Rol de las Fuerzas Armadas (1)



Rol de las Fuerzas Armadas (1)

Por Richard Kouyoumdjian Inglis

Analista de Defensa

 

Uno de los temas que siempre llama la atención de la opinión pública es el rol

de las Fuerzas Armadas (FF.AA.). El monopolio del uso legítimo de la fuerza y

de las armas que su rol institucional les otorga, produce algún grado de interés

e, incluso, de fascinación. Tampoco se puede desconocer que, varias veces en

nuestra historia, el uso del poder de las armas ha sido determinante para el

devenir político de la nación, y también existe la creencia de que se puede repetir

una acción militar como la del 11 de septiembre de 1973, la cual descarto

totalmente. No obstante, es imposible desconocer que las instituciones armadas

tienen capacidades que les otorgan influencia y poder.

El 16 de julio de 2023, El Mostrador publicó un editorial titulado “Ética militar

republicana”, lo que se agradece, ya que nos permite profundizar en lo que es

la ética militar, si es que ella existe separada de la ética general y, de haberla,

cómo se entiende su aplicación en el ámbito de conceptos republicanos tales

como la democracia representativa, los balances y contrapesos de la

organización política de Chile, y las relaciones entre las instituciones militares y

los poderes del Estado.

El editorial se construye basado en dos hechos aislados, el documento de

reflexiones personales que el general Ricardo Martínez publicó antes del término

de su periodo constitucional al mando del Ejército de Chile, en marzo de 2022,

y las declaraciones realizadas por el comandante en Jefe de la Armada en la isla

Dawson, en junio de 2023.

Las reflexiones del general Martínez son personales, aunque las publica siendo

comandante en Jefe, pero no por ello constituyen un documento oficial del

Ejército de Chile. Las publica antes de su retiro del servicio activo y valen lo que

son, es decir, la opinión razonada de Ricardo Martínez. Si alguien esperaba que

pasara a ser material de estudio de los militares en formación, o de la doctrina

institucional, está equivocado. Al ser publicadas como reflexiones personales

apuntan a otros propósitos, los cuales –como se indicó anteriormente– son dar

a conocer lo que piensa el general Martínez de los últimos 50 años del Ejército

1 Publicado en el sitio Web El Mostrador el 4 de agosto de 2023

 

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de Chile. De seguro, serán usadas como material de estudio por aquellos que les

interesa la historia militar de Chile o el rol de los militares en política. Es un

documento valiente, ya que expresa opiniones que se sabe no serán del gusto

de todos, pero que muestran muy bien lo que el general entiende que ha sido la

historia más reciente de su institución, a la que perteneció por más de 40 años

antes de pasar a retiro.

Las declaraciones del almirante De La Maza buscan cerrar un capítulo. La

novedad está en que quien hace las declaraciones es el comandante en Jefe de

la Armada y es en el contexto de los 50 años del 11 de septiembre, pero en sí

mismas, es decir, en el fondo, no tienen nada de extraordinarias y son bastante

obvias. El Ejército, la marina de guerra y la Fuerza Aérea son instituciones no

deliberantes, jerarquizadas y obedientes de la Constitución, las leyes y los

reglamentos vigentes, y no tienen ninguna intención de repetirse el plato, de

estar metidas en la política, ni de dejarse usar para fines políticos por parte de

quienes quieran usarlas para acceder o sostenerse en el poder.

El editorial, en su último párrafo, da a entender que las instituciones militares

deben tener claro el rol que juegan en la vida política de Chile, siendo ello algo

clave en el desarrollo futuro de la República. Es difícil no estar de acuerdo con

ello, pero sí discrepo en que esto sea algo que genere tensión al interior de los

institutos armados del 2023, los cuales tienen muy claro cuál es su propósito.

La única fuente de tensión se produce cuando las tareas y roles que les asignan

los conductores políticos de la Defensa Nacional pasan de ser situaciones de

excepción, acotadas, del más alto rango constitucional, a situaciones cotidianas

de carácter casi permanente y que las desvían de su quehacer profesional

principal. Las Fuerzas Armadas están bien prestigiadas en Chile (ver última

encuesta CEP), tienen claro cuál es el rol que cumplen como instituciones

permanentes de la República, y ese rol profesional lo cumplen muy bien,

ganándose la confianza, el respeto e, incluso, el cariño y admiración de la

ciudadanía.

