Todo muy ordenadito, pero…
Todo muy ordenadito, pero…
Gonzalo Rojas Sánchez
Hasta ahora el proceso constitucional –a pesar de su origen doblemente ilegítimo– avanza de modo ordenado.
Si los expertos logran 3/5 para aprobar un texto… o no… es cuestión que está dentro de las reglas del juego. Si algún bloque prevalecerá el próximo 7 de mayo como para que en el Consejo Constitucional sí que haya más cercanía con los 3/5, también es cuestión que está dentro de las reglas del juego. Y, en fin, cuando el plebiscito de salida entregue su resultado, seguiremos dentro de… las reglas del juego.
Que el juego, insistimos, se haya originado en la doble ilegitimidad del acuerdo del 15 de noviembre 2019 y de la consiguiente vulneración, mediante el nuevo acuerdo 2022, de lo dispuesto por el artículo 142 de la Constitución, no quita que se esté jugando dentro de las reglas establecidas para esta segunda e insólita etapa. Eso nadie puede negarlo.
Pero, pero… en el Chile del presente, hay quienes juegan con otras reglas, justamente con las que dieron origen a todo este proceso: la violencia.
No parece sensato rechazar de entrada la posibilidad de que ciertas fuerzas asociadas al 18 de octubre –ya tienen hasta status, “octubrismo”, las denominan– vuelvan a operar después de un receso que seguramente les ha permitido tres cosas muy importantes: reordenar estrategias y tácticas, reforzar financiamientos, y acumular energías después de “un merecido descanso”.
Esas fuerzas –las que Poduje describe con acierto en Siete Kabezas (sic)– no se han disuelto, no rechazarán los nuevos flujos de dinero y contarán con un nuevo pretexto para lanzarse a la calle: justamente el cumplimiento de las reglas de este nuevo juego, sean cuales sean sus resultados parciales y finales.
¿Por qué no lo hicieron después del 4 de septiembre pasado? Porque el mazazo fue demasiado contundente. Pero, para el próximo, ya habrán endurecido el cuero y, además, no esperarán a que se consume.
Esto último es lo más importante de considerar y de saber afrontar: el modo en que desde la violencia callejera se intentará torcer el rumbo del actual proceso, porque resulte cómo resulte el contenido de un nuevo texto constitucional, las ‘primeras líneas’ no son precisamente partidarias de un orden jurídico.
Y, además, esta vez su accionar no estará dirigido contra “el presidente enemigo de derecha”, sino contra algo mucho peor para ellos, “el mandatario tibio de la izquierda”.