Enrique Villanueva: Una condena triste



Enrique Villanueva: Una condena triste

La condena de Enrique Villanueva, miembro del Frente Manuel Rodríguez, a presidio perpetuo simple por el asesinato de Jaime Guzmán, no debe alegrar a nadie. Pero, al mismo tiempo, hay buenos motivos para agradecer que se comience a hacer justicia.

A estas alturas, Enrique Villanueva parece una persona común, mucho más cercano de aspecto a su víctima que al hombre que el mismo Villanueva era en 1991. El frentista ha sido descubierto, procesado y condenado, pero ¿cuántos otros hay por ahí en la misma condición? Eso es lo más preocupante: el modo en que muchos de los terroristas del FMR han logrado camuflarse e integrarse en la vida cívica. Son los pactos de silencio del PC.

Luchador, lucha, luchar: esa es la clave de toda esta cuestión, porque el PC asumió hace muchos años el carácter imprescindible de la violencia política, por cierto, mucho antes de septiembre de 1973.

Han sido muchos años de promoción descarada de la violencia en Chile y han sido miles los guerrilleros amparados por los comunistas. ¿Cuántos están hoy enquistados en el Estado, en las universidades, en el partido y en el Parlamento? ¿Entregará el PC las listas? Uno de ellos ha declarado haber conocido y validado un intento de asesinato del Presidente Pinochet que terminó con cinco homicidios. ¿En qué congreso del mundo un individuo que reconociese tamaña brutalidad podría permanecer siquiera un minuto sentado en su escaño? ¿No debiera inhabilitarse a una persona que se ufana de haber participado en un acto criminal? En cualquier democracia, sí; en la que el PC tiene cautiva en Chile, NO.

Y un dato más. El ministro en visita que había condenado a Villanueva a 5 años de presidio, con el beneficio de la libertad vigilada, es Mario Carroza, el mismo que lleva el caso Quemados.

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