UN PROYECTO INCONCLUSO PERO NO DERROTADO. ESTAMOS ADVERTIDOS.

Por Humberto Julio Reyes

Junto con celebrar un nuevo aniversario el Partido Comunista nos ha advertido de algo que debiera ser evidente, salvo para ingenuos o quienes practican el buenismo.

Pareciera entonces que habría que perseverar en lo que se intentó llevar a cabo durante la Unidad Popular a fin de disfrutar finalmente de los beneficios que otorga un Estado omnipotente, a semejanza de lo que ocurre en los países donde los socialismos reales han llevado a la existencia de verdaderas monarquías comunistas.

Con este propósito manifestó su secretario general “debemos tener las puertas abiertas para que sea el movimiento social el que obtenga los avances sociales que buscamos, ya sea por la vía del derecho, como por la vía de los hechos”.

Lo ocurrido en nuestro país y en el mundo, transcurrido medio siglo, no les hace mella en su inquebrantable fe revolucionaria, notable ejemplo de perseverancia mezclada con tozudez y prepotente retórica.

Nada mejor que la columna de alguien que justamente los conoció por dentro y que sí ha reconocido lo equivocado del camino que siguió la Unidad Popular pero que, con notable inteligencia, se oculta al narrar una historia que habría comenzado el 11 de septiembre de 1973.

Me refiero a don Sergio Muñoz Riveros cuando pregunta “¿La UP, un proyecto inconcluso?

La historia oficial que actualmente persiste en imponer el gobierno ayuda mucho a que se pueda sostener la teoría del proyecto interrumpido sin razón alguna y de paso centrarse solamente en la condena a la represión de ciudadanos que “pensaban distinto” y su corolario: ¿dónde están los desaparecidos?

Hasta quien maneja cifras relativas a los logros del Gobierno Militar en materias sociales y económicas se siente inhibido de mencionarlos ya que, Carlos Peña incluido, nada bueno podría haber realizado un gobierno que violó los derechos humanos y, en consecuencia, cualquier reconocimiento sería una forma de negacionismo que hoy se intenta nuevamente sancionar legalmente.

Personas que aventuran opiniones más equilibradas, como un lector que compara los 50 años transcurridos después de 1891 con los que ahora se pretende conmemorar, tropieza en la cifra de 1102 desaparecidos como si ninguno de los innumerables procesos que se siguen llevando a cabo hubiera reducido esa cifra.

 Al respecto recomiendo recurrir a lo que expresa don Hermógenes Pérez de Arce en la cuarta edición de su libro “Historia de la revolución militar chilena 1973-1990”, cuando detalla en páginas 745 a 751 los antecedentes que permiten reducir el número de personas que actualmente estarían efectivamente desaparecidas.

Algo parecido ocurre con la recurrida “impunidad”. Pese a que las cuentas anuales del poder judicial informan de los procesos y condenas por causas de derechos humanos, siempre el Estado estaría al debe y se requeriría “más verdad y justicia”.

Un necesario paréntesis.

Aunque el poder judicial ha sido “eficiente” en condenar a como dé lugar, nunca hubo voluntad política para aprobar medidas de colaboración eficaz para facilitar el testimonio de quienes pudieren aportar a la búsqueda e identificación de personas en la condición de detenidas desaparecidas, dejando en evidencia que se priorizaba el castigo de los presuntos responsables por sobre la ubicación final de sus víctimas.

A lo anterior me parece que también contribuyó en forma importante la figura del secuestro permanente, creada para burlar la prescripción, al limitarse los ministros de fuero a consignar la detención para condenar por secuestro, dejando de lado toda evidencia que apuntara a una ejecución ilegal para sostener el absurdo que, como la persona no ha aparecido, seguiría secuestrada.

Lo reseñado pone de actualidad una precisión también efectuada en estos días, memoria e historia no son sinónimos.

 La primera es necesariamente subjetiva e incluso depende mucho de aspectos muy personales ya que existen seres con buena o mala memoria, pudiendo también ser intencionada o involuntariamente acomodaticia. Haya cosas que no queremos recordar por incómodas o que hemos olvidado por intrascendentes para nuestras vidas.

 La historia, en cambio, se basa en hechos, aunque en su interpretación se introduzca la subjetividad de quien la exponga. Es el caso del 11 de septiembre. El hecho ocurrió pero no se desea que se analicen sus causas, mejor es recurrir a la memoria selectiva de todo lo negativo que haya sucedido a partir de esa fecha.

Vuelvo al inicio: la memoria facilita volver a plantear el proyecto “inconcluso”, cuya validez es defendida naturalmente por el PC pero también, aunque con cierta timidez, por pasados y actuales compañeros de ruta quienes le restan gravedad al implícito reconocimiento de que siempre sigue vigente el recurrir a todas las formas de lucha.

Lo hizo Teiller cuando pidió la renuncia del presidente Piñera o cuando llamó a rodear la Convención. También se han conocido advertencias respecto al actual proceso constitucional.

El proyecto sigue inconcluso.

9 de jun. de 23

 

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