismo, el cual es reemplazado por el arrojo de ciudadanos capaces de levantar sus negocios, en el lodo más vil de los barrancos.

En el capitalismo – pregona Milei –todo se vuelve a alinear con las Leyes de la Vida, aquellas leyes eternas que el bobo socialismo destruyó en su vano afán de establecer – por decreto – el bienestar de los haraganes, la seguridad social de los bribones y la inclusión de los despreciables. El capitalismo es un pesticida que mata de raíz el éxito fácil, la bondad hipócrita y el ascenso culposo. En el capitalismo todos levantamos la frente y recuperamos el brillo de los ojos, porque todos somos parte de un juego emocionante y peligroso, en el cual todos podemos fracasar o triunfar, lanzando a las llamas las quejas baratas y las petulancias burlescas.

¿La tiene fácil Milei? Obviamente que no, porque su ciclónica campaña hacia la presidencia de la Argentina ha consistido en poner a la vista del mundo de qué modo los políticos canallas de todas las denominaciones – izquierdas y derechas por igual – han echado mano de los mismos trucos socialistas para exprimir el Estado; haciéndose ricos y famosos con la excusa de que lo hacen para ayudar a la gente débil, a la cual consideran desecho.

Solamente al ganar la presidencia – lo cual es inevitable e irrevocable – Milei va a mirar en toda su magnitud, hasta dónde han llegado las garras de la putrefacción socialista, cuando quite la tapadera de la gran olla hedionda del estatismo latinoamericano, va a descubrir que la pobreza es un consenso secreto para que tirios y troyanos se suban a la chalana donde todos comen y nadie rema.

¿Qué va a ser este buen muchacho para desmontar la agricultura socialista, la literatura socialista, la religión socialista, la prensa socialista, la educación socialista, la salud socialista, la banca y la ganadería socialistas? No lo sabemos. Pero, independientemente de lo que suceda, que gane, que lo asesinen, que lo boicoteen, que lo ensucien o que lo invaliden, su obra ya está hecha.

Javier Milei vino a embestir un mundo enfermo de codicias y mentiras, ha demostrado que la inteligencia, cuando viene acompañada de cojones, se sobrepone al miedo, al interés, al dinero y a la resignación. Qué belleza; han llegado a su fin los cuentos chinos de las izquierdas vulgares, se acabaron los cuentos de hadas de las derechas gordiflonas. Resulta que todo lo que pensábamos del Estado, de sus leyes corruptas, de su falsa justicia, de su sentido del deber y de sus Planes de Bienestar, todo, era basura.

(*)FUENTE: Cesar I

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Ordenar el gallinero

Por Pilar Molina

Chile revienta de problemas por todos lados. El principal, sin duda, es el de la inseguridad, que hostiga a las personas y contribuye a crear un pésimo clima de negocios. A pesar de ello, el Gobierno insiste en que podemos tener impuestos mucho más altos que el promedio de los países desarrollados, tanto las empresas como las personas.
A esto se agrega que esta administración de ultra izquierda tiene un terrible problema de ubicación. Si existiera un Waze político, tendrían que levantarse y acostarse con la aplicación el Presidente y todos los miembros del comité político y también los ministros técnicos. Quizás así no estarían insistiendo en reventar el sistema privado de salud, cuando la atención pública sólo ofrece listas de espera y, para remate, en crecimiento. O dejarían de imponer una política tardía para aprovechar el litio que, lo más probable, se lo pierda el país, en beneficio de un par de empresas estatales en dificultades, como son Codelco y Enami.
El oficialismo requiere urgente terapia. Pero terapia de shock, para asumir que sus ideas refundacionales sufrieron un portazo ciudadano en el plebiscito de septiembre de 2022 y que se convirtió en un gobierno de minoría en ambas Cámaras del Congreso. Si no tiene la mayoría para aprobar sus promesas derrotadas, como eliminar las isapres y las AFP, ¿a título de qué insiste majaderamente?  Y lo más importante, ¿a cambio de qué?
A mitad de su período debiera dejar de malgastar el poder y ocuparse de lo que aqueja a los chilenos: la delincuencia, el bolsillo y que los escolares no tengan donde estudiar. Niños sin clases por problemas de carencia de infraestructura mínima o como consecuencia de la centralización del sistema de educación pública es un asunto que requiere acción hoy. Pero las autoridades prefirieron tomarse las vacaciones completas antes de subsanar los baños de Atacama y creyeron que con crear una aplicación de “anótate en la lista” iban a aparecer cupos para todos los escolares sin necesidad de gestionarlos. Si le pusieron un tapón a la expansión de la educación particular subvencionada, la que buscaron hacer desaparecer en aras de la estatal, que respondan, pero hoy, no en la próxima admisión escolar en un año más.
¿Alguien podría indicar con los dedos de una mano en qué avanzamos desde que asumió Gabriel Boric y compañía? Si en verdad quiere dejar un legado será mejor que se aboque a ordenar la casa con lo que hay:
  1. Dar una salida a los afiliados a isapres que no sea “recibirlos con los brazos abiertos en el Fonasa”, porque eso sería darles un abrazo del oso que alcanzaría también a los usuarios del sistema estatal.
  2. Aumentar la cotización en 3 puntos porcentuales a las AFP para mejorar el ahorro y las pensiones, porque ese es el único denominador común para avanzar.
  3. Hacer una contra reforma en materia de educación que reponga la opción de los colegios particulares subvencionados que dejaron de crearse por el intento de la izquierda de eliminar la principal preferencia de los padres.
  4. Congelar los traspasos de los colegios municipales a los SLEP mientras no se apruebe corregir las fallas en la base de este sistema centralizado que le mutila a las escuelas su autonomía y la capacidad de respuesta.
  5. Dejarse de hablar de “Más Narbona y menos Craig”y de echarle la culpa a los empresarios por no “pagar más, poh”, creando el Presidente y sus ministros un clima de negocios que traiga de vuelta las platas e impulse el emprendimiento empresarial que todavía apuesta por Chile.
  6. Potenciar y respaldar a las policías sin estúpidas y zigzagueantes doctrinas de la responsabilidad penal cuando es una política y exonerar a los uniformados presos o enjuiciados en el cumplimiento de su deber tras el estallido de 2019, con las mismas justificaciones con que Boric indultó a los civiles condenados por delitos: que se trató de “un proceso tremendamente complejo” y que “no son delincuentes”.
  7. Buscar el legado con la reforma más importante de todas para devolver a Chile la gobernabilidad: la del sistema electoral que le imprimió un carácter tribal al Congreso y aumentó la representatividad (como no, con diputados de 22 partidos), pero alejó a las personas de sus parlamentarios forzando distritos más grandes.
El Gobierno sólo tiene tiempo y fuerzas para ordenar lo básico. Para nada extraordinario. Los grandes frutos los proveerá la iniciativa privada si le devuelve la confianza para emprender.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por El Líbero el sábado 6 de abril de 2024.