Por Gabriel Alliende Figueroa

Los porteños orgullosos cuentan que su ciudad cuenta con más postales hermosas que habitantes. Cada rincón de sus calles y cerros tienen su historia, esos rincones fueron testigos de la vida republicana chilena.

Llegó Sharp a Valparaíso y la ciudad perdió su esplendor, sus calles atemorizan, sus aromas fueron cambiados con violencia por la basura y se enseñorea gente de mal hablar en sus rincones. Centenares de ellos con mochilas en sus espaldas y con vestimentas oscuras como imitando a los grupos caóticos del medio oriente.

Los que estacionan autos en sus laderas aconsejan qué camino tomar, ya la ciudad no es segura, varios y muchos turistas así lo han experimentado.

Sharp de la mano de los 12 movimientos del frente amplio, lograron transformar lo que inmortalizó Lucho Barrios en un pueblo maloliente, despreocupado e incluso indigno de su historia. La política de la imposición le ganó la batalla a la del progreso. No hay sector alguno sin grafitis  y los que ellos reconocen como arte, tienen dudoso gusto, arte de protesta, con fusiles y heridas sangrantes. La ciudad de Sharp.