EL BESO DE LA MUERTE



EL BESO DE LA MUERTE

Por Gabriel Alliende Figueroa

Al regreso de la democracia tradicional, los enconos por la lucha del poder, hicieron regresar al estado republicano, a la misma clase dirigente, que llevó a la nación a la crisis de los años 60 y 70. Nuestros políticos no nos mantuvieron alejados de la guerra fría, facilitando que ella penetrara en nuestra nación. A ellos les levantaron monumentos en la plaza de la constitución, Alessandri, Frei Montalba, Allende y ahora se supone que también será Patricio Aylwin.

Los dioses de los débiles volvieron a erigirse, llenos de codicia y nepotismo, junto a ellos llegó la tiranía de la corrupción de la mano con el amiguismo absolutista, en todas las esferas del estado-nación, incluido, desgraciadamente, el sistema judicial. Unos dicen que las antiguas cortes no miraban los actos del gobierno cívico-militar, otros dicen que los actuales tampoco lo hacen con los gobiernos de turno.

La jerarquía política presente, carece de moral para juzgar, tanto el pasado de fines del siglo XX, como las presentes dos décadas del siglo XXI. Los dineros y recursos del estado, han sido distribuidos convenientemente a agentes de la partitocracia, sin que medie investigación alguna o aplicando leyes de beneficio a los actores de delitos. Las platas políticas no se investigan, lo mismo la expoliación del estado.

Hoy esa clase que tiene oprimido al estado, hurga en los basureros de las FFAA y Carabineros, bajo el pretexto de la transparencia impositiva exclusiva, ellos, los uniformados,  no pueden, carecen de poder para viajar con viáticos y para hacer paradas en sus viajes por destinaciones. La política, apoyada por la prensa, mantiene al día noticias que filtran los fiscales y que se relacionan con hechos de miembros de la defensa nacional, sin mirar en lo absoluto la viga en el ojo propio. La justicia es un gran Reality Show y los fiscales y ministros los mejores actores, para justificar condenas sin fundamentos, pero si llenas de presunciones.

Defensa e Interior, han faltado a la recomendable prudencia que aconseja la historia republicana para el manejo de las instituciones básicas de la república. Los ministros se aceleran para denunciar delitos sin los necesarios fallos judiciales. Aquí el ejecutivo está en deuda, nombra ministros en defensa, sin las necesarias competencias, lo que los obliga a ser prepotentes. Las FFAA son como un elefante dentro de una cristalería, tratadas de manejar por abogados. En este aspecto hasta Salvador Allende fue prudente con sus nombramientos.

Hoy la política quiere que las compras para las FFAA de material estratégico, las hagan organismos civiles, aumentando con ello la burocracia. Los mandos se especializaran en antesalas, dejando a un lado sus funciones trascendentales, para convencer a políticos de sus necesidades.

El beso de la muerte ya está presente en la vital continuidad de las orgánicas institucionales. Ya no es necesario preguntarse que es lo que Chile aspira como política de defensa del estado, ahora es adivinar que es lo que cada gobierno está dispuesto a gastar en defensa.