Relato de un intento fallido de un magnicidio

Por Yordan Tavra Checura, Mayor (R) de Carabineros

Soy un Mayor de Carabineros en retiro. El motivo de mi retiro obedeció a las graves lesiones recibidas en la tarde del 7 de Septiembre de 1986, tarde en la cual en la cual me desempeñaba como Jefe de la Escolta Policial de S.E. El Presidente de la República Capitán General Don Augusto Pinochet Ugarte, junto al dispositivo del Ejército y de Carabineros. Éramos todos jóvenes, ya sea vistiendo nuestro uniforme de Carabinero y en forma unida a nosotros al Capitán de Ejército Juan Mc Lean a cargo de la protección personal del Primer Mandatario, todos cumpliendo con nuestra más importante función y misión de proteger la vida de nuestro Presidente.

Ese 7 de Septiembre de 1986, en el Cajón del Maipo (Melocotón) nada hacía presagiar los acontecimientos que nos tocarían vivir ese día, con motivo del traslado habitual que hacia nuestro Presidente desde esa localidad a su residencia en Santiago. En esa oportunidad lo hacía acompañado de uno de sus nietos Rodrigo, un jovencito de no más de 8 años.

La comitiva era reducida, por razones médicas de la Primera Dama Sra. Lucía Hiriart, quien permaneció en El Melocotón, se dejó un equipo médico y la ambulancia en caso que se requiriera en dicha localidad, por ende y, como pocas veces, la columna de vehículos se encontraba  reducida a cinco, conforme al siguiente detalle:

Dos Motoristas de Carabineros

Primer auto Chevrolet Opala de Carabineros comandado por mí y tres Carabineros.

Segundo auto Mercedes Benz: conductor, Edecán Naval Don Pedro Arrieta Gurruchaga y el Capitán General Augusto Pinochet U.  y su nieto Rodrigo.

Tercer Auto Ford LTD, a cargo del Capitán Juan Mac Lean Vergara con su tripulación de tres soldados.

Cuarto Auto Mercedes Benz: Médico de turno y escolta.

Quinto Auto Ford LTD, con personal de Comandos.

Para hacer un breve relato de lo ocurrido, trataré de ser lo más objetivo posible:

Ese día procedimos a dejar El Melocotón con el dispositivo de S.E., el Presidente de la República, a la hora programada pasado unos minutos de las seis de la tarde, el equipo de avanzada nos comunicó “ruta sin problemas”, los puentes debían ser cubiertos por personal experto en explosivos, lo que nos dio una cierta tranquilidad en el camino a seguir, pese a lo álgido de esa fecha. . El día previo 4 de septiembre, se habían desarrollado actos violentistas en la capital como conmemoración a la fecha de la asunción al poder de Salvador Allende.

Al llegar al sector de la cuesta de Las Achupallas (cerca de la localidad del pueblito de la Obra), en ese entonces la vía era estrecha y con algunas curvas, motivo por el cual ordené que ambos motoristas escoltas se adelantaran con el fin de despejar el camino dado la mala visión para el resto de la columna, situación que así ocurrió.

Al acercarnos a dicha cuesta uno de los motoristas (Cabo 1ro Carlos Sepúlveda) me informa escuetamente “cuidado Jefe”, ya que metros más adelantes comenzaba a bloquear el camino una camioneta Peugeot con un tráiler, ambos motorista lograron pasar el obstáculo.

Uno de ellos, el Cabo 1ro. José Carrasco, pese a que su radio fue destruida con disparos aceleró para dirigirse rápidamente al Reten Las Vizcachas de Carabineros a objeto de solicitar ayuda y refuerzos,

El otro motorista, Cabo 1ro. Carlos Sepúlveda, se ocultó a escasos metros de donde enfrentaría a los extremistas en su huida con su único armamento una pistola de 9mm (15 cartuchos).

Mientras eso ocurría, más atrás el bloqueo fue completo, lo que nos impidió romper el cerco. En forma instantánea comenzó un fuego graneado sobre nuestros vehículos, explosiones de granadas de mano arrojadas por estos terroristas.

Junto a ello se escuchaban las explosiones de los cohetes antitanques LOW. De inmediato, y con las armas que poseíamos. repelimos fuertemente el ataque hasta el último cartucho, al quedar inutilizados los vehículos nuestros, producto del ataque que éramos objeto los que logramos bajar de ellos (otros no tuvieron la oportunidad de hacerlo) logrando repeler en forma, con toda nuestra potencia de armas que portábamos, cubriendo así la retirada de los dos vehículo blindados en uno de los cuales iba el Presidente de la República, que pese al gran concentración de fuego y explosivos que recibieron y el blindaje de ambos Mercedes, lograron evacuar el lugar y regresar a El Melocotón, guiados por el Edecán Naval en ese entonces Capitán de Corbeta Pedro Arrieta Gurruchaga (Q.E.P.D.) llevando a salvo al Presidente de vuelta sano y salvo al Melocotón.