Para no enredarnos en la discusión, no olvidemos que la actual Constitución deja

muy claros, en su artículo 101, el propósito y los aspectos fundamentales de las

Fuerzas Armadas de Chile:

➢ “Las Fuerzas Armadas dependientes del ministerio encargado de la

Defensa Nacional están constituidas única y exclusivamente por el

Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Existen para la defensa de la patria

y son esenciales para la seguridad nacional”.

 

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➢ “Las Fuerzas Armadas y Carabineros, como cuerpos armados, son

esencialmente obedientes y no deliberantes. Las fuerzas dependientes de

los ministerios encargados de la Defensa Nacional y de la Seguridad

Pública son, además, profesionales, jerarquizadas y disciplinadas”.

Si las instituciones de la Defensa Nacional y los políticos, especialmente quienes

ostentan el Poder Ejecutivo, se remiten a cumplir lo que se indica en los dos

párrafos anteriores, no debería haber nunca problemas de ningún tipo. Si los

problemas políticos son resueltos por la política en el marco de los balances y

contrapesos que establece la Constitución, nadie correrá riesgos de que puedan

ser atribuidos a los militares, y este tema no será tema. Otra cosa muy distinta

es cuando las FF.AA. son puestas en disyuntivas creadas por situaciones

políticas, como fue el caso en los años 1891 y 1973.

Producto de la crisis de inseguridad que vive el país y que afecta a una mayoría

de chilenos, hay voces que piden un rol más activo de las instituciones de la

Defensa en la solución del problema. En este caso, hay que tener la prudencia y

buen criterio de entender la diferencia de problemas de naturaleza política, de

vigencia del Estado de derecho o de naturaleza militar. Los primeros se

resuelven con las herramientas de poder político que otorgan la Constitución y

las leyes; los segundos, dando efectividad al derecho por la imposición de las

leyes; y los problemas de naturaleza militar se resuelven quebrando la voluntad

de lucha de un adversario.

Dicho todo lo anterior, ¿existe algo que se pueda llamar “ética militar”? Sí, claro

que la hay, pero su ámbito de acción es específico a lo que es propiamente

militar y a la cultura asociada a esa forma de vida, y no como algunos la

interpretan, vinculada solamente a situaciones indeseadas que tienen

características delictivas, como son el mal manejo de finanzas, adquisiciones y

otras fechorías repudiables. Para los que las cometan, que se les aplique el

máximo rigor de la ley, como debiera ser el caso de cualquiera que cometa

delitos con platas de los chilenos.

La ética militar de quienes están en servicio activo, en retiro o son parte de la

reserva, viene dada por lo que juran cuando hacen su juramento a la bandera.

En ese juramento está la esencia de la ética militar y dice:

 

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➢ “Yo (nombre y grado), juro por Dios y por esta bandera, servir fielmente

a mi patria, ya sea en mar, en tierra o en cualquier lugar, hasta rendir la

vida si fuese necesario; cumplir con mis deberes y obligaciones militares,

conforme a las leyes y reglamentos vigentes; obedecer con prontitud y

puntualidad las órdenes de mis superiores; y poner todo mi empeño en

ser un (soldado – marino – aviador) valiente, honrado y amante de mi

patria”.

La ética militar de soldados, marinos y aviadores está en el texto del juramento,

en el orgullo y amor patrio, en la veneración por sus símbolos, su historia y su

tradición. Las instituciones de la Defensa no tienen el monopolio del patriotismo,

de ninguna manera, pero no se puede vivir la vida militar sin patriotismo.

También está presente la ética en la voluntaria renuncia a una serie de derechos

y beneficios que el resto de la ciudadanía tiene y que los uniformados no pueden

ejercer o disfrutar. Lo que sí constituye un error es atribuir a la ética militar la

vinculación de las instituciones de la Defensa y la conducta a ser observada por

ellas, respecto de la conducción política de la República, tema que está muy bien

resguardado y claramente establecido en la Constitución que actualmente nos

rige, y en las leyes orgánicas y simples que de ella se desprenden, algo que no

se debe perder en la nueva Carta Magna y en los cuerpos legales que la

acompañen.