Repaso

Por  Adolfo Ibáñez

La historia política de las últimas tres décadas está marcada claramente. El triunfo del No abrió un momento de incertidumbre debido a la multiplicidad de partidos y grupos que se habían reunido en torno a esa opción, y era difícil predecir cuál iba a prevalecer. La tendencia izquierdista que predominaba entre ellos era clara y anunciaba destruir la labor del gobierno militar, lo que abría las puertas a cualquier posibilidad. La campaña presidencial consiguiente hizo más hincapié en el rechazo que en propuestas claras de cara al futuro, más allá de algunos planteamientos de moderación.

Cinco semanas antes de la presidencial de 1989 cayó el Muro de Berlín. Y con él se desplomó toda posibilidad para las voces izquierdistas, que no tuvieron más que callar. Luego cayó la Unión Soviética, acentuando su desprestigio. Pinochet, con su 43%, continuaba siendo una fuerza política vigente que había que neutralizar. Todo esto llevó a la Concertación a mantener las políticas del gobierno militar, lo que las consolidó. Y tuvieron éxito medido en la continuidad de la Concertación.

De este modo, el nuevo régimen se caracterizó por su política de continuidad avalada por los consensos a que llegó exitosamente con la derecha. En esto último tuvo una gravitación decisiva la existencia de los senadores institucionales que, ajenos a presiones electorales y banderías políticas, obligaron a la mesura. Aun en su segundo período, con la presencia de varios designados por la Concertación, se mantuvo esta tónica. Boeninger fue clave en esto. Nunca la Concertación sintió como propia esta política, pero sus éxitos electorales y los halagos internacionales que recibieron hizo que persistieran en ella.

Con el gobierno de Lagos apareció la pugna entre los autoflagelantes y los autocomplacientes. Era la vena izquierdista y ajena a los consensos, los que desaparecieron con la eliminación de los institucionales. Con la derrota de 2010 se decantaron las aguas. Apareció la izquierda sin remilgos y su juventud en el Frente Amplio. Con Bachelet II se erigió triunfante y todos corrieron a apoyarlos, repudiando la caparazón concertacionista donde habían vivido y profitado en forma tan ajena. Su carácter destructivo más que constructivo se manifestó plenamente, llevándolos a una nueva derrota y al desdibujamiento actual. Hoy se oculta esta trayectoria, tal como se ha intentado ocultar la trascendencia del gobierno militar. Es así como se ha ido debilitando de a poco el país.

 

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