Colombia y Chile

Colombia y Chile
Colombia, país históricamente amigo de Chile, con visión estratégica de Estado, resolvió en 2012 retirarse del Pacto de Bogotá, tras un fallo “equitativo” de la Corte Internacional de Justicia, por considerarlo contrario a su interés nacional.
Dando esa señal, Colombia, en rigor, recuperó el legítimo control de su soberanía, anticipándose a probables escenarios adversos, reafirmando simultáneamente su compromiso con la solución pacífica de las controversias.
Mediante una nueva señal en esa misma dirección, el recién asumido gobierno colombiano anunció este mes su retiro de Unasur. Lo hace no solo por la inoperancia del organismo, sino también porque ha sido una “caja de resonancia” de los países del ALBA, en contraposición con sus propios intereses.
Sin duda, ambas señales están conectadas. Obedecen a un reacomodo de la política exterior colombiana, para resguardar en mejor forma y con mayor libertad de acción sus intereses nacionales.
Las analogías con la realidad de Chile son evidentes. Por lo mismo, sería conveniente estudiar el caso colombiano, con miras a generar un reacomodo de nuestra política exterior, con objetivos similares. Para estos efectos, poco importaría que nos retiremos primero de Unasur y más adelante del Pacto de Bogotá, invirtiendo así el orden de los factores.
Dada la inminencia del fallo de la Corte Internacional de Justicia, lo trascendente es dar señales de que Chile, con apego a la Carta de la ONU, no está dispuesto a que la presión política y comunicacional de terceros o criterios de equidad que se apartan del Derecho pongan en peligro su soberanía.
Óscar Izurieta Ferrer