Mientras eso ocurría y con el blanco principal fuera del foco de ataque, toda la concentración de fuego por parte de los extremistas se dirigió a los que quedamos allí, escoltas muertos y heridos, donde siguió un desigual combate.

El grupo extremistas (25 tiradores) ocultos en el cerro con un gran potencial de fuego (Fusiles de asalto M-16) y nosotros ya heridos desde lo que quedaba de nuestros vehículos, nos dieron con todo, pese a la tenaz resistencia ofrecida con las armas que portábamos (Subametralladoras UZI y Pistolas Taurus).

Luego, siguiendo órdenes, según yo escuchaba al jefe del grupo extremistas dando órdenes de retirada ya que el objetivo principal de su plan se había retirado, los terrorista huyeron en diferentes vehículos en dirección a Santiago. Me encontraba casi sin poder moverme producto de los siete impactos de balas recibidos en diferentes partes del cuerpo, mi conductor Sargento 2do. Carlos Córdova, a quien saqué del auto inconsciente y con una de sus extremidades destruida, producto de una granada, mi patrullero, Cabo 2do. Pablo Silva Pizarro, fallecido, y el Cabo 1ro Miguel del Rio Méndez, herido de gravedad.

Atrás quedaron los vehículos Ford de la escolta militar quemándose totalmente, junto a ellos los soldados Cabo 1ro (E) Miguel Ángel Guerrero Guzmán, Cabo 1ro (E) Cardenio Hernández Cubillos, Cabo 1ro (E) Gerardo Rebolledo Cisternas y Cabo (E) Roberto Rosales Martínez, todos ellos fallecidos por la mano artera de los extremistas.

Heridos quedamos diez integrantes de ese grupo de protección a nuestro Presidente General Augusto Pinochet Ugarte.

El análisis del fracaso rotundo a este magnicidio pienso que es tema para otra ocasión, ya que lo que relato fue lo vivido personalmente en esa fatídica tarde, que mentes distorsionadas pensaban que, de haber tenido éxito, el país se convertiría en una anarquía insospechada y con ello traerían más muertes y destrucción a nuestro país, hecho que afortunadamente no se cumplió.

Hoy quiero resaltar en forma muy sentida  un homenaje a aquellos compañeros de armas que ya no están y los que sobrevivimos, quienes no dudamos un minuto en cumplir nuestro sagrado juramento de servir a la Patria hasta rendir la vida si fuese necesario.

Ahora, a 31 años de esa fecha imborrable para los que sobrevivimos al artero ataque extremista, vemos con desconsuelo, que cada año que pasa, el homenaje y recordación que se hace a los caídos va cayendo cada vez más en el anonimato.

Los primeros años el Ejército preparaba dicho homenaje en el mismo lugar donde ocurrió dicha situación, posteriormente al fallecimiento del que fuera Presidente, Capitán General Augusto Pinochet Ugarte, fue en la Capilla de la Escuela Militar, posteriormente en la Iglesia del Obispado Castrense y los últimos años en una Capilla al interior del Edificio del Ejército Bicentenario.

Personalmente no asistiré a dicho lugar, por considerar que año a año en vez de enaltecer a aquellos que murieron cumpliendo con su deber en forma heroica y que sean un ejemplo para nuevas generaciones, los organizadores de éste “homenaje” se limiten a hacer una misa sintiendo que cada vez el motivo fundamental de rememorar esta situación se va diluyendo en el tiempo.

Por otra parte ser testigo presencial, de que los jueces sigan deteniendo y procesando por hechos que ocurrieron décadas atrás a Miembros de las Fuerzas Armadas, que salvaron a Chile de la debacle y del Comunismo, ahora ancianos y muchos de ellos presentando graves dolencias propias de su edad, siendo arrastrados y vejados de la peor forma a lugares de reclusión, por juicios injustos y alejados totalmente de nuestro sistema jurídico, con claro fin de venganza y como dicen ellos “sin perdón ni olvido”.

Como dice un periodista muy respetado por mí, funcionó el “Lavado de Cerebros”, ya a nadie le importa todos los que un día liberaron a este país del comunismo ateo, que querían convertir a nuestro país en una nueva Cuba o como está actualmente Venezuela.

A aquellos detenidos injustamente yo los considero como “prisioneros de guerra olvidados”, olvidados por sus Instituciones, camaradas de armas, políticos que aprovecharon convenientemente durante el Gobierno Militar y que ahora -con una amnesia digna de ser tratada por los mejores facultativos- no se recuerdan de nada.

 

 

 

 

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